Un viaje hist¨®rico y tortuoso
Salamanca vive con indiferencia la salida de los 'papeles' de la Generalitat con destino a Catalu?a
Ninguna de las dos Espa?as hel¨® ayer los corazones en Salamanca.
La madrugada del d¨ªa en que los papeles salieron del Archivo General de la Guerra Civil para iniciar su torturado regreso a Catalu?a despunt¨® con un fr¨ªo de bigotes. Nada anormal por estas fechas, al decir de los nativos: el Tormes ni siquiera est¨¢ helado. Pero el fresco se met¨ªa por las extremidades -manos, pies, nariz- produciendo un saludable cosquilleo que no llegaba a destemplar el alma.
Salamanca dorm¨ªa en una oscuridad densa. Tan s¨®lo una inusual presencia de furgones de la Polic¨ªa Nacional -16 en total, un centenar de hombres- y de turismos de las fuerzas locales -?siete u ocho?- en la cuesta de la Puerta del R¨ªo permit¨ªa vislumbrar la excepcionalidad del momento. No hab¨ªa nervios, ni tampoco una rivalidad apreciable entre los dos servicios del orden p¨²blico. S¨ª cierta severidad a la hora de autorizar el franqueo del cord¨®n de seguridad que ascend¨ªa por la calle de Tentenecio. Frente al n¨²mero 2 de la calle de Gibraltar, cuando todav¨ªa no eran las seis de la ma?ana, estaban acampados los periodistas, unos ochenta, que depart¨ªan en castellano y catal¨¢n, se dir¨ªa que al 50%. La entrada principal del archivo permanec¨ªa cerrada, sin se?ales apreciables de vida tras ella.
Los furgones partieron raudos hacia Madrid, y las fuerzas de seguridad se disolvieron pronto
La llegada de dos furgonetas blancas a las 6.12 fue la se?al inequ¨ªvoca de que la funci¨®n iba a empezar en breve. Se detuvieron ante el bolardo m¨®vil al inicio de la calle de Gibraltar, un bolardo pol¨ªticamente muy marcado: el Ayuntamiento simbolizaba a trav¨¦s de ¨¦l su rechazo a una operaci¨®n de carga y descarga prohibida en el centro hist¨®rico por sus estrictas ordenanzas. Entre apresurados funcionarios del Ministerio de Cultura que se mov¨ªan como sombras tras la cadena de guardias, apareci¨® de repente la arrolladora fuerza del Estado, materializada en tres carretillas de dos ruedas, tipo butanero, que iban a permitir salvar el centenar de metros que mediaba entre un acceso lateral del archivo por el que iba a salir el alijo documental y los veh¨ªculos de transporte, impolutos como la nieve reci¨¦n ca¨ªda.
Daban las 6.22 y chispeaba tenuemente. De improviso, all¨ª estaban: tres cajas blancas en la primera carretilla, tres en la segunda y dos en la tercera descendiendo por la calle de Gibraltar. Tras casi 70 a?os, los legajos incautados por los fascistas emprend¨ªan el regreso a la tierra en que fueron generados. Por fuera nada permit¨ªa reconocer el contenido de las cajas. Las cifras escritas en el exterior con rotulador negro muy grueso tanto pod¨ªan hacer referencia a un lote de embutidos ib¨¦ricos como a una partida de cava catal¨¢n, seg¨²n se prefiriera ver. Un detalle rese?able sobre las carretillas: pronto quedaron s¨®lo dos en activo, sin que nadie diera raz¨®n de la desaparici¨®n -?por aver¨ªa?- de la tercera. Por cierto, una era roja, la otra, azul. Cada cual es libre de buscar o no el paralelismo ideol¨®gico. Aunque, caso de tenerlo, se nos escapar¨ªa por completo.
Nota sonora. As¨ª que las primeras cajas hicieron acto de presencia en la calle, un grupo de cinco vecinos, situado a una cincuentena de metros de los periodistas, empez¨® a clamar: "Ladrones", "Es un robo", etc¨¦tera. Tambi¨¦n fue perceptible un aislado, y no mayormente esclarecido, "Asesinos".
