La huelga de metro de Nueva York refuerza el teletrabajo
Con el 'telecommuting' el paro del transporte apenas afect¨® al sector financiero - La relaci¨®n jefe-empleado, obst¨¢culo para que se extienda
Hace 25 a?os, cuando Nueva York sufri¨® su pen¨²ltima huelga de transporte p¨²blico, apenas algunas tecnolog¨ªas inform¨¢ticas estaban en la calle. El pasado diciembre, cuando siete millones de neoyorquinos tuvieron que enfrentarse a tres d¨ªas sin metro y autob¨²s, las nuevas tecnolog¨ªas -Internet, el correo electr¨®nico, las blackberry, el tel¨¦fonos m¨®vil y el ordenador port¨¢til- demostraron que han cambiado tanto nuestra forma de vida que hasta una huelga de transporte se vive de forma diferente.
Mientras que en el sector comercial y de servicios de ocio la presencia f¨ªsica es imposible de reemplazar con lo que en Estados Unidos se define como telecommuting (trabajar en cualquier parte sin necesidad de ir a la oficina), en sectores como el financiero, donde trabajan 445.000 personas, la huelga apenas se not¨®.
Las nuevas tecnolog¨ªas son su herramienta principal y, por tanto, acudir a la oficina no era esencial. En la consultor¨ªa Merrill Lynch, cuya plantilla neoyorquina es de 9.000 personas, el telecommuting o teletrabajo se practic¨® ampliamente. "En cada una de nuestras sucursales se dio la opci¨®n de trabajar en casa. Funcionamos con tel¨¦fono y correo electr¨®nico", declar¨® a Ciberp@¨ªs Selina Morris, de Merrill Lynch.
"El problema fundamental son los jefes. Ayer pude trabajar en casa, pero hoy quer¨ªan verme la cara, aunque el trabajo sea el mismo", asegura Mark Smith, empleado de una compa?¨ªa de software. "Aunque vivamos en un mundo wireless, la cultura a¨²n no ha evolucionado como la de las nuevas tecnolog¨ªas y eso va a retrasar el teletrabajo".
En 2001 el congresista Frank Wolf consigui¨® que se aprobara una ley para permitir el teletrabajo a los funcionarios federales, pero no se ha puesto en pr¨¢ctica. Su idea era combatir el tr¨¢fico y la contaminaci¨®n, y evitar el colapso ante un ataque terrorista o una huelga. Su objetivo parece a¨²n estar lejos, no tanto por problemas log¨ªsticos como por esa tradici¨®n arraigada de relaciones de poder jefe-empleado.
Para Kenneth Jackson, profesor de la Universidad de Columbia, la explicaci¨®n es sencilla: "Incluso a los expertos en Internet les gusta la estimulaci¨®n de otros humanos presentes en carne, no en las pantallas". Seg¨²n WorldatWork, en 2005 hubo 9,9 millones de personas que trabajaron en casa al menos un d¨ªa al mes.
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