"El arte pensado s¨®lo para especialistas est¨¢ condenado a muerte"
Jean Clair es el comisario de la gran exposici¨®n M¨¦lancolie, g¨¦nie et folie en Occident (Melancol¨ªa, genialidad y locura en Occidente) que puede verse estos d¨ªas en el Grand Palais de Par¨ªs antes de que viaje a la Nationalgalerie de Berl¨ªn. Pero Clair es tambi¨¦n autor de un n¨²mero considerable de ensayos sobre artistas modernos y contempor¨¢neos -Giacometti, Duchamp, Balthus, Cartier-Bresson, Bonnard, Music, Klimt, Picasso-, am¨¦n de haberse interesado sobre cuestiones te¨®ricas relativas a la pr¨¢ctica art¨ªstica y haber sido, hasta el pasado 1 de noviembre, conservador del Museo Picasso de Par¨ªs bajo su identidad no literaria, es decir, como G¨¦rard R¨¦gnier.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ elegir la melancol¨ªa como hilo de una historia de la creatividad? El deseo o el entusiasmo, por ejemplo, ?no hubieran servido como tales?
RESPUESTA. Muchos historiadores se han interesado por ese "humor" singular que es la melancol¨ªa. De todos los pecados capitales, de los cuatro "humores" que componen el cuerpo humano, s¨®lo la melancol¨ªa, bajo distintos nombres a lo largo de los siglos, aparece ligada a la creaci¨®n art¨ªstica. Arist¨®letes, en el siglo IV antes de Cristo, ya se pregunta "?por qu¨¦ raz¨®n todos los hombres excepcionales en el terreno de la filosof¨ªa, la ciencia del Estado, la poes¨ªa o las artes son manifiestamente melanc¨®licos?". Ning¨²n otro mal, estado de ¨¢nimo, pecado o enfermedad, ofrece un corpus de obras de arte tan numeroso y de tanta calidad. No constan hombres predominantemente col¨¦ricos, libidinosos, taca?os o envidiosos que hayan sido grandes creadores. La melancol¨ªa es un "humor" generoso, noble y de ah¨ª que se haya dado a la "bilis negra" -el t¨¦rmino "melancol¨ªa" viene de los t¨¦rminos griegos "chole" y "melan", es decir, "bilis" o "c¨®lera" "oscura" o "negra"- como hilo conductor de la historia del arte en Occidente.
P. ?Por qu¨¦ solo en Occidente?
R. ?sa es una pregunta a la que debieran responder los historiadores de civilizaciones. La civilizaci¨®n judeocristiana ha encontrado una explicaci¨®n en el pecado original. Es lo que la gran m¨ªstica Hildegarde de Bingen explica diciendo que "desde que Ad¨¢n transgredi¨® el precepto divino, la melancol¨ªa apareci¨® en su sangre. De la misma manera que la claridad desaparece cuando se apaga la l¨¢mpara y s¨®lo queda una mecha de humo maloliente, con Ad¨¢n se apag¨® en ¨¦l la luz porque el diablo le insufl¨® la melancol¨ªa y, con ella, la duda y la incredulidad". Para Hildegarde de Bingen ¨¦sa es la explicaci¨®n de la melancol¨ªa humana, que entonces es llamada acedia y es uno de los pecados capitales que los eremitas que se retiran al desierto conocen a la perfecci¨®n. Para ella el pecado original se coagula pues en la sangre y ah¨ª est¨¢. M¨¢s dif¨ªcil es explicarse los or¨ªgenes de la melancol¨ªa para los griegos o romanos. En las estelas funerarias ¨¢ticas, del siglo V antes de Cristo, encontramos las primeras representaciones de ese hombre postrado, con la mano en la mand¨ªbula, sumergido en una meditaci¨®n dolorosa. Entre los griegos la melancol¨ªa aparece tanto como causa de depresiones suicidas como de periodos de exaltaci¨®n. El Renacimiento retoma esa ambig¨¹edad. En la Antig¨¹edad la melancol¨ªa puede asociarse a una concepci¨®n tr¨¢gica de la condici¨®n humana, al fatum que dirige los gestos de Edipo. En los mitos cl¨¢sicos aparecen muchos de los elementos t¨ªpicos de la melancol¨ªa. Saturno o Chronos son s¨ªmbolos de ella porque el canibalismo, el devorarse a s¨ª mismo, es un acto pr¨®ximo a la melancol¨ªa.