La operaci¨®n "fraudulenta" -seg¨²n ser¨ªa calificada m¨¢s tarde por el alcalde salmantino- de carga y descarga proced¨ªa a buen ritmo en bloques de tres cajas por viaje. El ¨²ltimo, efectuado por la carretilla azul a las 7.15, s¨®lo desplaz¨® dos cajas. En total, 79 paquetes, que conten¨ªan las 500 cajas con los legajos de la Generalitat republicana, y no las 507 inicialmente previstas, extremo ¨¦ste que ti?¨® toda la operaci¨®n de la inevitable improvisaci¨®n hisp¨¢nica de ¨²ltima hora.
Los furgones partieron raudos hacia Madrid y las fuerzas de seguridad se disolvieron prontamente. Nada hay que destacar sobre las relaciones entre la Polic¨ªa Nacional y las fuerzas locales: distantes, pero finalmente correctas. Las dos Espa?as, a juzgar por este comportamiento, habr¨ªan optado por la conllevancia, ni que fuera por puro aburrimiento.
En cambio, s¨ª conviene apuntar que cuando todo hubo concluido -en apenas una hora: tantas movilizaciones durante tanto tiempo para eso-, a¨²n no clareaba en Salamanca. El detalle no es balad¨ª. De hecho, la nocturnidad fue uno de los principales reproches salmantinos a la ministra de Cultura, Carmen Calvo, durante toda la jornada de ayer. Se recordar¨¢ que la ministra hab¨ªa prometido el traslado de los fondos con "luz y taqu¨ªgrafos". Taqu¨ªgrafos los hubo, pero luz, s¨®lo la que ellos crearon para captar las im¨¢genes.
Los cinco vecinos madrugadores fueron los primeros en subrayar esta falta de palabra ministerial. Concluido el trasiego de legajos, vieron recompensada su tenacidad por la atenci¨®n que, a falta de nada mejor, consiguieron captar de los periodistas. "Soy un vecino del centro de Salamanca", dec¨ªa uno, "y se me ha prohibido circular libremente por mi barrio. Adem¨¢s, he llamado al 112 para denunciar una maniobra de descarga no autorizada, pero no me han hecho ning¨²n caso". "Toda esta operaci¨®n para llevarse el archivo con nocturnidad y alevos¨ªa... al extranjero", remachaba otro. Pero ni aun as¨ª las dos Espa?as parec¨ªan tener ganas de ponerse feroces. Era como si cada cual repitiera su parte en una obra demasiado vieja, demasiado vista y o¨ªda y por ende demasiado vac¨ªa de un contenido sensato.
En uno de los bares de la plaza Mayor, uno de los pocos lugares de la ciudad donde uno pod¨ªa hacerse a esas horas con un caf¨¦ con leche caliente, los todav¨ªa escasos clientes parec¨ªan vivir una jornada id¨¦ntica a tantas otras. S¨®lo cuando el informativo de televisi¨®n se ocup¨® del traslado de los documentos bajaron imperceptiblemente el volumen de las conversaciones, ya de por s¨ª contenidas, y dedicaron una m¨ªnima atenci¨®n a la pantalla. Ning¨²n comentario espont¨¢neo posterior. Y, la verdad, daba apuro provocarlo de forma artificial. Muchos deben estar hasta el gorro de este asunto.
De hecho, mientras a mediod¨ªa en la sede consistorial el alcalde, Juli¨¢n Lanzarote, celebraba una rueda de prensa en la que acab¨® tildando el traslado de los fondos de "expolio a sangre y fuego", en la plaza hubo un leve tumulto, provocado precisamente por los entrevistadores de un programa de humor de una cadena televisiva. Un ciudadano, c¨¢ustico, musitaba tras el incidente: "Nunca visit¨¦ ese archivo, es para especialistas. Por m¨ª, como si se lo quieren llevar entero".
Y es que si una Espa?a ya fatiga de por s¨ª, dos empiezan a resultar insoportables.
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