GPS
Seg¨²n una curiosa encuesta hecha p¨²blica por una marca de navegadores, cada uno de nosotros pasa un a?o y medio de su vida perdido. Estamos hablando de 18 meses, o 540 d¨ªas. En minutos asusta m¨¢s a¨²n. Pregunten, si no, lo que dura un minuto en tales circunstancias a los ni?os que se extrav¨ªan en las ferias del libro o en los grandes almacenes. Tambi¨¦n los adultos nos perdemos, y no siempre encontramos el camino de regreso. Abundan las estad¨ªsticas sobre personas desaparecidas. La cuesti¨®n es que, en el mejor de los casos posibles, resulta que uno, al final de su vida, ha estado un a?o y medio extraviado; un a?o y medio preguntando por tal calle o tal otra; un a?o y medio pidiendo a Dios que al dar la vuelta a la siguiente esquina apareciera un edificio familiar, una calle conocida, un rostro amigo.
La publicaci¨®n de la encuesta sugiere que nos podr¨ªamos ahorrar un a?o y medio de vida si dispusi¨¦ramos de un navegador. Desde ese punto de vista, salen muy baratos. Ahora bien, yo no cambiar¨ªa por nada mi a?o y medio de desorientaci¨®n. Debo todo lo que soy a esos momentos de ansiedad en los que no sab¨ªa d¨®nde me encontraba. Si Pulgarcito, en vez de miguitas de pan, hubiera utilizado un GPS, nos habr¨ªamos perdido uno de los cuentos m¨¢s importantes de la literatura oral. Precisamente, el GPS dispone de una opci¨®n titulada "Casa" para regresar al hogar. Lo mejor es que cuando llegas a la puerta, una voz misteriosa asegura que has llegado a "tu destino". Es ideal para aquellos que tienen dudas acerca de su matrimonio. Lo raro es que la opci¨®n "Casa" se activa del mismo modo tanto si vuelves de la iglesia como del prost¨ªbulo.
Todo esto no era para hablar mal de los navegadores. Al contrario, me he comprado uno con el que me pierdo de un modo ins¨®lito: llegando al sitio que buscaba. Lo que ocurre es que, una vez en ese lugar apetecido, me pregunto con frecuencia qu¨¦ hago all¨ª. No hay sensaci¨®n de p¨¦rdida m¨¢s fuerte que la que proporciona haber llegado a donde deseabas. Y para eso el GPS no tiene precio. A veces le propongo direcciones antiguas, de cuando era adolescente, y las encuentra, pero las personas que busco ya no est¨¢n.
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