?Es todo nuevo en Am¨¦rica Latina?
Sin ninguna duda, Am¨¦rica Latina est¨¢ experimentando las tensiones derivadas de profundas demandas de cambio. Las recientes elecciones de Bolivia y el triunfo indiscutible del candidato que m¨¢s visibilizaba esas demandas de cambio, Evo Morales, son la ¨²ltima expresi¨®n de una tendencia que es m¨¢s amplia y que abarca a otros pa¨ªses.
Tambi¨¦n sin duda, y como en otros momentos de cambios profundos, se despiertan preocupaciones e interrogantes que son inevitables, toda vez que la incertidumbre es parte intr¨ªnseca del cambio social. No es ¨¦sta ni la primera ni la ¨²ltima vez que la regi¨®n se ha enfrentado a esas tensiones. Ver hacia atr¨¢s, por tanto, puede ser muy ¨²til en las actuales circunstancias, especialmente cuando se acerca una nueva cumbre de jefes de Estado entre Europa y Am¨¦rica Latina y el Caribe.
Hace poco m¨¢s de dos d¨¦cadas, en la regi¨®n en su conjunto se entrecruzaron tres grandes corrientes de cambio con las cuales los pa¨ªses latinoamericanos fueron capaces de lidiar. Primero, el proceso de democratizaci¨®n iniciado en Ecuador en 1978 y que se expandi¨® r¨¢pidamente, poniendo fin a numerosos gobiernos autoritarios de corte militar. Segundo, y despu¨¦s de la crisis financiera mexicana de 1982, el proceso de reformas econ¨®micas que modificaron dr¨¢sticamente el modelo de desarrollo y de relaciones Estado-mercado que se hab¨ªa gestado despu¨¦s de la depresi¨®n de los a?os treinta y consolidado en la posguerra. Tercero, los conflictos revolucionarios que enfrentaron varios pa¨ªses, especialmente algunos centroamericanos, en un momento culminante de la guerra fr¨ªa. A estos ¨²ltimos quiero referirme para destacar el positivo papel que Europa, y la propia Am¨¦rica Latina, puede jugar para ayudar a procesar algunas de las aristas m¨¢s pronunciadas de las tensiones del cambio que vivimos.
Como destacan numerosos historiadores, en la soluci¨®n del conflicto centroamericano los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, a trav¨¦s del llamado Grupo de Contadora (integrado por Colombia, M¨¦xico, Panam¨¢ y Venezuela) y que despu¨¦s se ampli¨® a trav¨¦s del llamado Grupo de Apoyo a Contadora (Argentina, Brasil, Per¨² y Uruguay), jugaron un papel decisivo. Entonces yo era ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, y cuando veo hacia atr¨¢s el proceso de mediaci¨®n y negociaci¨®n que los latinoamericanos fuimos capaces de organizar, y que tanto ayud¨® a disminuir las mayores tensiones, no puedo omitir el relevante papel que tambi¨¦n Europa desempe?¨®.
En efecto, a ra¨ªz del triunfo de Fran?ois Mitterrand en 1981, el canciller Claude Cheysson involucr¨® activamente a Francia en la b¨²squeda de una soluci¨®n negociada a la crisis centroamericana. Un momento emblem¨¢tico de esa pol¨ªtica, cuando justo se iniciaba la era del presidente Ronald Reagan en los Estados Unidos, fue la venta de armas al Gobierno sandinista de Nicaragua para que el mismo no dependiera exclusivamente de los suministros del bloque sovi¨¦tico. Con el advenimiento del Gobierno socialista del presidente Felipe Gonz¨¢lez, Espa?a reforz¨® la implicaci¨®n que ya ten¨ªa en Centroam¨¦rica y se consolid¨® un amplio consenso europeo sobre Centroam¨¦rica que vincul¨® activamente a otros pa¨ªses europeos en una pol¨ªtica hacia esa regi¨®n diferente a la de Estados Unidos. El fin del Gobierno del canciller Helmut Schmidt en Alemania, en septiembre de 1982, no modific¨® esa pauta, pues el nuevo ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores, mi amigo Hans Dietrich Gensher, se implic¨® a¨²n m¨¢s en la pol¨ªtica centroamericana.
Resulta dif¨ªcil imaginarse, en aquellos tiempos, el ejercicio de independencia y autonom¨ªa que represent¨® la pol¨ªtica de Contadora y su Grupo de Apoyo, sin el margen de maniobra que se abri¨® para la pol¨ªtica exterior latinoamericana con la posici¨®n adoptada por los pa¨ªses europeos. Y a la larga, lo que en los momentos m¨¢s agudos de la crisis pudo parecer una confrontaci¨®n con los Estados Unidos, se mostr¨® como un ejercicio de complementariedad entre la pol¨ªtica transatl¨¢ntica de Europa y Estados Unidos y la pol¨ªtica eurolatinoamericana.
Hay, en lo anterior, una lecci¨®n que no puede perderse de vista. Con mayor raz¨®n si las demandas de cambio que ahora vemos, aunque con particularidades como la postergada tem¨¢tica ind¨ªgena, son en general expresi¨®n de la frustraci¨®n frente a los resultados y algunos de los instrumentos del proceso de reformas econ¨®micas de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, pero intentan mantenerse en el marco de la democracia y la econom¨ªa de mercado, como dijo el presidente electo de Bolivia en su visita a Espa?a.
La comunidad de pa¨ªses iberoamericanos, donde Espa?a y Portugal sirven de enlace con la Uni¨®n Europea, y la pr¨®xima Cumbre de la Uni¨®n Europea con los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe, que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo mayo en Viena, pueden ser instancias para reflexionar sobre lo anterior. No hay que perder el momento.
Enrique V. Iglesias es secretario general iberoamericano.
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