Vida de pastores
Quedan 90.000 pastores de ovejas y cabras en Espa?a. La mayor¨ªa, de edad avanzada. No est¨¢ garantizado el relevo generacional. Su trabajo, que ha permanecido casi inalterado durante siglos y permite mantener vivos el paisaje y el mundo rural, se encuentra ahora en la encrucijada. Contamos las historias de pastores de diversas edades en las tierras del Moncayo.
Quedan 90.000 pastores de ovejas y cabras en Espa?a. La mayor¨ªa, de edad avanzada. No est¨¢ garantizado el relevo generacional. Su trabajo, que ha permanecido casi inalterado durante siglos y permite mantener vivos el paisaje y el mundo rural, se encuentra ahora en la encrucijada. Contamos las historias de pastores de diversas edades en las tierras del Moncayo.
Cruce Santa Cruz del Moncayo. En la rotonda tire hacia Agromonte. Siga por esa carretera, pase una nave de ovejas, luego un almac¨¦n, luego una nave de cerdos, y a unos 500 metros estar¨¦ yo con las cabras. Ya me pongo cerca de la carretera para que me vea".
Cabras y pulgas en San Mart¨ªn
"Nuestro trabajo est¨¢ mal valorado. La sociedad tendr¨ªa que ver que limpiamos el monte"
"El producto no vale. Mi padre ten¨ªa 300 ovejas y le daban para vivir; yo, 650 y ando justito"
"?Qu¨¦ hago en el campo? No me aburro, no. Miro las ovejas. Las distingo a todas, ?eh!"
Ah¨ª est¨¢ Miguel ?ngel Mart¨ªnez, El Cabrero, de 33 a?os, que vive en San Mart¨ªn de Moncayo (Zaragoza, 415 habitantes): "Yo trabaj¨¦ seis a?os en una f¨¢brica de Tarazona, de cableados el¨¦ctricos; pero no me hac¨ªan fijo, no me hac¨ªan fijo, y siempre me gustaron los animales, as¨ª que lo dej¨¦ hace ya ocho a?os y me met¨ª en esto".
-?Se arrepiente?
-Hay momentos que s¨ª.
Ah¨ª est¨¢ con sus 550 cabras. "Al contrario que las ovejas, quieren m¨¢s rama que yerba, y este terreno rinde m¨¢s para la cabra, hay m¨¢s monte". Con sus perros y una borrica. "Siempre llevamos una borrica, para la comida, la cazadora, una botella de agua, un traje de agua, y por si paren, para llevar los cabritillos en las alforjas; tenga en cuenta que hay tardes que me pueden nacer hasta seis".
Sopla fr¨ªo el viento. Las heladas han apagado los colores de la naturaleza hasta dejarla en una arm¨®nica combinaci¨®n de retazos de ocres, pardos, grises y verdes somnolientos. "Nuestro trabajo est¨¢ mal valorado. La sociedad tendr¨ªa que ver que hacemos un bien a la naturaleza; que desbrozamos, limpiamos el monte bajo, con lo que evitamos incendios forestales". A 813 metros, en invierno, en las faldas del Moncayo, la temperatura puede llegar a seis grados bajo cero a las seis de la tarde. "Pero, hoy por hoy, la ropa ya no es como la de antes. Y con un buen pasamonta?as y unas buenas botas no pasas fr¨ªo. Eso no es problema".
Miguel ?ngel tiene ganas de hablar: "Organizas los partos, claro; vas buscando las fechas en que m¨¢s dinero se paga por el cabrito: las navidades; mayo, por las comuniones; septiembre, por las fiestas de San Mateo en Logro?o. Todo eso hay que tenerlo en cuenta. Se venden con 35-40 d¨ªas, pesan unos ocho kilos, y valen entre 6.000 y 9.000 pesetas". Los pastores siguen hablando en pesetas.
