Bolivia, nuevo horizonte
El triunfo de Evo Morales, m¨¢s rotundo que las previsiones que circulaban, ha provocado una oleada de reacciones, en algunos casos impertinentes y en otros m¨¢s serenas, en torno a las implicaciones nacionales y regionales de este cambio hist¨®rico. Se han destacado rasgos aparentemente comunes con otros procesos y se habla de oleada hacia la izquierda, sin definir claramente qu¨¦ se quiere decir, salvo por las caracter¨ªsticas del ¨¦nfasis en lo social y la posici¨®n de rechazo a los sistemas vigentes, con el acompa?amiento de posiciones cr¨ªticas hacia la Administraci¨®n de Estados Unidos que acompa?an a las declaraciones de los l¨ªderes emergentes.
Sin embargo, no hay ingredientes suficientes que permitan definir esta corriente como un modelo alternativo al dominante en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas y las diferencias entre los distintos actores son significativas. La aspiraci¨®n a un crecimiento con empleo y una redistribuci¨®n m¨¢s equitativa del ingreso que reduzca la pobreza, as¨ª como la b¨²squeda de sistemas democr¨¢ticos m¨¢s eficientes e incluyentes podr¨ªan ser los elementos para una nueva estrategia nacional y regional que evite el fracaso de estas experiencias. En todo caso, los cambios ponen de manifiesto el agotamiento de las pol¨ªticas nacidas de la crisis de la deuda de los a?os ochenta y de los requerimientos del llamado "Consenso de Washington". Probablemente est¨¢n llamando la atenci¨®n sobre las deficiencias de los sistemas pol¨ªticos de las recuperadas democracias y reclamando una mejora sustancial de la calidad de la democracia.
En Bolivia como pa¨ªs se dan todos los factores de crisis juntos: pobreza extrema sobre una considerable riqueza de recursos; poblaci¨®n ind¨ªgena marginada en gran parte del proceso hist¨®rico; tensiones territoriales y voluntad de cambios constitucionales que mejoren la eficiencia del sistema. Despu¨¦s de unos a?os de estabilizaci¨®n democr¨¢tica que parec¨ªa empezar a superar el largo ciclo de interrupciones golpistas, de nuevo en los ¨²ltimos a?os han aparecido los s¨ªntomas de la inestabilidad, aunque se han evitado las irrupciones militares.
Evo Morales se ha convertido, por los votos libres de los bolivianos, en el actor principal, aunque no ¨²nico, del cambio posible y necesario. M¨¢s all¨¢ del incomprensible comportamiento de los responsables medi¨¢ticos y de los actores pol¨ªticos de la derecha en nuestro pa¨ªs, tenemos la obligaci¨®n de atender a los requerimientos expresados por el presidente electo y esforzarnos en que tenga ¨¦xito en su complicada tarea. Es una oportunidad no exenta de riesgos en la que podemos aportar experiencia y colaboraci¨®n desde un di¨¢logo franco para maximizar las posibilidades de Bolivia en el nuevo horizonte.
El origen aymar¨¢ del dirigente transmite una se?al inequ¨ªvoca de democracia incluyente que ofrecer¨¢ la oportunidad de integrar a toda la ciudadan¨ªa boliviana. Al mismo tiempo, su propia comunidad de origen ser¨¢ especialmente exigente con su desempe?o por razones culturales y percepci¨®n de su prolongada marginalidad hist¨®rica.
En el panorama boliviano podemos destacar algunos factores claves para definir el futuro del pa¨ªs. El modelo constitucional que surja de la Asamblea que habr¨¢ de elegirse este a?o, es el primero. La distribuci¨®n territorial del poder que permita mayor eficiencia en los servicios a los ciudadanos y mantenga la cohesi¨®n nacional, es el segundo. La utilizaci¨®n de los recursos naturales, como las energ¨ªas no renovables o las reservas de minerales para el desarrollo del pa¨ªs, es el tercero. Y una pol¨ªtica econ¨®mica de crecimiento con empleo, desarrollo de infraestructuras b¨¢sicas y vivienda, mejora de la educaci¨®n y la salud, como punto cuarto y culminante de las preocupaciones de Evo Morales.
Son desaf¨ªos b¨¢sicos de mejora de la institucionalidad pol¨ªtica y de reformas econ¨®micas pragm¨¢ticas que pueden llevar a Bolivia por la senda del desarrollo sostenible.
