Prohibido cantar victoria
Desde hace ya muchos a?os la comunidad internacional recibe mayoritariamente buenas noticias de Chile. El pa¨ªs no s¨®lo se ve estabilizado en su nueva democracia iniciada en 1989, sino que tambi¨¦n su econom¨ªa destaca por su pujanza, no en ¨²ltima instancia gracias a sus exitosos tratados de libre comercio laboriosamente conseguidos con Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y pa¨ªses asi¨¢ticos. Hace poco estas ofensivas bilaterales culminaron en un celebrado acuerdo con China.
En este marco tuvo lugar en diciembre la elecci¨®n presidencial. La candidata de la coalici¨®n gobernante desde 1989 fue la doctora socialista Michelle Bachelet, quien en esta primera vuelta obtuvo el 45,9% de los votos, es decir 20,5% m¨¢s que su m¨¢s cercano perseguidor derechista, el liberal Sebasti¨¢n Pi?era, y 22,7% m¨¢s que el conservador Joaqu¨ªn Lav¨ªn. Con esta abrumadora diferencia, el triunfo de la candidata oficialista parece un mero tr¨¢mite, en la final¨ªsima del 15 de enero.
Y sin embargo nadie en las fuerzas que apoyan a la rubia pol¨ªtica socialista canta en voz alta victoria. Un poco de aritm¨¦tica de escuela primaria revela la primera raz¨®n. La suma de los votos de los dos candidatos derechistas en la reciente primaria llega al 48,6%. De repetirse mec¨¢nicamente este resultado, la cifra supera el 45,9, de Michelle.
Ahora bien, los pol¨ªticos del a¨¦rea socialista desprecian esta suma elemental alegando que quienes practican esta obvia adici¨®n juntan "peras con manzanas". Es decir, los votos del conservador Lav¨ªn no ser¨ªan transportables en bloque al liberal Pi?era. Aparentemente tienen algo de raz¨®n. En la lucha de la primera vuelta por alcanzar el liderazgo de la alianza, los partidarios de uno y otro pr¨¢cticamente se arrancaron los ojos, y la circulaci¨®n de hiel entre ambas huestes puede haber dejado heridas profundas y ansias de venganza.
Pero yo nunca en la historia de la humanidad he visto que la derecha no se una en torno a sus intereses econ¨®micos, por mucho que entre ellos moment¨¢neamente se hayan pateado las rodillas y clavado dagas en el coraz¨®n. El d¨ªa de la elecci¨®n presumo que les sonar¨¢n alegres campanas de reconciliaci¨®n nupcial. Pensar de otra manera es un simp¨¢tico ejercicio de voluntarismo: wishful thinking.
A mi modo de ver, esta situaci¨®n se produce debido a una fenomenal paradoja que no he visto hasta ahora recogida en los analistas pol¨ªticos. La concertaci¨®n gobernante suscribi¨® la discusi¨®n para nominar su candidato presidencial a dos mujeres, la socialista Michelle Bachelet y la democratacristiana Soledad Alvear. Tras un breve periodo de campa?a para conseguir la nominaci¨®n dentro del conglomerado oficialista, y abrumada por la superioridad que las encuestas le daban a Bachelet, la democratacristiana Alvear desisti¨® de sus aspiraciones. Aparentemente, y de toda l¨®gica, excelente que una fuerza pol¨ªtica nomine a un solo candidato sin someter a dos de ellos a una prolongada pugna que hubiera dejado heridas y resquemores. Todo indicaba entonces que Bachelet como candidata ¨²nica gobiernista quedaba en una insuperable posici¨®n para enfrentar a una derecha dividida que le daba a la poblaci¨®n el espect¨¢culo lamentable de sus odios y ri?as internas.
Y sin embargo, en pol¨ªtica nada es rotundamente de un color. La unicidad de Bachelet se transform¨® en la soledad de Bachelet. "Entregada a su triunfo", pas¨® a un equivalente "entregada a su suerte". Los activistas de la centro-izquierda hicieron campa?a por sus candidatos a senadores y diputados pero se durmieron en los laureles del "fen¨®meno Bachelet". Ella misma se quejaba el domingo 27 de diciembre a toda p¨¢gina: "Me falt¨® m¨¢s terreno, m¨¢s terreno, m¨¢s terreno", con esa triplicaci¨®n afectiva del sustantivo tan propio de los chilenos cuando quieren enfatizar algo.
Y ¨²ltima faceta de la paradoja. As¨ª como el triunfo c¨®modo de Bachelet dentro de su concertaci¨®n hizo que los activistas no se agitaran por ella en la primera vuelta, la encarnizada lucha en la alianza de dos oponentes por conseguir un voto m¨¢s que el otro y as¨ª ser el candidato ¨²nico de la derecha en la segunda vuelta electoral, mantuvo a sus partidarios febrilmente activos. Tanto Lav¨ªn como Pi?era estaban "electrizados", sedientos de ¨¦xito, desesperados por decantar en su favor la ¨¢lgida pugna por ser el portavoz de la derecha. Por cierto que las heridas de la campa?a son graves, y a la larga tendr¨¢n consecuencias. Pero dudo que estas consecuencias afecten la inminente contienda electoral del 15 de enero de 2006. Sus partidarios quedaron acelerados: quienes ganaron con Pi?era quieren ahora desenfrenadamente llegar m¨¢s alto, quienes perdieron con Lav¨ªn saben que ¨¦ste para gobernar los necesita. El ¨¢rbol derechista de enero ser¨¢ perfectamente bipolar. Su base de partida, de acuerdo a la primera vuelta de diciembre es 48,6%. Exactamente la misma votaci¨®n que tuvo Joaqu¨ªn Lav¨ªn en la segunda vuelta presidencial de 2000 cuando lo derrot¨® Lagos.
