Cuando la vieja Castilla era joven
Plazas medievales e iglesias mud¨¦jares invitan a callejear por la villa abulense donde pas¨® su ni?ez Isabel la Cat¨®lica
El 1494, corri¨¦ndose toros bravos en Ar¨¦valo durante las fiestas de Santiago, Isabel la Cat¨®lica contempl¨® horrorizada c¨®mo los astados her¨ªan mortalmente a dos mozos, y decidi¨® que hab¨ªa que hacer algo para evitar futuros accidentes, al menos en su presencia. D¨ªas despu¨¦s, en la misma villa abulense, se prob¨® un invento de la reina -coronar los pitones con bolas- que, a la larga, no satisfizo a nadie, pues ni el matador pod¨ªa demostrar su valent¨ªa, ni el que iba a morir, defenderse.
De ah¨ª que a¨²n digamos, cuando nos toca hacer un trabajo engorroso y deslucido, que es un embolado. El tiempo, ese morlaco cuyos cuernos nadie puede trucar, acabar¨ªa derribando, sin ninguna consideraci¨®n, el palacio de Ar¨¦valo, donde la ilustre inventora pas¨® su ni?ez.
El castillo, salvado de la ruina, domina un hermoso panorama de alamedas y puentes
Tampoco es que haya corrido mucha mejor suerte el resto del casco viejo, anta?o lujosa habitaci¨®n de s¨®lo cinco familias -Brice?os, Montalvos, Sede?os, Berdugos y Tapias- y hoy un laberinto fantasmal de casonas decr¨¦pitas por el que el viajero se pasea advirtiendo la escalofriante brevedad de tantas glorias, t¨ªtulos, vanidades e ideas necias como en el mundo hay y ha habido.
De la ruina se ha librado, por los pelos, el castillo de Ar¨¦valo, que despu¨¦s de muchas vicisitudes -fue cementerio y granero- y reformas, sigue dominando, desde la confluencia de los r¨ªos Adaja y Arevalillo, un hermoso panorama de alamedas y puentes: el g¨®tico de Medina y el mud¨¦jar de los Barros. En ¨¦l vivieron, a placer, personajes como Juan II, Isabel de Portugal, el pr¨ªncipe de Viana o Isabel la Cat¨®lica, y a la fuerza, prisioneros como la reina do?a Blanca, el duque de Osuna o el pr¨ªncipe de Orange; cada cual, claro est¨¢, a su debido tiempo, porque si no hubiese sido un l¨ªo.
Tres grandes plazas forman el espinazo hist¨®rico de Ar¨¦valo. La m¨¢s cercana al castillo, la de la Villa -donde se lidiaron los primeros embolados-, constituye, pese al calamitoso estado de su flanco sur, uno de los m¨¢s bellos ejemplos de plaza tradicional castellana, con sus casas de entramado de madera y ladrillo y sus soportales apoyados, ora sobre postes, ora sobre columnas de piedra.
El ¨¢bside de Santa Mar¨ªa y las torres gemelas de San Mart¨ªn -pura fantas¨ªa mud¨¦jar- acent¨²an el sabor medieval y morisco de este venerable foro. En la siguiente plaza, la del Real, no queda ni rastro del palacio de Juan II, donde Isabelita jugaba a las reinas. S¨ª se conserva, en cambio, el monumental arco de Alcocer, uno de los pocos restos del antiguo recinto amurallado. A su vera, la casa del Concejo alberga el Centro de Interpretaci¨®n de la Naturaleza, con paneles que informan sobre la fauna que pulula en las estepas cerealistas del entorno de Ar¨¦valo -para¨ªso de la avutarda- y un monitor que permite ver en directo a las cig¨¹e?as que anidan en los altos, mud¨¦jares, silenciosos y, de no ser por ellas, ya in¨²tiles campanarios de la villa.