P. Hay que asociarla a la capacidad de introspecci¨®n...
R. ...?pero no ¨²nicamente! Si nos limitamos a la introspecci¨®n, a la reflexi¨®n, estamos dando de la melancol¨ªa s¨®lo su vertiente depresiva, que es la que los idiomas franc¨¦s o espa?ol modernos han conservado como acepci¨®n principal pero que en ingl¨¦s o alem¨¢n admite la alternancia con estados de hiperactividad y exaltaci¨®n. Leonardo da Vinci, como Miguel ?ngel, era un depresivo. Y tanto el uno como el otro han dejado tras de s¨ª una obra enorme, cargada de energ¨ªa y potencial creativo. Para volver a lo que me preguntaba antes, no digo que la melancol¨ªa no exista en otras civilizaciones, como las del continente asi¨¢tico o las de zona dominada por el islam, sino que no juega el mismo papel creador. En el mundo isl¨¢mico o en el Extremo Oriente hay personas que sufren lo que aqu¨ª los m¨¦dicos han llamado psicosis maniacodepresiva, pero la manera de abordarla, su historia cultural e incluso su patolog¨ªa son distintas.
P. Usted ha reunido casi trescientas obras para abordar esa historia de la melancol¨ªa a trav¨¦s de la creaci¨®n. Todas son figurativas. ?Por qu¨¦?
R. En un momento estuve tentado de incluir alguna tela de Rothko, de esas grandes telas de colores cada vez m¨¢s sombr¨ªos, m¨¢s f¨²nebres. Rothko era melanc¨®lico y se suicid¨®. La obra que yo quer¨ªa ha sido comparada a la del "monje junto al mar" de Caspar David Friederich. La verdad es que me molestaba porque la comparaci¨®n es superficial. Si se quiere explicar la importancia de la melancol¨ªa hay que pasar por formas iconogr¨¢ficas y esas formas son figurativas. El ensayo de Edwin Panofsky, los comentarios de Saxel, Gombrich o Klibansky, se centran en el repertorio figurativo renacentista. Me he atrevido a ir hasta cinco siglos antes del nacimiento de Jesucristo y a transportar sus consideraciones hasta 2003, pero sin abandonar nunca la figuraci¨®n. La iconolog¨ªa, si se refiere a la abstracci¨®n, es un objeto para semi¨®logos y eso, la verdad, no me interesa lo m¨¢s m¨ªnimo.
P. Es una declaraci¨®n de guerra contra quienes defienden una valoraci¨®n aut¨®noma del arte a partir de sus propios criterios...
R. La historia del arte que se encierra en s¨ª misma, que trata el arte como una esfera aislada, est¨¢ condenada a la asfixia y a la muerte. S¨®lo puede interesar a los especialistas, que es lo mismo que decir a nadie. Hay que volver a una concepci¨®n del arte como reflejo de la historia de las ideas y las mentalidades, como veh¨ªculo de culturas distintas. Los artistas no hacen formas en abstracto, para que no signifiquen nada, en el vac¨ªo, pues en ellos est¨¢n los "humores", las obsesiones y las ideas propias de su tiempo.
P. Su exposici¨®n sobre la melancol¨ªa se cierra con una obra de Claudio Parmiggiani de 2003 que es una tumba de esa misma melancol¨ªa.
R. M¨¢s que una tumba es un cenotafio, un monumento funerario en el que no est¨¢ el cuerpo de la persona que se recuerda. Era l¨®gico acabar ah¨ª en la medida en que las im¨¢genes que preceden ese m¨¢rmol negro con el poliedro de Durero encima son im¨¢genes de guerra o destrucci¨®n, de utop¨ªas que han degenerado en sistemas totalitarios y sanguinarios. En la tela de Sironi, como en las de De Chirico, aparece un mundo abandonado, poblado por sombras, con ruinas como ¨²nico decorado. El cuadro de Kustodiev con un bolchevique gigante avanzando en medio de las masas...
P. ...podr¨ªa ser un elogio de ese bolchevique, visto como gigante de la Historia...
R. ...podr¨ªa ser pero es m¨¢s l¨®gico compararlo al coloso que pint¨® Goya en 1808 y que hace huir a las multitudes. En Kustodiev el bolchevique avanza sosteniendo una bandera roja ondeante que es muy dif¨ªcil que no se transforme, a ojos del espectador, en un r¨ªo de sangre. Otto Dix, en su M¨¦lancolie 1930, retoma la tradici¨®n de la vanitas, con su alegor¨ªa al paso del tiempo, pero lo hace para defender los placeres de la carne ante un horizonte de fuego y destrucci¨®n. La escultura de Anselm Kiefer, Melencholia (1989), es un gran avi¨®n de plomo, metal saturniano donde los haya, un Messerschmidt de 1944, el primer avi¨®n a reacci¨®n alem¨¢n, una de las terribles armas de destrucci¨®n que Hitler adopt¨® demasiado tarde. Es un bombardero que lleva en un ala el c¨¦lebre poliedro de Durero, en ese caso transparente, medio lleno de papeles, polvo y residuos. Una apoteosis de la tecnolog¨ªa occidental al tiempo que una burla de ella.
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