Mongolia, del comunismo a la democracia
Las autoridades de Ulan Bator quieren mantener un equilibrio entre Rusia y China sin perder el apoyo de Estados Unidos

En el coraz¨®n del continente asi¨¢tico, Mongolia es protagonista de una singular metamorfosis desde el comunismo, imperante hasta 1990, hasta la democracia. A diferencia de Rusia y China, sus dos ¨²nicos vecinos, y de los Estados pos-sovi¨¦ticos de Asia Central, este pa¨ªs de m¨¢s de 1,5 millones de kil¨®metros cuadrados (m¨¢s de tres veces Espa?a) y 2,7 millones de habitantes se ejercit¨® en la alternancia pol¨ªtica y hoy es dirigido por un gobierno de coalici¨®n entre el Partido Popular Revolucionario (ex comunista) y fuerzas liberales.
La tolerancia en Mongolia es tan amplia como las estepas donde pacen los ganados que fueron la base de su econom¨ªa. No obstante, no puso fin a la miseria, las diferencias sociales y la corrupci¨®n. M¨¢s de un tercio de los mongoles viven en la pobreza y una cuarta parte son n¨®madas.
Los pastores de la democracia de Mongolia tienen vocaci¨®n occidental. Su formaci¨®n, en Mosc¨² o en otras antiguas capitales socialistas, fue semejante a la de los polacos o los checos, que, al calor de la perestroika, lideraron las revoluciones democratizadoras en los pa¨ªses aliados de la URSS. Al desintegrarse el imperio en 1991, estudiaron en EE UU o en Reino Unido.
"Cuando ces¨® la ayuda econ¨®mica sovi¨¦tica, Mongolia tuvo que recurrir a otras fuentes de asistencia. La vida misma nos forz¨® a la democracia, porque, para que EE UU, Jap¨®n, Corea del Sur o las instituciones internacionales nos ayudaran, tuvimos que cambiar", afirma el presidente de Mongolia, Nambariin Enjbayar. En 2004, un 14% del PIB mongol proced¨ªa de la ayuda internacional.
Con fronteras de 4.673 y 3.485 kil¨®metros, respectivamente, China y Rusia son los factores ineludibles entre los que Mongolia trata de "mantener un equilibrio absoluto", seg¨²n el ministro de Exteriores, Tsend Munh-Orgil. En los a?os veinte, los bolcheviques ayudaron al revolucionario mongol Damdin S¨¹jbaatar a afirmar su independencia frente a los chinos. En los sesenta, Mongolia se aline¨® militarmente con la URSS frente a China. Hoy, el pa¨ªs mantiene la dependencia energ¨¦tica de Mosc¨², pero Pek¨ªn se convirti¨® en su primer inversor y socio comercial.
Los chinos abren restaurantes, inundan de hortalizas los mercados, construyen edificios y son cada vez m¨¢s importantes como turistas. La penetraci¨®n china, sin embargo, exacerb¨® los prejuicios de los mongoles, que acusan a sus vecinos de comprar licencias mineras encubiertamente, de reventar los salarios y de diezmar la fauna del pa¨ªs. "Si en un pueblo mongol no hay perros, es que hay chinos", bromea una gu¨ªa tur¨ªstica local, que asegura "odiar tanto a los chinos como Hitler a los jud¨ªos".
En noviembre, en Ulan Bator, un grupo de enmascarados destroz¨® un hotel, un restaurante y una discoteca de propiedad china. Sambuu Demberel, el jefe de c¨¢maras de comercio de Mongolia, aconseja aunar intereses con los chinos, por ejemplo en la producci¨®n de lana de cashmeer, un sector en el que Pek¨ªn y Ulan Bator son l¨ªderes mundiales. "Como empresario, ?acaso debo expresar mi patriotismo pagando a un trabajador mongol no cualificado o a un chino que trabaja m¨¢s duro? Es una opci¨®n econ¨®mica y no emotiva", puntualiza. "En lugar de tenerles miedo, hay que pensar en c¨®mo aprovecharnos de su crecimiento econ¨®mico", afirma la parlamentaria Sanjaasurengin Oyun.
Cada a?o, 450.000 mongoles visitan China y cada vez son m¨¢s los que env¨ªan a sus hijos a estudiar a aquel pa¨ªs. Pero a la hora de definir su identidad, los mongoles siguen sinti¨¦ndose "m¨¢s cercanos al budismo tibetano y a las culturas india, rusa y europea", afirma el presidente Enjbayar.
Mongolia trata de superar sus limitaciones geogr¨¢ficas cultivando la relaci¨®n con los terceros vecinos, tal como denomina a los pa¨ªses con los que existen afinidades ideol¨®gicas, aunque no fronteras f¨ªsicas. El tercer vecino por excelencia este a?o fue EE UU. En noviembre, George W. Bush realiz¨® una visita a Ulan Bator para agradecer la ayuda en Afganist¨¢n y en Irak. Como pa¨ªs no alineado, Mongolia proclama la abstenci¨®n de alianzas militares, lo que no le impidi¨® enviar un contingente de 132 soldados a Irak. "Como pa¨ªs receptor de ayuda internacional, Mongolia tiene que contribuir al esfuerzo de reconstrucci¨®n de Afganist¨¢n e Irak", se?ala el ministro de Exteriores.
Los mongoles son observadores en la Organizaci¨®n de Shanghai, formada en 1996 por Rusia, China y los Estados de Asia Central. En julio, la organizaci¨®n pidi¨® a EE UU que retirara sus bases de la regi¨®n. El presidente y el ministro de Exteriores de Mongolia evitan pronunciarse sobre aquella decisi¨®n. La posibilidad de instalar bases militares norteamericanas en Mongolia "no ha sido solicitada ni considerada", se?ala Tsend Munh-Orgil.
La Embajada de EE UU en Ulan Bator se inaugur¨® en 1988 y hoy es la segunda por su tama?o, despu¨¦s de la rusa. La amplia ayuda norteamericana a Mongolia ha incluido asesoramiento legislativo, programas de reforma pol¨ªtica, un consejero econ¨®mico permanente adjunto al primer ministro y centenares de voluntarios dedicados a la ense?anza del ingl¨¦s.
M¨¢s all¨¢ de los vecinos reales y virtuales, Munh-Orgil aspira a participar en procesos de integraci¨®n m¨¢s globales, aunque reconoce sus limitaciones. "En el noreste de Asia es dif¨ªcil comenzar a ver los elementos de un proceso de integraci¨®n. Tenemos dos Coreas, fricciones entre Jap¨®n y China, y potencias poderosas que toman posiciones. Toda esta zona tiene que resolver muchos problemas antes de integrarse, as¨ª que miramos en diferentes direcciones", afirma.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
