La sinceridad

En el desfile de orquestas -estos d¨ªas, la Sinf¨®nica de Londres, con Bernard Haitink de director y Maria Jo?o Pires de solista- que configuran la esencia del Festival de Canarias, hay este a?o un huequecito para los recitales de canto, y all¨ª se va a instalar dentro de unos d¨ªas el tenor peruano Juan Diego Fl¨®rez con su belcantismo militante y un gui?o a Mozart, y anteayer en Tenerife -y hoy en Las Palmas- est¨¢ siendo el turno del bar¨ªtono dan¨¦s Bo Skovhus, cantante de aspecto medi¨¢tico un poco a lo Beckham, pero cuyos recitales son un prodigio de naturalidad y hasta de sencillez en el mejor sentido del t¨¦rmino.

El programa era riguroso y complejo donde los haya, y enmarcaba cinco canciones de Schubert sobre textos de Goethe, desde Prometheus a Erlk?nig, entre los ciclos A la amada lejana, de Beethoven, y el fabuloso Dichterliebe, de Schumann... Recorrido de enorme exigencia que pone a prueba la capacidad de un artista del lied. Skovhus y su pianista salieron airosos del desaf¨ªo, a base de una gran familiaridad entre ellos y, lo que es si cabe m¨¢s importante, de una enorme asimilaci¨®n e identificaci¨®n con lo que estaban exponiendo ante un p¨²blico que cay¨® ensimismado con la honradez de un trabajo bien planteado y mejor resuelto. El director de orquesta, esta vez espectador, V¨ªctor Pablo P¨¦rez comentaba al final del recital que "deber¨ªamos escuchar con m¨¢s frecuencia estas m¨²sicas tan hermosas y desnudas". Tiene raz¨®n, y m¨¢s todav¨ªa si se cuenta con una pareja de int¨¦rpretes tan transparentes y tan s¨®lidos. Sin esfuerzo aparente, llegaron a sorprendentes cotas de calidad. Fue una liederabend extraordinariamente gratificante. De las que desprenden encanto en todos sus detalles. No en vano, los dos int¨¦rpretes, emulando el t¨ªtulo del tercer lied de A la amada lejana, de Beethoven, eran como "ligeros navegantes de las alturas". Pues eso.