Algo m¨¢s que un grito
Se publica una biograf¨ªa sobre Belauste, hombre de ideas nacionalistas al que la leyenda emparent¨® con la furia espa?ola
La transmisi¨®n de una cierta visi¨®n ¨¦pica y m¨ªtica alrdedor de un grito -"? Sabino, a m¨ª el pelot¨®n, que los arrollo!"- le asent¨® en el imaginario colectivo como paradigma del futbolista corajudo y entregado a sus colores. Pero la figura de Jos¨¦ Mar¨ªa Belausteguigoitia (Bilbao, 1889-M¨¦xico, 1964) , Belauste, se construy¨® tambi¨¦n sobre aspectos pol¨ªticos, religiosos y culturales. Son vertientes todas ¨¦stas que se reflejan en el libro del periodista Alberto Bacigalupe Belauste. El caballero de la furia. La biograf¨ªa dedicada al Belausteguigoitia es el primer t¨ªtulo de la colecci¨®n Bilba¨ªnos Recuperados, publicada por Muelle de Uribitarte Editores con el apoyo de la Fundaci¨®n Bilbao 700 y que proseguir¨¢ con las biograf¨ªas de otros bilba¨ªnos con menos renombre, como Alejandro de la Sota, Nemesio de Mogrobejo, Enrique Epalza, Arturo Castilla o Quint¨ªn de Torre.
El mito de Belauste se construy¨® sobre aspectos pol¨ªticos, religiosos y culturales
No est¨¢ claro si dijo la famosa frase: "Sabino, a m¨ª el pelot¨®n, que los arrollo"
Gestada a trav¨¦s de la correspondencia cruzada entre Bilbao y M¨¦xico D.F -donde reside una de las tres hijas de Belauste, Lorea-, la obra repasa la carrera deportiva de futbolista, consistente en seis t¨ªtulos de Copa con el Athletic (1910, 1911, 1914, 1915, 1916 y 1921) y m¨¢s de un centenar de encuentros en el club rojiblanco, pero, sobre todo, indaga en la vida de un "personaje singular", como lo define Carlos Bacigalupe, coordinador de la colecci¨®n.
Aunque la relevancia del f¨²tbol y su mixtura con la pol¨ªtica era menos palmaria que en la actualidad, Belauste no tuvo ning¨²n problema para compartir su compromiso "total" en el PNV -m¨¢s tarde, abandon¨® la ortodoxia sabiniana para enrolarse en Acci¨®n Nacionalista Vasca, una escisi¨®n con un tinte m¨¢s izquierdista- con la vestimenta de la selecci¨®n espa?ola, de la que fue su primer capit¨¢n. "?l no hizo m¨¢s que atender a sus deseos, que eran el f¨²tbol y la pol¨ªtica", explica Bacigalupe. No obstante, su "entusiasta" labor propagand¨ªstica levant¨® algunas suspicacias, no entre sus compa?eros y rivales de juego, pero s¨ª en el ¨¢mbito pol¨ªtico, que culminaron con su primer destierro voluntario a Francia en 1922. Sin embargo, esto no es cortapisa para que se enfade mucho cuando se entera que en los Juegos de Par¨ªs 1924 no ser¨¢ titular de la selecci¨®n al no hallarse en plenitud.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, le disgust¨® que no se le reconociera como hombre de formaci¨®n acad¨¦mica y cultural -pintaba en sus ratos libres-, y pudo conjugar su actividad como abogado con los deportes. Y es que, adem¨¢s de f¨²tbol, Belauste se destac¨® en el lanzamiento de palanca -una suerte similar a la jabalina actual, salvo que el artefacto en cuesti¨®n era de hierro-, el monta?ismo e incluso el tenis, al que se aficion¨® en M¨¦xico D.F., a donde parti¨® despu¨¦s de que estallara la Guerra Civil, un suceso que troc¨® su habitual car¨¢cter vitalista en una versi¨®n m¨¢s taciturna. All¨ª morir¨ªa en 1964, v¨ªctima de un c¨¢ncer de pulm¨®n. Nunca fum¨®, y ni tan siquiera prob¨® el alcohol, debido a la fuerte influencia de su madre, pero su costumbre de no abrigarse tras el esfuerzo le abocaron a continuas afecciones respiratorias que desembocaron en su fallecimiento. Un a?o antes de su muerte, que pas¨® de puntillas por la prensa debido a un ideario pol¨ªtico "al que nunca renunci¨®", el Athletic le entreg¨® la insignia de oro y brillantes del club.
Hombre de hondas creencias cristianas, la enfermedad de su mujer, una sobrina del pintor Ignacio Zuloaga con la que contrajo matrimonio en 1924, le motiv¨® a hacer una visita al Santuario de Lourdes a pie desde Bilbao. Su deseo era realizarlo descalzo. Belauste complet¨® parte del trayecto, pero las llagas que le brotaron de los pies le indujeron a acudir a una parroquia para que el cura le eximiese de esa exigencia. Finalmente, complet¨® su viaje y, d¨ªas m¨¢s tarde, su esposa san¨®.
No est¨¢ claro si Belauste pronunci¨® la legendaria frase tal y como ha quedado grabada, pero lo que importa, como asegura Carlos Bacigalupe, es que su perfil encaja con una demanda de ese tipo. Era la tarde del primer d¨ªa de septiembre de 1920, durante los Juegos Ol¨ªmpicos de Amberes, y se enfrentaban los equipos nacionales de Espa?a y Suecia. Cuentan las cr¨®nicas de la ¨¦poca que los n¨®rdicos, espigados y algo arrogantes, no practicaban un juego limpio. Y que Belauste se fue indignando de manera paulatina con el proceder sueco. Entonces, Sabino Bilbao, otro jugador del Athletic, lanz¨® un pase a Belauste, que control¨® con el pecho y de la misma se introdujo a s¨ª mismo en la porter¨ªa, adem¨¢s de hacer lo propio con la pelota y tres jugadores suecos. Espa?a se colgar¨ªa d¨ªas m¨¢s tarde la medalla de plata.
Ricardo Zamora, guardameta de Espa?a en ese encuentro, asegur¨® a?os m¨¢s tarde que la frase que ha permanecido es la que Belauste pronunci¨®. Otros, sin embargo, explicaron que el futbolista grit¨®: "Sabino, aurrera". En 1937, poco antes de llegar a su exilio en M¨¦xico, Belauste concedi¨® una entrevista a la revista cubana Carteles en la que lo aclar¨® todo: "Estando yo en posici¨®n ventajosa para anotar, y viendo que Sabino avanzaba con la pelota, le dije simplemente: 'A m¨ª, Sabino, que los arrollo'. Despu¨¦s, rodamos tres o cuatro por el suelo".
Como siempre, Belauste portaba ese d¨ªa el pa?uelo de cuatro nudos sujeto a su cabeza. Una tela que no ten¨ªa un fin casual: el futbolista cre¨ªa que as¨ª se proteg¨ªa de una eventual alopecia. No obstante, a?os m¨¢s tarde perder¨ªa el pelo de su cabeza. Pero no su fuerza y su car¨¢cter.
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