Ciencia y laicidad
Las relaciones entre las ciencias y las religiones nunca han sido f¨¢ciles. Si repasamos la historia encontramos episodios en que iglesias de distinto credo han llegado a actuar con extrema violencia contra quienes propon¨ªan nuevas ideas cient¨ªficas y los ejemplos famosos est¨¢n en la memoria de todos. Ha habido tambi¨¦n en el pasado siglo persecuciones de creencias religiosas por parte de poderes pol¨ªticos que dec¨ªan actuar en nombre de determinadas concepciones cient¨ªficas. Tanto en un caso como en el otro, para actuar como lo hac¨ªan, los poderes establecidos deb¨ªan sentir que las bases de su poder eran atacadas ya sea por la ciencia, ya sea por una concepci¨®n religiosa. En la actualidad no se dan conflictos tan virulentos, al menos en los pa¨ªses con una forma de gobierno democr¨¢tica, pero en los ¨²ltimos tiempos hay unos hechos que parecen revivir viejas costumbres o indicar un nuevo tipo de conflicto. Nada ser¨ªa m¨¢s negativo que volver a las andadas.
No es una sorpresa en t¨¦rminos hist¨®ricos que en el Renacimiento europeo se planteara un conflicto entre ciencia y religi¨®n de las dimensiones en que ocurri¨®. De alguna forma los descubrimientos en astronom¨ªa y en medicina socavaban lo que algunos consideraban el fundamento de sus creencias. Y en estas creencias se fundamentaban muchos valores de la ¨¦poca y el poder que ejerc¨ªan iglesias y pr¨ªncipes. En el siglo XX el proceso se ha completado. La cosmolog¨ªa es una parte de la astrof¨ªsica; el origen de la vida es un tema de la interfase entre la qu¨ªmica y la biolog¨ªa, y la uni¨®n entre gen¨¦tica y neurociencias est¨¢ proporcionando una base fisiol¨®gica a conceptos como el de libre albedr¨ªo o el de conciencia que van a tener profundas implicaciones sociales en el futuro que se avecina. Incluso hay quien pretende haber descubierto genes que determinan si alguien es creyente o no. En este contexto los que han defendido posiciones m¨¢s radicales del materialismo predec¨ªan la muerte inmediata de las religiones e incluso las persiguieron como instrumentos de los considerados poderes reaccionarios.
Sin embargo la realidad demuestra que la desaparici¨®n de las religiones no es para hoy ni para ma?ana. Hay en grandes capas de la poblaci¨®n un renacimiento de las creencias religiosas que en muchos lugares del mundo como los de tradici¨®n isl¨¢mica est¨¢n volviendo a ser la base de la organizaci¨®n social. Podr¨ªa decirse que es una cuesti¨®n de educaci¨®n, lo cual puede ser cierto en algunos casos, pero incluso el porcentaje de cient¨ªficos con creencias religiosas no es despreciable. Encuestas realizadas a nivel europeo muestran que si a principios del siglo XX tres cuartos de los cient¨ªficos cre¨ªan en la existencia de un ser creador, a finales del mismo siglo el porcentaje hab¨ªa bajado a un cuarto. Sin embargo no hab¨ªa llegado a cero. Hay cient¨ªficos de primera fila que tienen profundas creencias religiosas. Y hay sin duda un alto porcentaje de creyentes que sigue de cerca los avances cient¨ªficos y los integran en su concepci¨®n del mundo. Por tanto ni hubo eliminaci¨®n de la ciencia por parte de la religi¨®n en su momento ni habr¨¢ eliminaci¨®n de la religi¨®n por la ciencia en un pr¨®ximo futuro. En consecuencia en nuestras sociedades avanzadas, en las que la tolerancia es una de las bases de la convivencia social, ciencia y religi¨®n deber¨¢n buscar la manera de encontrar los t¨¦rminos de su coexistencia, si queremos emplear un t¨¦rmino pol¨ªticamente correcto.
