Mozart y los escritores
Igualmente dram¨¢tico, pero sobrio y claro, resulta el breve di¨¢logo de Pushkin, Mozart y Salieri (1830), un fulminante estudio de car¨¢cter sobre la envidia. Basado en el entonces muy difundido rumor del envenenamiento -del que el mismo Mozart se hab¨ªa cre¨ªdo v¨ªctima-, Pushkin imagina en dos escuetas escenas los tormentos de Salieri y la cita mortal en que le administra el veneno a su rival. Mozart, sin embargo, redime a Salieri de su mediocridad y encono, al considerarle amigo e igual: "Era un genio, como t¨² y como yo. Y el genio y la maldad no casan entre ellos". La nobleza del personaje es insuperable y, desde luego, resulta mucho m¨¢s convincente que el oper¨ªstico final. En cuanto a Salieri, la imagen del artista insignificante, corro¨ªdo por la envidia, que pinta Pushkin del exitoso m¨²sico de la corte y contrincante de Mozart, repercuti¨® no poco en los bi¨®grafos e influy¨® en la t¨®pica pel¨ªcula de Milos Forman. Stendhal no toca este aspecto en su Vida de Mozart (Alba, 2000), un apunte biogr¨¢fico en forma de carta. Pone el acento sobre los hechos extraordinarios de la infancia de "un coraz¨®n sensible y un alma amante". Para Stendhal -abonado a la condici¨®n emocionante de la m¨²sica-, el milagro de Mozart se explica con la ¨ªntima compenetraci¨®n de m¨²sica y amor. "Mozart no tendr¨¢ jam¨¢s en Italia el ¨¦xito de que goza en Alemania y en Inglaterra; la cosa es muy sencilla: su m¨²sica no est¨¢ hecha para este clima; est¨¢ destinada especialmente a conmover presentando al alma im¨¢genes melanc¨®licas y que hacen pensar en las cuitas de la mejor y m¨¢s tierna de las pasiones". Stendhal publica este tributo al genio en 1815, cuando a¨²n no era Stendahl, y en circunstancias bastante turbias; el op¨²sculo es un plagio, incluido en su primer libro, Cartas sobre Haydn, Mozart y Metastasio. Aun as¨ª, conserva el estilo sublime del gran melanc¨®lico, quien enfila sus comentarios de La clemencia de Tito, Idemeneo o Le nozze de Figaro, preferentemente hacia los aspectos luminosos de la m¨²sica de Mozart, cuando conoce perfectamente su gravedad: "Mozart no alegra jam¨¢s; es como una amante seria y a menudo triste".
Claramente opuesta a este fatalismo, y al rechazo del inquietante efecto del genio sobre el esp¨ªritu, es la visi¨®n del cuento sagaz de Nina Berberova, La resurrecci¨®n de Mozart (Circe, 2001). Situado en 1940 en Par¨ªs, en una colonia de emigrantes rusos, recoge los tumultuosos d¨ªas previos a la invasi¨®n de las tropas alemanas. En realidad, el personaje de Mozart apenas roza el argumento de esta hermosa narraci¨®n. Para los cultos exiliados que afrontan angustiados su segundo ¨¦xodo, el compositor es una referencia lejana, si bien consoladora, de tiempos mejores. Sin embargo, en medio del caos y de la destrucci¨®n, el recuerdo del mundo intacto del arte les ayuda psicol¨®gicamente a sobrevivir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.