Respuesta a la Embajada de EE UU
El se?or John Law, portavoz de la Embajada de Estados Unidos, ante mi art¨ªculo Abuso de poder (11 de enero de 2006) afirma en esta misma secci¨®n (14 de enero de 2006) que "el Gobierno de Estados Unidos disiente respetuosamente" de mis argumentos. Lo comprendo. Sin embargo, la utilizaci¨®n del adverbio "respetuosamente" es superflua pues me atribuye "tergiversaciones" y "calumnias". Todo lo que he escrito es constatable. Ni tergiverso ni mucho menos me sirvo de la calumnia ("acusaci¨®n falsa, hecha maliciosamente para causar da?o"). No solamente nada de lo que sostengo es falso sino que muestro mi alegr¨ªa -con ¨¢nimo de contribuir a causar bien- por la reacci¨®n paulatina, pero clara, de la sociedad pol¨ªtica y civil norteamericana ante el c¨²mulo de patra?as de la Administraci¨®n Bush y el serio perjuicio a las libertades civiles que est¨¢ ocasionando. Mi posici¨®n no es antiamericana, sino anti-Bush. Estudi¨¦ en los a?os setenta en la Universidad de Columbia y asist¨ª al vivo debate de una vibrante sociedad civil que condujo al impeachement del presidente Nixon.
De ah¨ª que mi acusaci¨®n al equipo Bush de menospreciar a la ONU y degradar las convenciones de Ginebra por la utilizaci¨®n de la tortura, va acompa?ada de un elogio: "Organizaci¨®n e instrumentos jur¨ªdicos a cuya creaci¨®n y consolidaci¨®n como parte del nuevo derecho internacional Estados Unidos contribuy¨® brillante y activamente en los a?os cuarenta". Claro que entonces estaba al frente el presidente Roosevelt, no Bush.
El respetable portavoz Law cree ponerme en un apuro al recordar que Bush y Clinton han efectuado similares declaraciones de principio sobre la pol¨ªtica exterior y la defensa unilateral de sus intereses. Lo s¨¦. Es dif¨ªcil convencer a una superpotencia de que se abstenga de llevar a cabo una pol¨ªtica exterior distinta a la que le impone su propia naturaleza: responsabilidades globales, presencia en el mundo y ambiciones fuera de su propio territorio que frecuentemente devienen en comportamiento imperial. El matiz est¨¢ en el m¨¦todo elegido. El emperador puede servirse de la mentira y la calumnia y provocar una guerra para conseguir sus fines o de artes algo m¨¢s sutiles. No es lo mismo ser Adriano que Cal¨ªgula.
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