"Me fumo dos porros en el recreo, pero controlo"
La edad de los consumidores habituales de 'cannabis' se reduce, y ya hay casos cl¨ªnicos con 12 a?os. La percepci¨®n de riesgo ante esta droga desciende entre los adolescentes
Sentado en el suelo, ante la atenta mirada de dos colegas, Miguel (nombre ficticio), un joven de 16 a?os con el pelo de pincho y hacia atr¨¢s como si fuera un erizo, acerca la llama de su mechero a una piedra de costo sin quemarse los dedos. Despu¨¦s la desmenuza en la palma de su mano, la mezcla con un cigarrillo rubio y l¨ªa un canuto que comparte con sus dos amigos. Es el primero del d¨ªa. Los tres adolescentes se lo fuman a la hora del recreo en plena calle, apoyados sobre la tapia que est¨¢ junto a su instituto, el Ramiro Maeztu de Madrid. Luego tienen clase de Matem¨¢ticas.
Pese a reconocer entre risas que los porros le restan atenci¨®n en los estudios y que le tienen "un poco atontado todo el rato", Miguel repite ese ritual unas ocho veces al d¨ªa: "Dos en el recreo y luego otro a la salida, y despu¨¦s cuando me apetece; durante la tarde, a veces en casa si no hay nadie y si no, me doy una vuelta y me los fumo en la calle. Lo hago porque me gusta, pero controlo. S¨¦ hasta d¨®nde debo llegar. Lo que me digan sobre los porros en la escuela me entra por un o¨ªdo y me sale por el otro".
La respuesta de Miguel se reproduce varias veces entre la veintena de j¨®venes que a esa hora consumen hach¨ªs en la valla del Ramiro Maeztu y pone de relieve la normalidad de una costumbre que se ha implantado en muchos colegios de toda Espa?a. Su frase tambi¨¦n resume la incapacidad de las campa?as institucionales contra la droga, que no han conseguido disminuir el consumo de cannabis (hach¨ªs) en los adolescentes.
Los datos del informe 2005 del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicoman¨ªas (OETD) revelaron el mes pasado que los j¨®venes espa?oles, junto con los brit¨¢nicos, son los que m¨¢s cannabis consumen y que un 22% ha probado esta droga recientemente. El estudio se?ala adem¨¢s que los j¨®venes de pa¨ªses donde el consumo de hach¨ªs est¨¢ por encima de la media est¨¢n cada vez m¨¢s dispuestos a considerar el consumo de esta sustancia como algo normal. Es la excusa que muchos adolescentes ponen: "Es que todos fuman, es que todos pillan".
Esa coletilla y la del "yo controlo", son las que m¨¢s preocupan a Jos¨¦ Garc¨ªa. Este veterano maestro, en el puesto de orientador del Ramiro Maeztu desde hace un a?o, asegura que no hay un perfil claro del adolescente que consume porros, aunque s¨ª del que empieza a tener problemas con la sustancia: "La mayor¨ªa de los adolescentes no consume, ahora bien, aquellos que lo hacen tienen siempre la sensaci¨®n de que nunca les va a tocar a ellos, que nunca tendr¨¢n problemas con el cannabis y que nunca caer¨¢n en otra droga m¨¢s fuerte. Normalmente el fumar porros en la adolescencia est¨¢ ligado a otros problemas como el fracaso escolar, o el hecho de que te haya dejado la novia. Es simplemente una forma de evadirse en la droga y en el grupo, que a esta edad ejerce mucha presi¨®n sobre el joven".
Ese joven es en realidad un ni?o. Jos¨¦ Luis Sancho, psic¨®logo y coordinador del ¨¢rea de menores y j¨®venes de Proyecto Hombre en Madrid, es el responsable de una de las terapias que esta ONG ofrece a aquellos chavales que se consideran consumidores abusivos de cannabis. Sancho asegura que la edad a la que los j¨®venes empiezan a consumir ha disminuido: "Hace cinco a?os s¨®lo ten¨ªamos a gente de 15 a?os o m¨¢s en nuestra terapia. Ahora tenemos a gente de 13 y nos estamos planteando bajar la edad porque empiezan a aparecer casos de ni?os con 12 a?os", explica.
A las 5 de la tarde, minutos antes de entrar en la sala donde tiene lugar la terapia a la que asisten desde hace menos de un a?o, Bernardo, ?lvaro y Ram¨®n (nombres ficticios), tres j¨®venes de 17, 18 y 19 a?os respectivamente, tratan de explicar por qu¨¦ llegaron a consumir unos 20 porros diarios y a no tener ganas de hacer nada.
"Yo empec¨¦ a fumar con casi 14 a?os. Luego me puse a pasar hach¨ªs y un d¨ªa la poli me pill¨® con 85 gramos. Me pusieron a cuidar a gente de la tercera edad y me di cuenta de que hab¨ªa personas que lo pasaban mal de verdad. Eso me hizo pensar, as¨ª que decid¨ª dejarlo y me met¨ª en la terapia", cuenta Bernardo.