La cuesti¨®n se plantea ahora porque en los ¨²ltimos tiempos la situaci¨®n ha pasado por per¨ªodos de conflicto. Por ejemplo, con la ense?anza de la evoluci¨®n en las escuelas de Estados Unidos pero tambi¨¦n de alg¨²n pa¨ªs europeo. Por ejemplo, con las condiciones del uso de embriones humanos en la investigaci¨®n sobre c¨¦lulas madre. Por ejemplo, con el uso de animales en la experimentaci¨®n a la que se oponen concepciones de base budista y grupos radicales sobre todo en algunos pa¨ªses anglosajones. Y se podr¨ªan extender los ejemplos a las limitaciones que se plantean sobre los grandes proyectos de investigaci¨®n o a concepciones de la naturaleza que impregnan algunas concepciones ecologistas. En cualquier caso el conflicto no se plantea s¨®lo en el ¨¢mbito de la educaci¨®n sino tambi¨¦n en el de la definici¨®n de las prioridades de la investigaci¨®n cient¨ªfica o en las condiciones en las que se desarrolla ¨¦sta y sin duda en c¨®mo se aplican sus resultados. Por esta raz¨®n, al menos en los pa¨ªses desarrollados, son en los comit¨¦s escolares, los comit¨¦s de reflexi¨®n prospectiva o los comit¨¦s de ¨¦tica los lugares preferentes donde estos conflictos se expresan y donde es posible tratar de encontrar un equilibrio entre los valores que defienden unos y otros. En Europa, donde nos encontramos en un entorno de expresi¨®n creciente de diversas concepciones culturales, este tipo de conflictos va teniendo una intensidad y una complejidad mayores.
Por tanto va a tenerse que hacer un esfuerzo de discusi¨®n y de clarificaci¨®n de las posiciones de forma transparente para que los poderes p¨²blicos vayan tomando sus decisiones en cada momento. Para resolver los conflictos potenciales de este tipo que se estaban planteando en el curso del establecimiento de los sistemas democr¨¢ticos desde el siglo XVIII hasta la actualidad, se acu?¨® el t¨¦rmino de laicidad como una de las caracter¨ªsticas de estas sociedades. Si miramos el diccionario veremos que define la toma de decisiones pol¨ªticas en condiciones de independencia respecto de cualquier organizaci¨®n o concepci¨®n religiosa. Ya vemos las dificultades que en un pa¨ªs como el nuestro plantea este t¨¦rmino en cuestiones como las de la educaci¨®n. Pero en las decisiones cient¨ªficas el definir un ¨¢mbito que sea aut¨®nomo de las concepciones personales es imprescindible. Esta autonom¨ªa se halla en la misma base de la pr¨¢ctica cient¨ªfica sin la cual la ciencia misma pierde su sentido. Un concepto cient¨ªfico debe tener la misma validez en Europa que en Asia o en ?frica sea cual sea la base filos¨®fica o religiosa de quien estudia o desarrolla su actividad. Y es en el ¨¢mbito ¨ªntimo de las concepciones de cada individuo donde ¨¦stas, en su complejidad, se armonizan. Ya en el terreno de las decisiones p¨²blicas, una excesiva presi¨®n de las organizaciones religiosas tratando de dirigir la investigaci¨®n hacia los temas que consideran prioritarios o limitando la experimentaci¨®n en ciertas direcciones produce conflictos en muchos casos innecesarios. Vivimos en un mundo competitivo y con multiplicidad de culturas, y si una l¨ªnea de investigaci¨®n es prometedora por el avance que representa en el conocimiento o por sus aplicaciones potenciales el trabajo acabar¨¢ haci¨¦ndose y la aplicaci¨®n desarroll¨¢ndose.
Pero igualmente la falta de transparencia en los prop¨®sitos de una investigaci¨®n o el no ser consciente de que alg¨²n tipo deexperimentaci¨®n puede chocar con algunas concepciones religiosas o ideol¨®gicas puede ser el detonante que encienda este tipo de conflictos. Ya hemos visto ejemplos repetidos de estas situaciones que van desde el uso de embriones humanos al uso de plantas o animales modificados gen¨¦ticamente y se puede plantear pronto con las nanotecnolog¨ªas. El no ser consciente a tiempo del conflicto potencial acaba creando una situaci¨®n que puede ser negativa no ya para el uso de una aplicaci¨®n determinada, sino para la misma investigaci¨®n b¨¢sica. Tambi¨¦n los cient¨ªficos debemos ser conscientes de que vivimos en un mundo complejo en el que se expresa una multiplicidad de convicciones distintas que reclaman respeto. En estas circunstancias no hay otra v¨ªa para evitar o resolver los conflictos que el conocimiento y el respeto de las posiciones personales y de los valores que se defienden sin ¨¢nimos de reclamar posiciones hegem¨®nicas. Y ello implica la definici¨®n y el respeto de la autonom¨ªa de los respectivos ¨¢mbitos de actuaci¨®n. Es a partir de esta autonom¨ªa cuando es factible establecer puntos de di¨¢logo para conocer las posiciones respectivas y proponer consensos que sirvan a los poderes p¨²blicos en sus tomas de decisiones. En este punto el t¨¦rmino de laicidad, es decir, de independencia de la actividad p¨²blica respecto de unas concepciones determinadas, toma todo su sentido.
Pere Puigdom¨¨nech es investigador del laboratorio de gen¨¦tica molecular vegetal CSIC-IRTA.
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