Ser¨ªa extremadamente realista partir de la base que esa es la votaci¨®n top y estable de la derecha en Chile. Con semejante apronte sus fuerzas est¨¢n a 1,5% de alcanzar el triunfo el 15 de enero.
Pero el factor m¨¢s importante en esta elecci¨®n es el voto de la izquierda, compuesta b¨¢sicamente por comunistas y humanistas, que obtuvieron en la primera vuelta el 5,4% de los votos. El candidato humanista de este bloque, autodenominado con cierto optimismo "Juntos Podemos", llam¨® a su gente a votar "nulo" en la segunda vuelta, ya que seg¨²n su criterio tanto el pacto gobiernista como la oposici¨®n de derecha son en el fondo lo mismo: apoteosis neoliberal. Sus aliados comunistas son infinitamente m¨¢s cautos y negociaron el apoyo a Michelle, ya que la izquierda puede tener reservas contra la centro-izquierda, pero no se ve en una coyuntura en que por su acci¨®n u omisi¨®n resultara elegido el hombre de la derecha. El peso hist¨®rico de esta cat¨¢strofe da?ar¨ªa a sus propias filas. Volvamos a las matem¨¢ticas elementales. Michelle 45,9 + Comunistas y aliados 5,4 = 51,3.
?Si las cosas fueran as¨ª de mec¨¢nicas: triunfo para la rubia doctora! ?Pero a veces las cosas son as¨ª de mec¨¢nicas: 51,3 fue exactamente el resultado que tuvo Ricardo Lagos para proclamarse presidente hace seis a?os!
Sin embargo, para que esta simetr¨ªa funcionara las jactancias humanistas de que votar¨¢n "nulo" tendr¨ªan que ser meros fogonazos sin sustancia. Pero en caso de que cumplieran su promesa: ?tiembla tierra!
Si el pueblo chileno, en estas circunstancias, elige a Pi?era, perder¨ªa una magn¨ªfica oportunidad de atenerse a una l¨®gica pol¨ªtica y emocional impecable.Porque Michelle Bachelet representa la continuidad de uno de los gobiernos m¨¢s exitosos en la historia de mi pa¨ªs y cuenta con el apoyo irrestricto de los mejores economistas y pol¨ªticos que forjaron este ¨¦xito y que militan en sus mismas filas.
Porque su biograf¨ªa es casi una s¨ªntesis emocional de la historia de Chile desde la Unidad Popular de Salvador Allende hasta el d¨ªa de hoy: hija de un general constitucionalista que fue torturado por los militares golpistas hasta que muri¨® en prisi¨®n. Ella misma fue llevada a la c¨¢rcel y torturada. Como decenas de miles de chilenos sufre el exilio y superando sus rigores se titula de m¨¦dico en Alemania. Como otras tantas decenas de miles de compatriotas, apenas las condiciones lo permiten vuelve al pa¨ªs y trabaja contra la dictadura por la recuperaci¨®n democr¨¢tica.
En el Gobierno ejemplar de Ricardo Lagos asume el Ministerio de Salud mostrando una c¨¢lida cercan¨ªa a la gente, posici¨®n desde la cual comienza a conquistarla. Tras este cargo, es designada nada menos que ministra de Defensa, posici¨®n que asume con brillo y con un talante tan noble que muestra cabalmente su gran car¨¢cter: la hija de un general torturado, es capaz de perdonar y encabezar con autoridad los destinos de las Fuerzas Armadas.
?Y es mujer! Es el momento, la hora precisa para que Chile muestre otra faceta de su singular destino y recuperaci¨®n. Es tambi¨¦n la promesa de una profundizaci¨®n democr¨¢tica ordenada ahora que el Parlamento resulta por primera vez favorable a su coalici¨®n.
Es la esperanza muy concreta de que ahora se imponga ese matiz de mayor ternura y equidad que tanta falta le hace a Chile, al viril triunfador de Am¨¦rica Latina.
Claro que la lucha ser¨¢ ¨¢spera, y muy cierto que existe el riesgo que Michelle pierda. Si esto sucediera nada grave ocurrir¨ªa en la s¨®lida estructura actual de Chile.
Pero ser¨ªa el castigo absurdo a un Gobierno que no se lo merece y una derrota de las espl¨¦ndidas mujeres de mi pa¨ªs que tienen en Michelle Bachelet la encarnaci¨®n m¨¢s transparente de sus dolores, luchas y sentimientos.
Antonio Sk¨¢rmeta es escritor chileno; su ¨²ltima novela es El baile de la Victoria (Planeta).
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