Vivir con Mozart
Durante todo el a?o 2006 vamos a ver, leer y o¨ªr mucho sobre Mozart, nacido hace 250 a?os y cuyo legado creador aparece hoy m¨¢s vivo que nunca. Es, en el fondo, el destino de los cl¨¢sicos, su nada impasible permanencia a trav¨¦s de su interpretaci¨®n por distintas generaciones que siempre hallan en ellos cosas nuevas, filtradas por una realidad cambiante, y que por eso permanecen.
Mozart aparece como el ejemplo de la capacidad del ser humano para expresarse a trav¨¦s de la belleza y hacerlo en su totalidad. Como Shakespeare, nada deja el salzburgu¨¦s sin tratar, desde la complejidad de su universo interior a la volubilidad del alma de los hombres, de la permanencia del mito al milagro del centelleo de una inspiraci¨®n siempre alerta. Y todo ello en una obra en la que hasta lo circunstancial aparece atravesado por el fulgor del genio, consciente de su propia necesidad de ser y de durar.
"Es la m¨²sica misma", dijo de ¨¦l Luis Cernuda. Lo es en su acepci¨®n como suma de sonidos, pero tambi¨¦n como sucesi¨®n de emociones. Y es, igualmente, la m¨²sica como consuelo, el mismo que a ¨¦l le produc¨ªa cuando la escrib¨ªa en condiciones no siempre gratas. No hay que olvidar al Mozart ni?o prodigio recorriendo los caminos y las ciudades de Europa, tocando ante la aristocracia, que se sorprend¨ªa de su talento pero que acabar¨ªa dej¨¢ndole de lado. Pero tampoco al Mozart que supo emanciparse de los poderosos para los que trabajaba a sueldo y vivir la independencia del hombre libre que s¨®lo rinde cuentas a su conciencia de ciudadano y de creador, del hombre que convive con el ¨¦xito y con el fracaso con la naturalidad de quien los conoce demasiado bien como para fiarse de ellos.
Para quienes la m¨²sica forma parte de su vida, el aniversario ser¨¢ ocasi¨®n de revisar su propia relaci¨®n con el compositor. Pero para muchos, que creen no necesitar la m¨²sica para vivir, estos meses podr¨ªan ser un acicate para acercarse a ella, para perder el respeto ante lo casi desconocido. Y para eso Mozart es perfecto, pues ofrece todo lo que se puede desear y en todos los formatos posibles: ¨®peras, sinfon¨ªas, m¨²sica de c¨¢mara o conciertos para piano.
Su mundo es inmenso y lo que nos dej¨® tras morir a los 35 a?os est¨¢ ah¨ª, entero y verdadero para su disfrute. ?se debe ser el resultado, dentro de 12 meses, de tantas y tantas palabras: conseguir que, al fin, la m¨²sica de Mozart nos acompa?e. Como la pintura de Vel¨¢zquez o como el Quijote, que viven all¨ª, en la misma cumbre.
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