Entre la ciencia y la ideolog¨ªa
Pocas historias cient¨ªficas poseen mayor atractivo que la de la ciencia bajo el nazismo. Las razones de semejante inter¨¦s son muy diversas. En primer lugar, tenemos que se trata de una naci¨®n, Alemania, que figura por derecho propio entre las grandes de la historia de la ciencia de todos los tiempos. Sucede, adem¨¢s, que esa grandeza alcanz¨® cotas particularmente elevadas en el aproximadamente siglo anterior a la era nazi, en el que trabajaron luminarias como Liebig, Helmholtz, Riemann, Clausius, Kirchhoff, R?ntgen, Ehrlich, Hilbert, Planck, Haber o Einstein. Cuando Hitler lleg¨® al poder, en enero de 1933, la ciencia germana brillaba por encima de cualquier otra en el mundo, de manera que es natural preguntarse c¨®mo afect¨® el r¨¦gimen que dirigi¨® a esa ciencia.
LOS CIENT?FICOS DE HITLER
John Cornwell
Traducci¨®n de Ram¨®n Ibero, revisi¨®n t¨¦cnica de Joan Vilaltella
Paid¨®s. Barcelona, 2005
485 p¨¢ginas. 34 euros
?Es cierto lo que, a prop¨®sito de la ciencia bajo Hitler, sostuvo el f¨ªsico Samuel Gouldsmit en un libro titulado Alsos? "Estoy interesado", escribi¨® all¨ª el codescubridor del esp¨ªn, "en por qu¨¦ la ciencia alemana fracas¨® all¨ª donde los americanos y brit¨¢nicos triunfaron, y creo que los hechos demuestran de manera concluyente que la ciencia bajo el fascismo no fue, y con toda probabilidad nunca ser¨¢, igual a la ciencia en una democracia".
Desgraciadamente, no est¨¢ tan claro que tal tesis -que Gouldsmit sostuvo pensando en el proyecto Manhattan y en que los alemanes no llegaron a fabricar bombas at¨®micas- sea completamente cierta. No hay duda de que la ciencia germana sufri¨®, y mucho, debido al obligado exilio de cient¨ªficos de origen jud¨ªo, pero descontando (que no olvidando) este hecho, ?qu¨¦ se puede decir de la investigaci¨®n cient¨ªfica que se realiz¨® en Alemania entre 1933 y 1945? De la investigaci¨®n cient¨ªfica y de los desarrollos tecnol¨®gicos, que ¨¦stos no son s¨®lo consecuencia de la "ciencia pura", sino tambi¨¦n fuente de ella. Pues bien, se pueden decir muchas y muy interesantes cosas, como muestra este libro de John Cornwell.
La historia de la ciencia y de la tecnolog¨ªa en el periodo hitleriano incluye todo tipo de personajes, disciplinas, situaciones y consideraciones. Personajes del tipo del eminente qu¨ªmico Fritz Haber, que se distingui¨® -triste distinci¨®n- en la introducci¨®n de la guerra qu¨ªmica durante la Primera Guerra Mundial, y al que, debido a su origen jud¨ªo, le afectaron las leyes raciales implantadas por Hitler en 1933. Naturalmente, tambi¨¦n est¨¢ el caso de Einstein, y de otros, esta vez, arios, como Planck, que se entrevist¨® con Hitler para intentar detener la sangr¨ªa de cient¨ªficos de origen jud¨ªo; Heisenberg, cuyas ideas y actuaciones durante la era nazi han ocupado miles de p¨¢ginas; o los tambi¨¦n f¨ªsicos y premios Nobel Philipp Lenard y Johannes Stark, l¨ªderes del movimiento denominado "Deutsche Physik" ("f¨ªsica alemana"), cuyos defensores, que repudiaban las teor¨ªas del jud¨ªo Einstein, defend¨ªan una supuesta f¨ªsica aria.
No todo es, naturalmente, f¨ªsica o qu¨ªmica, tambi¨¦n est¨¢n otras disciplinas, como la matem¨¢tica o la biolog¨ªa. En relaci¨®n a esta ¨²ltima es preciso recordar, por ejemplo, que no sufri¨® demasiado bajo Hitler, entre otros motivos porque no faltaron investigadores (como el notable gen¨¦tico Nikolai Timof¨¦eff-Ressovsky) que, con el prop¨®sito de mejorar sus posibilidades de recibir financiaci¨®n, resaltaron las implicaciones que sus trabajos pod¨ªan tener para la tan querida por los nazis "higiene racial". Querida por los nazis y, hay que apresurarse a a?adir, por otras naciones tambi¨¦n: la eugenesia floreci¨® en pa¨ªses tan diferentes como los n¨®rdicos o Estados Unidos desde el ¨²ltimo tercio del XIX hasta, al menos, las primeras d¨¦cadas del XX. La consecuencia es clara: los Estados totalitarios pueden favorecer, por razones ideol¨®gicas, tanto "mala" ciencia (el caso de Lisenko en la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Stalin) como "buena" (la gen¨¦tica en tiempos de Hitler), esto es, ciencia que se practica en contra de los c¨¢nones tradicionales y aceptados en la profesi¨®n, o de acuerdo con ellos. Otra cosa son, por supuesto, los usos que se hacen de esa ciencia y t¨¦cnica y c¨®mo se comportan las instituciones en las que se producen ambas. As¨ª, hubo m¨¦dicos que utilizaron en sus innobles e inhumanas investigaciones a prisioneros y la empresa qu¨ªmica IG Farben se benefici¨® de trabajo esclavo en el campo de concentraci¨®n -o mejor ser¨ªa decir de exterminio- de Auschwitz, del que el escritor y qu¨ªmico Primo Levi nos dej¨® p¨¢ginas que todos deber¨ªamos leer y nadie olvidar.
Es dif¨ªcil deslindar las fronteras entre la ciencia y la ideolog¨ªa. No debe existir compasi¨®n ni comprensi¨®n para lo que hicieron y pensaron Hitler y sus seguidores, pero en nuestra fe democr¨¢tica tampoco debemos olvidar que el sistema cient¨ªfico-tecnol¨®gico alem¨¢n fue lo suficientemente bueno como para producir una serie de desarrollos importantes, entre los que, por supuesto, hay que recordar los misiles V-2, construidos en la base de Peenem¨¹nde bajo el liderazgo de Werner von Braun, que tanta destrucci¨®n y temor causaron a Inglaterra; el mismo Von Braun que m¨¢s tarde trabaj¨® para la NASA estadounidense.
De todas estas cosas, y otras m¨¢s (radar, c¨®digos secretos, el papel de Albert Speer, el arquitecto y leal ministro de Hitler...) trata este libro, Los cient¨ªficos de Hitler, de John Cornwell. Aquellos familiarizados con la abundante literatura que en historia de la ciencia y la tecnolog¨ªa se ocupa de este cap¨ªtulo de la historia contempor¨¢nea advertir¨¢n que lo que en realidad ha hecho Cornwell en basarse en esos trabajos, a?adiendo de su parte poco material original. No importa. Ha combinado y orientado esos trabajos, poco conocidos en nuestro pa¨ªs al no haber sido traducidos al espa?ol, con acierto, produciendo un libro que merece la pena leer.
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