Ojos de Brujo seduce al p¨²blico en la presentaci¨®n de su nuevo disco, 'Techar¨ª'
Sala Salamandra. L'Hospitalet de Llobregat, en el extrarradio de Barcelona. Es de noche, la del jueves pasado. Ojos de Brujo estrena su nuevo disco extraoficialmente. En la puerta del local un seguidor dice que ha desertado de una cena de empresa para no perderse la actuaci¨®n. Es la primera noche del futuro de la banda.
El pr¨®ximo febrero, Ojos de Brujo editar¨¢ su cuarto ¨¢lbum de larga duraci¨®n, Techar¨ª, palabra cal¨® que significa libertad. Antes, a comienzos de enero, lo presentar¨¢ en el Festival Actual de Logro?o, y como fuere que las canciones del disco piden sitio en el repertorio, ¨¦ste ha de ensayarse. A tal efecto, los componentes de Ojos de Brujo se re¨²nen en Salamandra para dar forma a un nuevo repertorio. Hay que rodar. El grupo de Barcelona tiene unos horizontes que van m¨¢s all¨¢ de los Pirineos. Es la banda m¨¢s internacional de la ciudad.
Tras tres d¨ªas de ensayo en la sala, toca ensayo general con p¨²blico. El precio, m¨®dico: 15 euros. La promoci¨®n se ha reducido a una escueta "actuaci¨®n de ODB" que corre an¨®nimo por la Red, pero suficiente para que la sala roce el lleno. No est¨¢ mal escogida. Salamandra es una sala heroica que defiende la m¨²sica en directo. Adem¨¢s, L'Hospitalet de Llobregat es una ciudad de emigrantes, que dotan a Ojos de Brujo de personalidad. L'Hospitalet, como los miembros del grupo, es una ciudad con ra¨ªces meridionales, flamenca por derecho, porque al fin y a la postre el flamenco es tambi¨¦n catal¨¢n. Y Ojos de Brujo son catalanes y flamencos, llegados de Formentera, Valencia, el barrio de la Trinidad, M¨¢laga y Viladecans. Pero tambi¨¦n est¨¢ Carlos Sarduy, trompetista cubano, que soplaba en La Habana hasta que el pianista Roberto Carcas¨¦s le reclut¨® para tocar en Color, una pieza de funk flamenco que forma parte de Techar¨ª, resultado de la m¨²sica de fusi¨®n que hunde sus ra¨ªces en la rumba, en el flamenco y en el hip-hop.
Caravana n¨®mada
Comienza el concierto. Marina Abad, la vocalista, surge como una deidad gitana de gasa negra. La secundan un tropel de m¨²sicos que parecen surgidos de una caravana n¨®mada, un circo de instrumentos ac¨²sticos y el¨¦ctricos que tiene un motor: Ram¨®n. Ram¨®n Gim¨¦nez es el gitano y una de las anclas que unen al grupo con la tradici¨®n. Guarda en sus venas el tesoro de la rumba catalana y del ventilador. Ha crecido en mercadillos, como Marina y como Panko, el disc-jockey que vend¨ªa perfumes de romero y que al sonar Sultanas de mercadillo evoca su pasado.
El concierto fluye y el p¨²blico da palmas hasta enrojecerlas. Las nuevas canciones se van por rumbas; Marina explica: "Tambi¨¦n maltratamos seguidillas y buler¨ªas". Carlos sopla su trompeta latina bombeado por una secci¨®n de ritmo implacable. La emoci¨®n llega con Corre Lola, una especie de reggae que Marina presenta diciendo: "Es una canci¨®n que me hace llorar y que Ram¨®n toca como si no la oyera porque, si no, tambi¨¦n llorar¨ªa".
Babelia
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