'Almarios'
No es cosa de rutina tener el privilegio de contemplar una exposici¨®n individual de Carmen Laff¨®n (Sevilla, 1934), no s¨®lo porque haga lo imposible por no prodigarse, sino porque est¨¢ pose¨ªda por la elegancia esquiva de los t¨ªmidos. No obstante, su papel en el arte contempor¨¢neo espa?ol es de total relevancia y est¨¢ acreditada por m¨¢s de medio siglo de silenciosa brega, cuya inquietud rompe, sin desmentirla, las costuras del patr¨®n que se le aplica como cabeza de serie del llamado "realismo sevillano". Gr¨¢fica y pict¨®ricamente, su realismo ha sido de naturaleza intimista y de factura evanescente y su "sevillanismo", aun no teniendo nada que ver, esp¨ªritu, tema o forma, con lo folcl¨®rico, enlaza muy bien con el incomparable preciosismo de Murillo y, sobre todo, con esa refinada sensibilidad po¨¦tica, nada estruendosa, que va de Juan de Arguijo a Luis Cernuda.
CARMEN LAFF?N
'Sobre los armarios'
Galer¨ªa Egam
Villanueva, 29. Madrid
Hasta el 14 de enero de 2006
En cualquier caso, tampo
co hace falta hoy, como quien dice, "presentar" la obra de Carmen Laff¨®n, aunque viene muy bien al caso destacar, como antes se ha afirmado, su inquietud exploratoria, esa que durante al menos los ¨²ltimos veinte a?os le ha llevado a una reducci¨®n minimalista de su lenguaje y a zambullirse en las tres dimensiones reales del espacio y esa, tambi¨¦n, que nos permite afrontar una muestra como la que ahora exhibe en Madrid, con pinturas, dibujos y esculturas, no pocas veces entremezclados, que se desarrolla sobre un tema que tan bien le cuadra, de los armarios. Armarios, vamos, que son almarios, porque est¨¢n cargados de presencias invisibles, de fantasmas que se escapan por sus entreabiertas puertas. La exposici¨®n actual tiene el valor a?adido de ser una confesi¨®n de la armadura procesual de esta serie, que refunde y refunda el motivo, desde la alacena real a su plasmaci¨®n escult¨®rica y, de nuevo, a su formulaci¨®n pict¨®rica o gr¨¢fica, no importando, en esta secuencia encadenada, el orden de los factores. Pero hay m¨¢s en esta concatenaci¨®n de materiales y lenguajes porque Laff¨®n nos da el proceso de su composici¨®n, desde las embrionarias luces manchadas en los tableros que aparecen forj¨¢ndose como unas siluetas ectoplasm¨¢ticas, hasta el completo desarrollo en lienzo de sus ¨²ltimos detalles diferenciadores. El proceso acaba constituy¨¦ndose en su conjunto como una instalaci¨®n: la recreaci¨®n de un mundo propio, que se exterioriza sin mengua de su exquisita intimidad. Hay, adem¨¢s, y en fin, una interpenetraci¨®n de espacios, que no s¨®lo circula por las aberturas reales de las cosas representadas, sino por entre los lenguajes, que se solapan del fingimiento a lo vivido. La riqueza de matices, conceptual y f¨ªsica, que se agolpa en este conjunto de obras es el resultado de una maravillosa madurez. En ella se refleja el alma de una artista en saz¨®n, un alma que aletea, ligera, sobre el misterio de los armarios, las c¨¢maras oscuras de la cotidianidad.
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