Colombia a la hora de las maniobras
Colombia vive una campa?a electoral in¨¦dita, y no por lo prolongada, porque, aunque las presidenciales son a fin de mayo, lo habitual es que el pa¨ªs transite entre la que ya ha acabado y la que va empezar, sino porque estrena presidente-candidato. ?lvaro Uribe, ex liberal sin partido y presidente que se postula, gracias a un remiendo constitucional, a un segundo mandato. En un Estado tan garantista como el colombiano hay una ley de garant¨ªas que regula tiempo y acceso a los medios, pero que, como en Europa o Estados Unidos, no impide que el jefe del Estado haga campa?a desde el poder, lo que suele dar bastante de s¨ª.
El presidente, que presenta en su programa la desmovilizaci¨®n de las autodefensas -como les complace a los paras que los llamen- necesita mostrar alg¨²n equilibrio en la pacificaci¨®n a diestro y siniestro. Y para ello ha echado a volar dos cometas. Una, la celebraci¨®n en La Habana de contactos con la segunda fuerza guerrillera del pa¨ªs, el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), y dos, una oferta de canje humanitario a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que forman unos 20.000 bandoleros ellos dicen que marxistas.
La primera ondea con ¨¦xito. Hay un preacuerdo para negociar con la guerrilla que dirigi¨® en vida el cura P¨¦rez, que como era ma?o la prensa local persiste en llamar espa?ol. Pero su trascendencia es limitada. El analista de uribismo reciente, Eduardo Pizarro y Leong¨®mez, ha subrayado a este columnista que la ruina econ¨®mica y pol¨ªtica del ELN le forzaba a "la negociaci¨®n, si no quer¨ªa desaparecer l¨¢nguidamente del panorama nacional". El grupo trat¨® de fusionarse con las FARC, pero la tropa de Marulanda s¨®lo admit¨ªa la absorci¨®n, y, como precisaba alguna percha para subsistir, ten¨ªa que pasar a la legalidad como parte de una izquierda en v¨ªas de unificaci¨®n. As¨ª, el Polo Democr¨¢tico Alternativo, formado por el Polo y la Alternativa, ser¨ªa su cabeza de playa en la pol¨ªtica. La periodista y escritora, Mar¨ªa Jimena Duz¨¢n, afirmaba, por su parte, que el ELN o renunciaba a la maleza o ten¨ªa que dedicarse a la coca para llegar a fin de mes. Y ha preferido negociar a envilecerse como s¨ª han hecho las FARC. Pero el fin de los elenos est¨¢ a¨²n lejos, porque menudean los escollos negociadores, tal que su pretensi¨®n de que se convoque una constituyente de paz, una especie de borr¨®n y cuenta nueva, cuando para Uribe el borr¨®n es la guerrilla, y s¨®lo ¨¦l se siente autorizado a hacer la cuenta nueva.
La segunda cometa o canje bondadoso ya es harina de otro costal. El Gobierno ha ofrecido despejar -desmilitarizar- una localidad para negociar durante un mes ese trueque, pero las FARC hab¨ªan pedido dos municipios, y, sobre todo, como apuntaba la ex editora de Semana, Mar¨ªa Teresa Ronderos, a la guerrilla no ha podido gustarle que Uribe hiciera p¨²blicos los contactos sin su consentimiento; de momento, pide aclaraciones a los tres pa¨ªses observadores del proceso, entre ellos Espa?a, sobre la propuesta, pero su inter¨¦s por hacer al presidente semejante regalo electoral ha de ser limitado, pensando que si ¨¦ste alcanza un segundo mandato, tratar¨¢ de liquidarla a sangre y fuego. Por a?adidura, esa gran empresa internacional de la pasta de coca puede entender que el tiempo juega en su favor, como con la reciente elecci¨®n del indio chavista, Evo Morales, a la presidencia de Bolivia, entre otros brotes de neo-izquierdismo latinoamericano.
Uribe ya tiene, en todo caso, lo que quer¨ªa y, salvo que se produzca una ruptura con el ELN de la que la opini¨®n pueda culparle, la desmovilizaci¨®n de los paras se ver¨¢ confortada por un proceso de paz con una ex guerrilla, ex mao¨ªsta, ex casi todo, y apenas expectante fuerza pol¨ªtica, que ya s¨®lo puede aspirar a negociar la entrega de las armas. Y aunque en Colombia unos meses pueden ser una eternidad, la primera gran duda sobre los comicios es la de si los rivales de Uribe llegar¨¢n a la segunda vuelta.
Desde el fracaso del proceso de paz con el presidente conservador Andr¨¦s Pastrana, a principios de 2002, y acto seguido la victoria de Uribe en primera vuelta, las FARC se preparan para ello en sus remotos cubiles de la monta?a. Esa ser¨¢ la verdadera segunda vuelta colombiana.
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