Columna
Luc¨ªa ha llegado a este mundo en un paritorio, donde se le ofrece el pecho tibio de una joven madre, estremecida y a¨²n sujeta a la aguja de la cirug¨ªa. Luc¨ªa tiene el pelo abundante y oscuro, y cuando abre los ojos percibe un paisaje de palpitaciones y destellos, de voces y miradas que la acarician con ternura. Mientras, al otro lado de aquellas paredes tan higi¨¦nicas, donde se certifica el futuro, la historia se escribe, en letra menuda, a cuchilladas de mat¨®n y argucias de potentado, y ya en versal, se aniquilan pueblos, en nombre de no se sabe muy bien qu¨¦ civilizaci¨®n, se tortura a multitudes en centros supuestamente clandestinos e infames, y se expolian pa¨ªses, hasta dejarlos sumidos en la desesperaci¨®n del hambre y las epidemias. Quiz¨¢, hace miles de a?os, cuando otra Luc¨ªa lleg¨® a este mundo, lo hizo en el interior de una caverna, donde tambi¨¦n se le ofreci¨® el pecho tibio de una joven madre, y el calor de un fuego reci¨¦n inventado. Mientras, fuera, en la intemperie, se resolv¨ªa la vida a golpe de s¨ªlex y se sacralizaba el sacrificio de ant¨ªlopes y bisontes, en el ritual de su imagen sobre la roca. El arte expresaba una creencia que honraba y perpetuaba a las v¨ªctimas de sus perentorias necesidades. Algo as¨ª como si hoy, Bush, en los paneles del despacho oval de la Casa Blanca, dibujara las efigies de todos cuantos han sido objeto de sus crueles monter¨ªas y tormentos, desde Guant¨¢namo a las secretas galer¨ªas del horror, acuciado por sus perentorias ambiciones de poder. Y con Bush, toda una estirpe de altos e irracionales mandatarios, que han hecho del deg¨¹ello, el genocidio y el saqueo una representaci¨®n de su glorioso dominio. Pero tanta sangre corriendo por los m¨¢rmoles y las alfombras de sus palacios, tanta injusticia impartida por el inventario de las armas y las finanzas, tanto espanto cultivado generosamente en la superficie del planeta, tanto miserable matarife condecorado, no alcanzan a fulminar la inocencia. Esta columna, como otras, s¨®lo pretende que, en algo m¨¢s de dos mil caracteres, su capitel se sustancie con la carne de Luc¨ªa y de todas las criaturas, y se levante como un homenaje a la vida, al respeto y a la dignidad de la vida.
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