Pega un grito a Ram¨®n. Y desde otro retazo de paisaje ocre-verdoso viene Ram¨®n Osta, de 53 a?os, soltero, con 650 ovejas. A Ram¨®n le obsesionan dos cosas en su vida: las pulgas y las mujeres. A la pregunta de qu¨¦ tal, va directo: "Pues que ninguna mujer se casa con un pastor porque dicen que llevamos pulgas". Vive solo en San Mart¨ªn. "Yo le he cogido a esto cari?o, pero hay que reconocer que es sacrificado. El tiempo libre lo dedico a cazar, y estoy en un grupo de jotas, vamos actuando por los pueblos. Canto desde chaval. Yo iba con los padres a segar, y mi padre ten¨ªa la cosa de cantar mientras segaba con la hoz, y as¨ª me dio a m¨ª. Esto del ganado tiene su ciencia. No se crea que es f¨¢cil. Todos los d¨ªas pasan cosas. Si comen mucha alfalfa, se hinchan y se mueren, de meteorismo se llama. Por el af¨¢n ese que llevan las ovejas de comer, cogen aire y?".
Los perros, diligentes, cuidan que las cabras no se salgan de su pedazo de tierra ni las ovejas del suyo. Ram¨®n no quiere dejar pasar la oportunidad del periodista: "Si puede, ponga en el reportaje ese que va a escribir que los pastores no tenemos pulgas. Que yo noto que muchas mujeres, cuando me ven, se vuelven a mirar hacia otra parte. Y eso tampoco es. Que se venga alguna mujer por aqu¨ª. Que lo mismo que hay hombres necesitados de mujer, tendr¨¢ que haber mujeres necesitadas de hombre, digo yo, ?no?".
Llama a las ovejas con un "prrrria, prrrria", y se despide con un "venga pues".
Los mozos viejos de Torrellas
Jos¨¦ Villar P¨¦rez, de 76 a?os, vive con Conrada, de 74, en una humild¨ªsima casa de Torrellas, un pueblo en Zaragoza de unos 200 habitantes. "No, no somos matrimonio. Somos hermanos. Los dos somos mozos. Mozos viejos". Reciben en la cocina: "Por la guerra ¨¦ramos 1.500. Se ha quedado desvalijado el pueblo. La gente se march¨® a Tudela y Tarazona. Aqu¨ª no hab¨ªa manducatoria". Toda su vida ha sido pastor, desde los 11 a?os -"mi padre estaba sirviendo y yo sal¨ªa con seis ovejas"- hasta que se jubil¨®. A¨²n ayuda algo a su hermano peque?o, Santiago, que sigue dedic¨¢ndose a las ovejas (tiene 300). "Esto se acaba. Es una vida mucho esclava. Ya nadie quiere ir por los montes. Hemos pasado la camisa, ?eh! Vosotros hab¨¦is venido a la olla boba. Pero antes?". Repasa como en una lista: "Nosotros de peque?os ¨ªbamos descalzos, y yo he estado tres a?os durmiendo en el suelo en el monte. Cu¨¢ntas veces se me ha secado la ropa en el cuerpo? Y en la mili, en Huesca, pas¨¦ m¨¢s hambre que carracuca". Dice que de tanto sufrimiento le vienen ahora los achaques; cuenta que le han tenido que operar del coraz¨®n y de un ojo, que sufre arritmias al coraz¨®n. "Tengo que tomar ocho pastillas diarias". Y mueve la cabeza, como diciendo que tomar tanta pastilla al d¨ªa no es vida, no. "Que hemos llevado una vida mucho mala y nadie nos ha ayudado nunca". Conrada interviene, erguida, muy digna, a pesar de estar tan despeinada: "Y nadie nos ha llamado la atenci¨®n nunca, nadie nunca jam¨¢s. Hemos vivido muy honradamente. A los padres nunca les dimos disgustos".
Ahora, ¨¦l cobra una pensi¨®n de 68.000 pesetas, y ella, otra de 50.000.
-Y usted, don Jos¨¦, ?ha viajado algo?, ?ha salido de Torrellas?
-?Viajar yo? A la mili en Huesca y a los m¨¦dicos en Zaragoza. No he salido m¨¢s de mi casa.
Conrada s¨®lo ha viajado a los m¨¦dicos. No pudo ir a la escuela, no sabe leer ni escribir.
-?Nunca han visto el mar?
-No, nunca, ?para qu¨¦?
-?Y no le hubiera gustado llevar otra vida, Conrada?
-No, a m¨ª eso de ir a hoteles buenos y todo eso, no, ?para qu¨¦? Hay mucho bullicio fuera. Hemos hecho nuestra vida y no nos hemos metido con nadie. Nadie puede decir nada malo de nosotros, y eso es muy grande.
