John Peter Moore, ex secretario de Salvador Dal¨ª
Su nombre se vio salpicado por acusaciones de falsificaci¨®n y robo
John Peter Moore (Londres, 1919), estrecho colaborador de Salvador Dal¨ª durante casi veinte a?os, muri¨® el lunes 26 de diciembre a la edad de 86 a?os en su residencia La Capitanerie, de Cadaqu¨¦s (Girona), a pocos metros de la casa, ahora convertida en museo, que el pintor surrealista tuvo en esta peque?a localidad de la Costa Brava.
Nacido en Londres, aunque de origen irland¨¦s, Peter Moore perdi¨® a sus padres en un accidente de tr¨¢fico cuando ¨¦l ten¨ªa 14 a?os. Moore estuvo bajo la custodia de un tutor hasta que, a punto de cumplir los 20 a?os, se alist¨® en el Ej¨¦rcito brit¨¢nico, donde, seg¨²n ¨¦l mismo reconoci¨®, adquiri¨® confianza en s¨ª mismo y endureci¨® su car¨¢cter. Su ascenso en el Ej¨¦rcito fue mete¨®rico hasta que, en 1946, se licenci¨®, con rango honor¨ªfico de capit¨¢n, para ocupar la direcci¨®n en la ciudad de Roma de la empresa cinematogr¨¢fica brit¨¢nica London Films.
Seductor, amante del buen vivir y con un depurado olfato para los negocios, el capit¨¢n Moore impresion¨® a Dal¨ª cuando sus destinos se cruzaron, en 1955. El encuentro entre Dal¨ª y el que ser¨ªa su secretario se produjo en la capital italiana.
Alexander Korda estaba realizando para London Films Ricardo III, con Laurence Olivier como protagonista, y decidi¨® encargar a Dal¨ª, que en aquella ¨¦poca estaba adquiriendo reconocimiento internacional como pintor, un retrato del actor con fines publicitarios. Korda encomend¨® a su mano derecha, Peter Moore, que se encontrara con Dal¨ª para negociar los honorarios para la ejecuci¨®n de la pintura. El ¨®leo, Retrato de Laurence Olivier en el papel de Ricardo III, fue conservado por el capit¨¢n Moore hasta el a?o 2000, cuando la Fundaci¨®n Dal¨ª lo compr¨® por medio mill¨®n de d¨®lares. Ahora puede contemplarse en el Museo Dal¨ª de Figueres. De aquel encuentro surgi¨® una relaci¨®n profesional entre Dal¨ª y Moore que se prolong¨® hasta 1972, cuando el capit¨¢n fue sustituido por el fot¨®grafo Enric Sabater como secretario personal del artista.
Dal¨ª contrat¨® a Moore para que fuera su agente y le propuso percibir un sueldo y un 10% de comisi¨®n de todos los negocios que generara su obra gr¨¢fica. La venta de dibujos y ¨®leos originales estuvo siempre en manos de Gala, la esposa y musa de Dal¨ª. Moore acept¨® sin pens¨¢rselo dos veces y, seg¨²n cuenta Ian Gibson en su libro La vida excesiva de Salvador Dal¨ª, el agente del pintor "se esforz¨® en encontrar maneras para ganar su 10% de comisi¨®n y desarroll¨® su instinto innato de hacer negocios r¨¢pidos". Gibson asegura que fue en esta ¨¦poca cuando empezaron a surgir reproducciones que, en algunos casos, acababan vendi¨¦ndose como originales. "Era el inicio de un camino resbaladizo por el que la reputaci¨®n de Dal¨ª como artista serio fue cayendo con rapidez alarmante con su consentimiento, mientras la d¨¦cada avanzaba", cuenta Gibson.
Mientras dur¨® su colaboraci¨®n con el genio ampurdan¨¦s, el capit¨¢n Moore acumul¨® una amplia y valiosa colecci¨®n de obras del pintor que en varias ocasiones ha resultado salpicada por acusaciones de falsificaci¨®n e incluso de robo. La doble imagen de Gala, por ejemplo, desapareci¨® de una galer¨ªa de arte de Nueva York y fue encontrada por la polic¨ªa en el Museo Perrot-Moore de Cadaqu¨¦s en 1999. Tras aquel episodio, el museo cerr¨® sus puertas al p¨²blico, hasta que, hace unas semanas, la esposa de Moore, Catherine Perrot-Moore, negoci¨® la venta del edificio al Ayuntamiento de Cadaqu¨¦s, que prev¨¦ convertirlo en un equipamiento cultural.
El capit¨¢n Moore neg¨® todas las acusaciones de que fue objeto, a pesar de que algunas acabaron en procesos judiciales que continuaban abiertos. Entre estos casos, el derivado de una acusaci¨®n de la Fundaci¨®n Gala-Salvador Dal¨ª tras la incautaci¨®n de 6.000 reproducciones no autorizadas de Dal¨ª.
Durante los ¨²ltimos a?os de su vida, Peter Moore fue vendiendo muchas de las obras de su colecci¨®n. Algunas de ellas fueron compradas por la Fundaci¨®n Dal¨ª, y otras, subastadas. Su c¨ªrculo de amistades considera triste que el cerco de la justicia se estrechara sobre Moore precisamente cuando su decrepitud era m¨¢s patente.
La imagen del galante y extravertido capit¨¢n intentando sacudirse con un peri¨®dico el acecho de los fot¨®grafos cuando sal¨ªa de prestar declaraci¨®n en una comisar¨ªa no encajaba en el mundo de glamour en el que siempre hab¨ªa vivido.-
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