De culpas y tristezas
Si en La educaci¨®n sentimental Flaubert narr¨® el ocioso d¨ªa a d¨ªa de un hombre que anhela el amor, en La hora azul Alonso Cueto relata la obsesi¨®n de un hombre que busca redimirse de la culpa. Todo comienza cuando Adri¨¢n Ormache, un flamante abogado lime?o de 42 a?os, casado con una mujer ideal y padre de dos hijas adorables, descubre las barbaridades que cometi¨® su padre, un oficial de la Marina, durante la guerra entre Sendero Luminoso y el Ej¨¦rcito peruano. Entre otros cr¨ªmenes, el comandante Ormache secuestr¨® y viol¨® a Miriam, una india a la que durante alg¨²n tiempo retuvo a su lado. Todo se desvela cuando una tal Vilma Agurto, t¨ªa de Miriam, comunica a Adri¨¢n que lleva a?os cobrando una indemnizaci¨®n de su madre, y que ahora le corresponde a ¨¦l seguir pagando por lo sucedido.
LA HORA AZUL
Alonso Cueto
Anagrama. Barcelona, 2005
303 p¨¢ginas. 17,50 euros
EGIPTO
Manuel P¨¦rez Subirana
Anagrama. Barcelona, 2005
251 p¨¢ginas. 15 euros
A esta novela vertiginosa
no le faltan intrigas. En apariencia la preocupaci¨®n fundamental del narrador es que las torturas, las violaciones y las muertes orquestadas por su padre salgan a la luz y le desacrediten. En realidad, lo que quiere el protagonista es algo m¨¢s: saber por qu¨¦ su padre le rog¨® antes de morir que buscara a una mujer, a esa Miriam, en un pueblo ayacuchano; saber por qu¨¦ su madre acept¨® el chantaje de Vilma Agurto; averiguar c¨®mo se libera uno de la culpa. La obsesi¨®n con la mujer que cautiv¨® a su padre trastornar¨¢ la vida familiar de Adri¨¢n, sus relaciones sociales y el trabajo que ejerce. Una vez encontrada, al averiguar lo que le sucedi¨® a su familia y la naturaleza de las relaciones entre ella y su padre y c¨®mo se desarrollaron, las certezas se desploman, y muchos de los principios en que creemos caen por su propio peso.
Como en todas las obras fuertes, aqu¨ª los niveles de interpretaci¨®n se multiplican. Por lo que respecta a lo que reconocemos de nosotros mismos y de la sociedad que nos rodea, La hora azul aborda -por lo menos- dos asuntos centrales. En primer lugar recuerda que en la guerra todo son cr¨ªmenes, y que "cr¨ªmenes de guerra", en contra de lo que se pretende, es una redundancia de lo m¨¢s torpe que legitima siempre los intereses de los vencedores. A los que siempre pierden, a los civiles -a Miriam-, no les ayuda en nada. En este sentido la novela, entre otras cosas, muestra que hablar de guerra desde el concepto de crimen simplifica, falsea y confunde. Por otro lado est¨¢ la cuesti¨®n de la culpa. A este respecto la novela apunta al resurgimiento de un atavismo que la religi¨®n cristiana, y sobre todo el catolicismo, contribuy¨® a erradicar en el pasado: la creencia de que la culpa se hereda "hasta la tercera y la cuarta generaci¨®n".
Tal vez sea esta idea primiti
va la responsable de que al final la intriga relacionada con Miriam se resuelva con atropello, dejando una sensaci¨®n de des¨¢nimo y de impotencia, de expectativas satisfechas s¨®lo a medias; o quiz¨¢s se deba a una renuncia del talento narrativo en aras de la representaci¨®n directa de la realidad, con todas sus imperfecciones. En la ¨²ltima novela de Manuel P¨¦rez Subirana, Egipto, el proceso es el inverso. El narrador, tambi¨¦n autobiogr¨¢fico, comienza advirti¨¦ndonos de que lo m¨¢s importante en esta historia es la tristeza. No le falta raz¨®n. Si medimos la importancia al peso, la tristeza se lleva la perra gorda, al menos durante la primera parte de la novela. No se trata de una tristeza demasiado especial. Por el contrario, es una patolog¨ªa muy com¨²n entre j¨®venes burgueses y universitarios con un exceso de conciencia, convencidos de que el mundo en toda su extensi¨®n, y la vida en particular, no pueden definirse m¨¢s que como una inmensa desgracia que les ha ca¨ªdo encima.
Pronto se corrige este arran-
que que tiene a la tristeza por protagonista y aparece Roberto Brest, el narrador de Egipto, adem¨¢s de escritor en ciernes. Cuando ¨¦l pasa a la acci¨®n comienzan los conflictos, relatados por una voz seria y concienzuda, en una prosa llena de matices, sutil, perspicaz, y al mismo tiempo contundente y rigurosa. La novela entonces cobra vida y vuela por el espacio de una Barcelona en la que este hombre de 34 a?os, licenciado en medicina, procura asumir un rol digno a pesar de que ha perdido su trabajo como pe¨®n en una f¨¢brica de pl¨¢sticos y de que la relaci¨®n con su novia puede frustrarse en cualquier momento. Egipto habla de las expectativas vitales, que se convierten en obligaciones ¨¦ticas cuando la presi¨®n social ahoga y la posibilidad de decidir un futuro no es negociable. El protagonista asumir¨¢ el riesgo de decidir, y el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa de cont¨¢rnoslo.
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