-?Pero habr¨¢n tenido ratos buenos; en las fiestas del pueblo, por ejemplo?
-En fiestas, nuestra madre nos llevaba al monte para que no vieran que no ten¨ªamos pantaloncicos. Luego vino la muerte del abuelo, la mili, la muerte de nuestro hermano, con 17 a?os?
Y en este punto de la conversaci¨®n, a los dos mozos viejos les brillan los ojos. "Ay, pobre, que lo sacaron de casa por una apendicitis y ya nunca volvi¨® vivo. Que se muri¨® por el camino".
Conrada saca el pa?uelo. Impresiona. M¨¢s de 50 a?os despu¨¦s, y vuelven a llorar al recordar la muerte de su hermano. Impresiona por lo que sienten y por comprobar que quiz¨¢ la vida les ha ofrecido despu¨¦s tan pocas sensaciones y satisfacciones que en medio siglo no han conseguido poner capas que amortig¨¹en aquel tremendo momento de dolor. "Ay, nuestra madre, la pobre, que ya no volvi¨® a levantar cabeza. Se pasaba el d¨ªa llorando, y se volvi¨® loca. La muerte de mi hermano le quit¨® la vida. Y nos la quit¨® a nosotros tambi¨¦n. Es que traerlo muerto? Seg¨²n era aquel muchach¨®n, y traerlo muerto". Es como una letan¨ªa. Cu¨¢ntas veces la habr¨¢n repetido en esta cocina. "Mi madre se volvi¨® loca. Eso ya nos quit¨® la vida, nos quit¨® la vida".
Llora Conrada como admitiendo que su vida estaba predestinada a ser tan triste y nunca pudieron hacer nada por cambiarla.
Una tartera hierve con algo dentro en el fog¨®n.
Jos¨¦ nos acompa?a en un paseo por el pueblo, en cuya plaza mayor murieron cuatro personas al desplomarse el balc¨®n del Ayuntamiento durante las fiestas patronales de 2003. Y apuntando con la cachava aqu¨ª y all¨¢, a una casa y a otra, va diciendo: "Esto est¨¢ muerto, esto est¨¢ muerto, aqu¨ª ya no queda ni Cristo". "?Ve?, otra casa cerrada, y otra, y otra, y en ¨¦sta y en aqu¨¦lla s¨®lo vienen los fines de semana". Despu¨¦s cambia esa retah¨ªla de la vaciedad por otra m¨¢s oscura a¨²n. Pasamos a recorrer todas las casas en las que los due?os han muerto en el ¨²ltimo a?o y se han quedado con las persianas ca¨ªdas. "Esto est¨¢ muerto", repite como admitiendo de nuevo que una mano superior obliga a que la vida sea triste y no se pueda hacer nada por cambiarla.
Josetxu, el grandote de Fusti?ana
La pintura s¨®lo ocre y gris de los pastores no ser¨ªa realista. Tambi¨¦n hay en el oficio gente con ganas de pelear y salir adelante. Con m¨®vil, sesiones de cine y conexi¨®n a Internet. Josetxu Larraz, de 33 a?os, es de Fusti?ana (Navarra), localidad de 2.500 habitantes al lado de Tudela; est¨¢ soltero y vive con sus padres. Es grandote y con esos mofletes colorados t¨ªpicos de gente sana, expuesta mucho tiempo al aire. "Aqu¨ª toda la gente joven prefiere marcharse a trabajar a Tudela. En el campo, la cosa est¨¢ jodida. Los productos no valen. La gente prefiere un horario de ocho horas y fines de semana libres. Yo he acabado en esto porque es lo que he visto en la familia. Mi abuelo y mi padre eran pastores trashumantes, del valle de Salazar, en los Pirineos; bajaban a las Bardenas a invernar. La cosa est¨¢ bastante mal, pero nunca nos ha dado por cambiar. Y est¨¢ mal porque cada cuatro o cinco a?os hay una reforma de la PAC [Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n, de