La Asamblea Constituyente tendr¨¢ que encarar la estructura territorial del poder, a pesar de los requerimientos para avanzar en este proceso, incluso antes de sus resultados definitivos. Pero tambi¨¦n deber¨¢ definir los elementos de gobernabilidad de Bolivia para superar los traumas hist¨®ricos de la inestabilidad pol¨ªtica. Adem¨¢s de las partes cl¨¢sicas de toda Constituci¨®n, probablemente el pa¨ªs est¨¢ indicando, con su voto reciente, que desea un sistema de alternancias m¨¢s s¨®lidas y menos sometidas a las m¨²ltiples negociaciones a que est¨¢n obligados, casi siempre, los candidatos presidenciales para obtener mayor¨ªas estables de gobierno y que los bolivianos aspiran a definir su derecho de pertenencia en base a una ciudadan¨ªa sin exclusiones, con la igualdad b¨¢sica de derechos y obligaciones ante la ley.
La distribuci¨®n territorial del poder puede ser un elemento de dinamizaci¨®n y modernizaci¨®n del pa¨ªs de gran trascendencia, adem¨¢s de ser una aspiraci¨®n que se ha reflejado de manera evidente en los resultados electorales. La descentralizaci¨®n del poder es muy positiva, como hemos podido comprobar en nuestro propio pa¨ªs, pero hay que evitar confundirla con una centrifugaci¨®n que impida el mantenimiento de la cohesi¨®n nacional. Una buena distribuci¨®n competencial no es un proceso de suma cero, sino uno de tal naturaleza que las partes y el todo salgan fortalecidos y los ciudadanos en su conjunto beneficiados por la proximidad y eficiencia de las instituciones representativas.
Los recursos naturales no renovables, su explotaci¨®n y utilizaci¨®n como una variable estrat¨¦gica decisiva para el desarrollo socioecon¨®mico sostenible en el tiempo, han sido motivo de disputa en casi todas las ¨¦pocas. Actualmente la relevancia de los recursos energ¨¦ticos disponibles ha ocupado el centro de atenci¨®n de los ciudadanos y de sus representantes. La experiencia reciente muestra que los pa¨ªses productores de esta materia prima sustancial no han transformado su riqueza en desarrollo, salvo alguna excepci¨®n no relevante. Esto es as¨ª m¨¢s all¨¢ de los modelos: control p¨²blico o concesiones privadas, pa¨ªses con unas u otras culturas o ideolog¨ªas en el poder, los beneficios obtenidos no han tenido un impacto consistente en la mejora de las condiciones econ¨®micas y sociales de la ciudadan¨ªa.Para Bolivia, cualquier planteamiento de despegue econ¨®mico y social que acabe con la pobreza ancestral y cree los fundamentos de una econom¨ªa con crecimiento sostenible, depender¨¢ de un uso inteligente de esos recursos naturales. La capacidad de generar confianza para atraer el ahorro necesario en este proceso y las pol¨ªticas de mejora de las infraestructuras f¨ªsicas y del capital humano del pa¨ªs est¨¢n en juego, constituyendo el mayor desaf¨ªo en cuanto a las oportunidades. Como en la par¨¢bola de los talentos, s¨®lo la sustituci¨®n de esa riqueza no renovable por otra que lo sea en el tiempo dar¨¢ la gu¨ªa del ¨¦xito.
Adem¨¢s, la riqueza energ¨¦tica puede ayudar a Bolivia a definir un papel relevante en la regi¨®n, que en su conjunto tiene un potencial de desarrollo equiparable a las regiones emergentes m¨¢s exitosas del mundo. El papel de la energ¨ªa ser¨¢ decisivo en los procesos de integraci¨®n regional.
As¨ª, Bolivia, en esta coyuntura hist¨®rica, puede y debe conseguir llegar al bicentenario de su independencia como naci¨®n, con un sistema democr¨¢tico incluyente y eficiente al servicio de los ciudadanos y con un nivel de desarrollo econ¨®mico y social que supere un largo pasado de pobreza e inestabilidad. En la naturaleza de las cosas est¨¢ la amenaza del fracaso en esta oportunidad hist¨®rica, pero la apuesta debe ser por el ¨¦xito de la empresa y, seguramente, un esfuerzo bien realizado para alcanzar un pacto nacional, un consenso b¨¢sico, ser¨¢ un elemento vital para garantizarlo.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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