Jean Reno, ante su papel menos respetable
El actor franc¨¦s interpreta a un inhumano y corrupto polic¨ªa en 'El imperio de los lobos'
Jean Reno (Casablanca, 1948) es una estrella en Francia, pero tambi¨¦n en Estados Unidos y en Jap¨®n, sobre todo cuando se le embarca en pel¨ªculas de acci¨®n. Hoy se estrena en Espa?a El imperio de los lobos, dirigida por Chris Nahon y basada en la novela de un autor de gran ¨¦xito, Jean-Christophe Grang¨¦, que tambi¨¦n ha escrito el gui¨®n. "Grang¨¦ es un tipo por el que siento una gran admiraci¨®n", explica Reno. "Antes de protagonizar El imperio de los lobos ya particip¨¦ en la adaptaci¨®n de otra novela suya, Los r¨ªos de color p¨²rpura. Es muy p¨²dico como persona, pero tambi¨¦n en su estilo, en su manera de escribir". Y eso agrada a Jean Reno, que no en vano ha sido adoptado por los estadounidenses como el sucesor de Lino Ventura. "Como ¨¦l, no me gusta desnudarme en p¨²blico". ?Verdad o mentira? En cualquier caso, es cierto que Reno logra no quitarse camisa y pantalones en la pr¨¢ctica totalidad de su filmograf¨ªa, lo que prueba tanto una tozudez notable contra la moda como una no menos notable conciencia de la propia imagen. "No hace falta desnudarse para resultar sexualmente atractivo. Pienso en esa caricia en el l¨®bulo de la oreja en Los puentes de Madison. No creo haber visto nada tan sensual nunca".
"La verdad es que no s¨¦ por qu¨¦ todos los cineastas me presentan como un mis¨®gino"
"Me parece que en lo m¨¢s profundo de mi personalidad est¨¢ lo andaluz"
En El imperio de los lobos, la casi totalidad de la acci¨®n transcurre en Par¨ªs. "Pero en un Par¨ªs que no tiene nada que ver con el de las postales. Sombr¨ªo, en el que llueve siempre, opresivo. En realidad, las capitales no son lugares agradables. Vivo entre Nueva York, Par¨ªs y Tokio, y puedo decir que las grandes ciudades son inc¨®modas, crean problemas de desplazamiento, de angustia. S¨®lo son buenas para las ratas. En la pel¨ªcula a menudo nos metemos en los subterr¨¢neos de la ciudad. Queremos ser hombres, queremos ser ¨¢ngeles y con frecuencia s¨®lo somos ratas", sentencia Reno.
En El imperio de los lobos, el personaje de Reno es igual a otros que ya ha encarnado, pero tambi¨¦n es distinto. "S¨ª, es un polic¨ªa, y es mis¨®gino, pero tambi¨¦n es el m¨¢s inhumano de los que he interpretado, un tipo capaz de cortar dedos para conseguir que el interrogado hable. Considera que para obtener sus fines cualquier medio es bueno. Es un polic¨ªa y un criminal al mismo tiempo. Alguien de quien podemos intuir un pasado dif¨ªcil, ya sea a trav¨¦s de las miradas que intercambia con la mujer que se ocupa del taller de confecci¨®n clandestino, o del tatuaje que luce. En definitiva, es el tipo menos respetable de todos los que me han tocado en suerte".
La trayectoria de Reno alterna cine policiaco moderno, con explosiones y hemoglobina en abundancia, con comedias que sacan partido de su impasibilidad y de su aparente incompatibilidad con el universo femenino. "La verdad es que no s¨¦ por qu¨¦ todos los cineastas coinciden en presentarme como un mis¨®gino, porque en la vida real creo que es justo lo contrario. Deben ver en m¨ª algo de lo que yo no soy consciente".
En cualquier caso, le encanta rodar comedias, como la que ahora encabeza con Roberto Benigni, El tigre y la nieve o esa Margareth con la que triunfa en EE UU. "Y luego vendr¨¢ la versi¨®n cinematogr¨¢fica de El c¨®digo Da Vinci. Hago de polic¨ªa del Opus Dei, un tipo complicado. No es f¨¢cil. En Hollywood les cuesta encontrar actores que sepan transmitir sensaci¨®n de fortaleza y seguridad pero que admitan una falla, una grieta en esa apariencia roque?a. Eso lo encuentras s¨®lo en un De Niro o en Pacino. En EE UU no te dejan mostrar el coraz¨®n".
Jean Reno es hijo de padres andaluces y habla un espa?ol aproximativo. "Me gustar¨ªa mucho rodar en Espa?a, pero nadie me lo propone". Su infancia transcurri¨®, primero en Marruecos, luego en Francia. "Pero me siento m¨¢s anglosaj¨®n que franc¨¦s, sobre todo porque me siento m¨¢s a gusto dentro de una l¨®gica liberal que dentro del esp¨ªritu reglamentista de mis compatriotas. No me interesa la pol¨ªtica ni el gusto imperante en EE UU. En lo m¨¢s profundo de mi personalidad me parece que est¨¢ lo andaluz, es decir, una capacidad para desdramatizar lo m¨¢s dram¨¢tico y comprender el lado serio de lo c¨®mico. Hay que saber hacer una broma en medio de un entierro y que no sea inoportuna".
Como muchos que se benefician del sistema de las majors, niega que ¨¦ste exista: "Nadie me ha obligado a rodar una pel¨ªcula determinada. Habr¨ªa podido intervenir en 15 producciones m¨¢s de haber querido, pero elijo en funci¨®n de la gente, del director y del gui¨®n. Cuando algo me gusta, cuando conf¨ªo en lo que se propone, siempre se encuentra una soluci¨®n". Y aclara que no se deja guiar por razones pol¨ªticas. "Las pel¨ªculas nunca han cambiado el destino del mundo. Es verdad que El imperio de los lobos est¨¢ parcialmente rodada en Turqu¨ªa y que habla de la extrema derecha turca, de la organizaci¨®n de los lobos grises. Las autoridades turcas nos dieron facilidades para rodar. Y la mafia turca, los que controlan el mercado negro de la inmigraci¨®n clandestina, tampoco puso problemas: dan trabajo a 700.000 personas y ve¨ªan el filme como un reconocimiento a su poder. La mafia en EE UU hubiera podido impedir las cintas que se han hecho sobre ella, pero, a fin de cuentas, las ve como un homenaje".
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