la UE] y nunca sabes lo que va a pasar. Cada a?o nos van a ir quitando un 3% de ayudas. Eso crea mucha incertidumbre. Y nunca sabes bien en qu¨¦ meterte. Hacer un corral nuevo es una inversi¨®n fuerte, y no sabes lo que va a pasar. Esto del campo est¨¢ todo abandonado. Ha perdido todo prestigio. Mire lo que pas¨® cuando se intent¨® abaratar la comida del ganado: las vacas locas. La gente no valora este trabajo y que se cuide bien a los animales. Ni la labor medioambiental del ganadero, de limpieza del monte; eso no lo aprecia la gente. Entre los que se jubilan y los que no quieren entrar, esto va a pegar un baj¨®n tremendo. Mire, mi padre ten¨ªa 300 ovejas y le daban para vivir, porque el producto val¨ªa; yo tengo 650 y ando justito, justito". "Tenemos que tener cuidado. Los lechales los vamos agrupando por lotes para vender, e intentamos concentrarlos en ¨¦poca de bodas, comuniones o Navidad. Para sacar algo m¨¢s. Es que en invierno te pagan por un cordero lechal 5.000 o 6.000 pesetas". "Esta vida no la quiere nadie. Te ata todos los d¨ªas. Ni fiesta, ni vacaciones. Es que irte a una boda te sale por un pico, porque tienes que dejar a las ovejas en el establo. Y lo que comen en un d¨ªa sin salir es un pico. No viajas nada. Pero yo este a?o ya me hart¨¦ y me fui 10 d¨ªas a Argentina. Las dej¨¦ estabuladas. Alguna vez hay que dar el paso, ?no?, y salir a ver algo". "Yo me suelo levantar a las siete, y atiendo a las paridas en el corral, que se quedan estabuladas. A las nueve o as¨ª tomo el almuerzo. Luego arreglo los papeles, que siempre hay algo que hacer, que cada vez te exigen m¨¢s papeles y m¨¢s burocracia para todo. Y a las diez o diez y media saco el reba?o. Las llevo a las Bardenas, a unos nueve kil¨®metros del pueblo. Todos los d¨ªas. Haga sol, o llueva, o haga fr¨ªo. Si te encuentras mal y no es grave, te tomas una aspirina, y ?hala!, a correr. Me llevo la comida, y ?hala!, hasta que anochece. A la vuelta por la noche, otra vez al corral a atender a las paridas. Total, que puedo llegar a casa en invierno a las ocho y media o nueve". "Me gusta salir a dar una vuelta, ver a los amigos en el bar. O meterme en Internet. Los fines de semana voy al cine a Tudela; me gusta sobre todo el cine espa?ol, como Obaba o El m¨¦todo. El americano me parece que es todo efectos especiales". "En el campo s¨ª llevo la radio; me gusta La ventana, de la SER. A veces leo, me gustan los libros de P¨¦rez-Reverte y de V¨¢zquez Figueroa". "Es duro porque no sacas mucho dinero, pero ?triste? Yo veo a la gente de la ciudad corriendo en el metro a las seis y media de la ma?ana, y eso me parece m¨¢s triste que ir yo con mis ovejas a las Bardenas. Todo es relativo".
Un corral con 1.500 ovejas
"Es la tierra de Soria ¨¢rida y fr¨ªa (?) el caminante lleva en su bufanda / envueltos cuello y boca, y los pastores / pasan cubiertos con sus luengas capas".
"Las tierras labrant¨ªas, / como retazos de estame?as pardas, / el huertecillo, el abejar, los trozos / de verde oscuro en que el merino pasta, / entre plomizos pe?ascales, siembran / el sue?o alegre de infantil Arcadia. / En los chopos lejanos del camino / parecen humear las yertas ramas".
