Miles de familias practican la poligamia
Un hombre con varias mujeres y muchos hijos gana m¨¢s con prestaciones sociales que con trabajos pagados con el salario m¨ªnimo
El informe de la diputada Zimmermann sostiene que en Francia se dejan de lado la legislaci¨®n nacional y la Convenci¨®n Europea de los Derechos Humanos, a la hora de resolver determinados conflictos que afectan al estado civil, r¨¦gimen matrimonial, filiaci¨®n o sucesi¨®n, en beneficio de las normas que existen en los pa¨ªses de origen de los inmigrantes. As¨ª se explica que en plena Europa y en el seno de una sociedad formalmente laica existan entre 8.000 y 15.000 familias pol¨ªgamas, seg¨²n datos de la comisi¨®n parlamentaria, que rebaja las cifras m¨¢s alarmantes manejadas por asociaciones que militan contra la poligamia, pero constata la importancia del fen¨®meno.
Esta costumbre implica adem¨¢s un mecanismo de obtenci¨®n de subvenciones p¨²blicas. Cada persona nacida en Francia, a partir del segundo hijo, genera el derecho a una ayuda p¨²blica hasta que alcanza la mayor¨ªa de edad; tres o cuatro reto?os suponen unos 500 euros mensuales. Tampoco es infrecuente que el derecho al reembolso de las prestaciones sanitarias sea reclamado por todas las esposas de un mismo marido. En 1993 se adopt¨® una ley destinada a contener este fen¨®meno, que consiste en prohibir la entrega del permiso de residencia a los miembros de familias pol¨ªgamas: reconoce excepciones, pero acent¨²a la inseguridad en que viven las sucesivas esposas. Un padre con tres o cuatro mujeres y una quincena de hijos puede ganar mucho m¨¢s con prestaciones sociales que con trabajos pagados con el salario m¨ªnimo.
Lo que en un primer momento es medio para escapar de la miseria, con frecuencia se convierte en cruz para parte de estas familias. Este caso es real: una mujer de 30 a?os, procedente de Mal¨ª, lleg¨® a Francia con un visado tur¨ªstico, pero se qued¨® a vivir con su marido en la periferia de Par¨ªs. Al cabo de un tiempo, el marido trajo una segunda esposa e instal¨® a las dos en la misma casa, donde viv¨ªan los hijos que tiene con ambas. Tras un reguero de incidentes, el marido y la segunda esposa abandonaron a la primera sin documentos ni dinero.
Muchas primeras esposas, con hijos nacidos en Francia, siguen en el pa¨ªs aunque el marido regularice a la segunda mujer, lo cual deja a la primera sin derechos. M¨¢s que un matrimonio, esa situaci¨®n se parece a la esclavitud. Pero hete aqu¨ª que existe un convenio franco-marroqu¨ª de 1981 (hoy cuestionado), por el cual los marroqu¨ªes que viven en Francia pueden divorciarse y repudiar a las mujeres cuando los dos miembros de la pareja son marroqu¨ªes y "para conservar los fundamentos de su identidad nacional".
Matrimonios forzosos
Numerosas coesposas siguen llegando a Francia para vivir a merced de su marido y en una situaci¨®n legal sumamente precaria. "En caso de absoluta necesidad, utilizan los documentos de la primera esposa; no es raro que en los hospitales se produzcan dos nacimientos con pocos meses de intervalo a nombre de una misma mujer, lo cual tambi¨¦n plantea problemas en caso de separaci¨®n, porque esas mujeres se encuentran en la imposibilidad de probar que son madres de sus hijos", se lee en el informe de la comisi¨®n parlamentaria mencionada.
Unas 70.000 mujeres en Francia son v¨ªctimas de matrimonios forzosos, seg¨²n datos del Alto Consejo de la Integraci¨®n. "Las bodas forzadas est¨¢n presentes por todas partes, m¨¢s como consecuencia del acoso moral que de la presi¨®n f¨ªsica", confirman militantes de Ni Putas Ni Sumisas. "Ninguna familia acepta que sus hijas se vayan de casa antes de casarlas. Muchas chicas aguantan porque no quieren enfrentarse a sus padres, incluso las que trabajan y tienen algunos medios econ¨®micos para tratar de marcharse. Lo impide la cultura de los barrios".
El Gobierno de Par¨ªs, encabezado por Dominique de Villepin, "no deber¨ªa precipitarse en la construcci¨®n de respuestas urgentes a los disturbios que hemos vivido", a juicio de la soci¨®loga H¨¦l¨¨ne Orain. Por ejemplo, la medida gubernamental de recortar la escolaridad obligatoria hasta la edad de 14 a?os y encaminar r¨¢pidamente a los j¨®venes hacia tareas de aprendices "intenta responder a lo que se ha visto, que son los chicos encolerizados en los barrios sensibles", argumenta Orain. "Pero esa medida est¨¢ claramente destinada a los varones y no a las chicas. La respuesta pol¨ªtica a los disturbios no tiene en cuenta a las mujeres, por la sencilla raz¨®n de que no se les ha visto f¨ªsicamente en ellos. Parece como si ellas no tuvieran problemas. De este modo se perpet¨²a la situaci¨®n de dominaci¨®n y de falta de derechos c¨ªvicos de las chicas de los barrios populares, que no consiguen progresar hacia su independencia econ¨®mica ni al acceso a otros derechos".
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