?lvaro, que empez¨® con 13 a?os, tambi¨¦n se fumaba 20 diarios. "Me gastaba 20 euros todos los d¨ªas y cada vez un canuto me hac¨ªa menos efecto. No era capaz de concentrarme en nada de lo que hac¨ªa. Los del colegio me dijeron que buscara un psic¨®logo o me echaban del centro, as¨ª que llegu¨¦ aqu¨ª y la cosa va bien".
Ram¨®n es quiz¨¢ el que lo pas¨® peor. El consumo excesivo le caus¨® un brote psic¨®tico que le llev¨® al psiqui¨¢trico. "Fumaba mucho, sobre todo cuando jugaba al f¨²tbol. Poco a poco empec¨¦ a obsesionarme con la gente. Pensaba que todos me miraban en el metro. Ahora ya lo he dejado, es una condici¨®n para seguir en la terapia".
Si estos tres j¨®venes terminan con ¨¦xito los 18 meses que dura el programa de ayuda de Proyecto Hombre, ninguno de ellos llegar¨¢ a pedir asistencia para desintoxicarse a la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid que, en los ocho primeros meses de 2005 atendi¨® a 3.140 pacientes por adicci¨®n al cannabis, el doble de lo registrado en 2004. El perfil de los pacientes que acudieron a tratamiento es el de un var¨®n, de 28 a?os de media, que comenz¨® a consumir la sustancia en su adolescencia, seg¨²n fuentes del organismo.
Cifras como estas son las que despiertan la alarma en aquellos padres que descubren un d¨ªa el problema. Al enterarse de que su hijo de 16 a?os pasaba costo en el colegio, la primera reacci¨®n de Marisa fue manifestar su miedo con un castigo severo. "Me enter¨¦ por el colegio. Me avisaron de que le hab¨ªan pillado vendiendo y me llev¨¦ una decepci¨®n por el hecho en s¨ª y porque no hab¨ªa sido capaz de darme cuenta. Empec¨¦ por no dejarle salir y estar encima de ¨¦l todo el d¨ªa. Luego me di cuenta de que no era la forma de hacerlo, de que ¨¦l necesitaba ayuda y lo llev¨¦ a un centro donde empezaron a tratarle y a darle la atenci¨®n que necesitaba", comenta esta madre de 41 a?os que, pese a los problemas que ha tenido su hijo relativiza la situaci¨®n. "Creo que algunos padres tenemos a veces reacciones exageradas y otros pasan del tema y no aceptan que su hijo pueda estar meti¨¦ndose en un verdadero problema. Hay que evaluar cada caso", se?ala Marisa.
Aunque los expertos no encuentran un perfil definido del joven que llega al consumo abusivo, algunos aseguran que normalmente se trata de j¨®venes que no han destacado en nada en el colegio. Luego, cuando llegan al instituto se dan cuenta de que trasgrediendo normas, consiguen ser alguien, es decir, caer bien.
?se fue uno de los alicientes para Juan una vez que empez¨® a vender hach¨ªs. "Me sal¨ªan los colegas por todos lados. Trataba de darles lo mejor. Llegu¨¦ a tener placas de 200 gramos pero fui precavido y nunca tuve problemas con la polic¨ªa", cuenta este estudiante universitario de 22 a?os que empez¨® a consumir a los 16. "Luego lleg¨® un momento en el que no pod¨ªa m¨¢s. Todo era baj¨®n tras baj¨®n. Me sent¨ªa muy desmotivado, todo el d¨ªa tirado en la cama. Me dijeron que era por el hach¨ªs y empec¨¦ a tratarme. Cuando dej¨¦ de vender todos los colegas a los que yo les vend¨ªa desaparecieron".
El psic¨®logo Jos¨¦ Luis Sancho da algunas claves de por qu¨¦ el consumo de cannabis est¨¢ tan extendido entre los adolescentes. "Yo me resisto a echarle la culpa a los padres o a los colegios. Todos somos responsables. Es la sociedad la que alimenta un doble discurso que ha servido para que todos acabemos considerando el consumo de esta droga como algo normal, lo t¨ªpico a esa edad. No puede ser que un informativo est¨¦ dando todo el d¨ªa la vara con informaci¨®n sobre alijos y que luego, en una serie de televisi¨®n, todos nos estemos riendo cada vez que alguien sale fum¨¢ndose un porro", se?ala.
Sancho recuerda que las ¨²ltimas conclusiones presentadas por la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD) mostraban c¨®mo en Suecia y Finlandia los niveles de consumo eran m¨¢s bajos que en el resto de Europa. "Sin embargo, ¨¦stos no son pa¨ªses con una gran represi¨®n en el tema de las drogas. ?Por qu¨¦ entonces?, se pregunta este psic¨®logo. "Simplemente porque la sociedad en estos dos pa¨ªses s¨ª concibe los riesgos que conlleva el hach¨ªs", concluye.
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