Al otro lado del arco de Alcocer, una estatua de Isabel la Cat¨®lica moza mira con franqueza, como quien conoce bien el lugar, para la grande plaza del Arrabal, que es el centro comercial de la villa desde el siglo XII. En ella, y en sus aleda?os, est¨¢n los restaurantes que dan el mejor tost¨®n -cochinillo asado-, las pasteler¨ªas reventonas de mantecadas y jesuitas y los anticuarios que mercadean con los muebles de las casas y palacios que, por los motivos que sean, no acaban nunca de restaurarse en el casco viejo. A dos kil¨®metros de Ar¨¦valo se alza la ermita de la Lugareja, que dicen, los que saben, que es una de las obras cimeras del rom¨¢nico mud¨¦jar castellano. Y m¨¢s all¨¢ se extiende, hasta la sierra de ?vila, la Mora?a, una inmensa llanura paniega donde parece que no hay nada, pero en la que, a medida que uno se adentra, se descubren por doquier lagunas plet¨®ricas de aves, cual la de El Oso, y enclaves de tanta miga hist¨®rica y monumental como Fontiveros, cuna de san Juan de la Cruz, o como Madrigal de las Altas Torres, donde en 1451 naci¨® la inventora de los toros embolados.
Asados y mantecadas
- C¨®mo ir. Ar¨¦valo se halla en el norte de ?vila, a 124 kil¨®metros de Madrid yendo por la A-6. Hay autocares de la empresa Auto Res tel¨¦fono: 902 020 999, que salen de la plaza del Conde de Casal.
- Qu¨¦ ver. Castillo; puentes de Medina y de los Barros; plazas de la Villa, del Real y del Arrabal; iglesias de San Mart¨ªn, Santa Mar¨ªa, San Miguel, San Juan Bautista y Santiago; arco de Alcocer; casa del Concejo; y, a dos kil¨®metros de la villa, ermita de la Lugareja.
- Alrededores. Puede hacerse una ruta en coche por la comarca de la Mora?a, visitando Madrigal de las Altas Torres (a 29 kil¨®metros de Ar¨¦valo), Fontiveros (a 26 kil¨®metros) y la laguna de El Oso (a 28 kil¨®metros).
- Comer. Siboney (tel¨¦fono 920 301 523): sus anchoas y sus asados gozan de gran fama entre los arevalenses; 25-30 euros. Las Cubas (920 300 125): cordero y cochinillo asados al estilo castellano; 25 euros. El Tost¨®n de Oro (tel¨¦fono 920 300 798): jud¨ªas blancas con chorizo, cochinillo y lechazo; 25 euros. La Posada (tel¨¦fono 920 300 045): cocina casera y asados a precios razonables; 15-20 euros.
- Dormir. Posada de San Miguel Arc¨¢ngel (tel¨¦fono 920 302 233): hotel rural con vistas al r¨ªo Arevalillo, detalles arquitect¨®nicos de inspiraci¨®n mud¨¦jar y muebles de ¨¦poca; doble, 72-120 euros. Fray Juan Gil (tel¨¦fono 920 300 800): hotel moderno, con 30 habitaciones bien equipadas; 55 euros. Hostal del Campo (tel¨¦fono 920 302 496): c¨¦ntrico, con habitaciones amplias y luminosas; 34 euros.
- Compras. Mantecadas y jesuitas, en las pasteler¨ªas ?lvarez (Zapateros, 12) y Calabr¨¦s (plaza del Arrabal, 21). Antig¨¹edades, en Parrado (plaza de Isabel la Cat¨®lica, 1) y Molina (Teso Viejo, 18).
- M¨¢s informaci¨®n. La Oficina de Turismo de Ar¨¦valo (Arco de Alcocer, s/n; tel¨¦fono 920 301 380) organiza visitas guiadas con reserva previa, el ¨²nico modo de conocer el interior de los principales monumentos de la villa. En Internet: www.arevaloturismo.com.
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