Anda ya
De todos los partidos pol¨ªticos que existen en el mundo, ten¨ªa que tocarnos, en la oposici¨®n, el ¨²nico que no s¨®lo no ha matado al padre, sino que lo venera y mantiene como inspiraci¨®n. Ten¨ªa que tocarnos el Partido Popular, cuyos miembros m¨¢s insignes, y otros que no lo son tanto, hacen lo imposible para emular a don Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y atemorizarnos.
Pues va a ser que no. Ni los kikos, ni el encefalograma zapl¨¢nico, ni los senadores que regurgitan en sus rincones lograr¨¢n aterrarme como el otro. Toda la palabrer¨ªa cotidiana que nos inunda, procedente del manantial ¨²nico de las esencias, no conseguir¨¢ que el vello de mi cogote se erice como en los tiempos en que el anterior presidente nos conduc¨ªa, hipnotizados, de cat¨¢strofe en cat¨¢strofe, y hasta la derrota final.
Aquello s¨ª que era miedo, don Mariano, qu¨¦ le voy a contar. Bastaba una mirada de soslayo. Un fruncimiento del labio superior. Un temblor de bigote. Un gesto desde?oso del hombro. Una risita torcida. Nunca Bernarda Alba tuvo a sus hijas tan metidas en cintura como don Jos¨¦ Mar¨ªa nos tuvo a m¨ª y a unos cuantos. Aquello s¨ª que era p¨¢nico.
En cambio, esto de ahora, este frenes¨ª de declaraciones g¨®ticas, par¨¦ceme mero histrionismo, como si todos ustedes, solistas y corifeos, se hubieran contagiado de la fiebre interpretativa t¨ªpica de estas fechas, como si corrieran a competir por un Globo de Oro, un Goya y hasta, qui¨¦n sabe, un ?scar a la mejor personificaci¨®n del Desabrido. Pero se quedar¨¢n, como mucho, en la lista de nominados a los efectos especiales, sector relinchos y rebuznos. Si quieren un consejo, yo que ustedes empezar¨ªa a dejarle sitio a la ¨²nica persona que tambi¨¦n podr¨ªa cuajarnos las arterias: do?a Esperanza Aguirre, que posee, como Aznar, la indiferencia de clase necesaria para destacar del resto de los catec¨²menos y alcanzar el grado de l¨ªder categ¨®rico; ella s¨ª, verdaderamente ilesa.
Y avisen, por favor, a sus animosos espont¨¢neos: que no se dejen a Franco cuando enumeren la lista de golpistas. Si ya es malo para el crecimiento no haber pasado por la fase ed¨ªpica de matar a pap¨¢, qu¨¦ no podr¨ªa contarnos un buen psiquiatra sobre lo que significa cometer el lapsus de saltarse al abuelito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.