En Borobia, en un paisaje castellano como ¨¦ste que describ¨ªa Antonio Machado en Campos de Soria, de alcores, viento, cielo, fr¨ªo y ovejas, Juan Manuel Yag¨¹e Rubio, de 63 a?os, tras un d¨ªa entero cuidando con sus mastines un reba?o de m¨¢s de un millar de ovejas -m¨¢s otras 400 paridas, que le esperan en el corral-, vuelve a su casa de este peque?o pueblo de 350 habitantes cuando ya se han encendido las farolas. Est¨¢ bien dispuesto para la charla. "En tiempos de mis abuelos hubo en este pueblo hasta 22.000 ovejas; ahora son 7.500". Le apetece repasar su vida: "Yo, antes de irme a la mili a Melilla, a lo que me dedicaba era a la agricultura. Era lo que ve¨ªa en casa. A los 10 a?os me qued¨¦ sin padre, a los 12 ya iba a labrar?, y desde entonces yo no conozco lo que es parar. Pero a la vuelta me pas¨¦ a las ovejas. Porque ya todo el mundo empezaba a tener tractor, y a m¨ª los tractores nunca me gustaron? Y desde entonces hasta ahora, que en todo este tiempo no s¨¦ lo que es guardar fiesta ni un solo d¨ªa. Porque si te invitan a una boda o un bautizo, s¨ª vas, pero ya tienes que contratar un pastor para ese d¨ªa, y cada vez te es m¨¢s dif¨ªcil encontrarlo, y adem¨¢s aviar el corral por la ma?ana tienes que hacerlo, eso no te lo quita nadie. Esto es muy sacrificado. Esto se acaba. Porque la juventud ya no lo quiere. Nuestro hijo tiene 29 a?os, y s¨ª, est¨¢ conmigo. Dice que quiere dedicarse a esto, pero no s¨¦, yo no lo veo claro; el d¨ªa que falte yo, no s¨¦? Esto se acaba. Aqu¨ª est¨¢bamos 15 pastores. Ahora a¨²n estamos ocho. Pero de hijos, de la nueva generaci¨®n, quedar¨¢n ya s¨®lo tres o cuatro dedic¨¢ndose a esto. Es mucho mejor ser agricultor que ganadero, d¨®nde va usted a parar. El agricultor que no tiene animales, con la maquinaria que hay hoy d¨ªa est¨¢ medio a?o de fiesta. Pero el trabajo nuestro es igual que hace 200 a?os. Lo ¨²nico que ha cambiado, que vas en todoterreno al corral; lo dem¨¢s, igual". "?Y qu¨¦ hago en el campo? No me aburro, no. Miro las ovejas. Las distingo a todas, ?eh! Usted coge dos de las m¨ªas, las mete en el reba?o del vecino y yo s¨¦ perfectamente cu¨¢les son. No hay ninguna igual".
Uno mira alrededor: una pesadilla de balidos y cabezas cl¨®nicas, y no queda otra que poner cara de incredulidad. "Yo, m¨®vil no llevo; radio, s¨ª. Lo que m¨¢s me gusta, el parte, las noticias". Lo colateral le interesa menos; enseguida retorna al meollo: "Esto no da de s¨ª lo que ten¨ªa que dar. Mire, somos dos hombres para 1.500 ovejas, trabajando mucho. Y no se crea que da? Bueno, s¨ª, da para volver a invertirlo, en naves, en tractores para mi hijo, pero poco m¨¢s. Mire, le voy a poner un ejemplo que lo va a ver muy claro: hace 38 a?os le compr¨¦ a un vecino 100 ovejas, y con el dinero que le di se pudo comprar un piso en Zaragoza; hoy, con mis 1.500 ovejas no me dar¨ªa ni mucho menos para un piso, ni siquiera para recomprarle a ese hombre su piso viejo de 38 a?os. Hace 30 a?os vend¨ªas una oveja vieja por 1.000 pesetas; hoy, a tres euros. Y por un corderito de 10-11 kilos te dan entre 7.000 y 11.000 pesetas. Pero es que a m¨ª, por esquilarlas me cobran cada a?o 200 pesetas por oveja. Y luego tengo que pagar 1.000 euros al a?o por el servicio para que me recojan los animales muertos. Porque ahora ya no es como antes, que pod¨ªas tirarlos al campo para que se los comieran los buitres; ahora no, ahora tienes que echarlos a un contenedor y llamar a un tel¨¦fono para que vengan a recogerlos".
Ya en casa, abre la puerta su mujer, que acaba de lavarse la cabeza y sale con rulos en el pelo. "?Viajar? Pues poco. Que si una boda en Zaragoza o en Soria, o a Sabadell, que es donde est¨¢ el carnicero al que vendemos los corderos".
Noche estrellada en Borobia. En la taberna de la casa rural de El Castillo se re¨²nen los pastores Antonio Ruiz, de 65 a?os; Jes¨²s Modrego, de 63, y Pedro Aranda, de 45. Coinciden: "Esto es cada vez peor vida". "Se meten muchas horas, y si no fuera por las subvenciones, a esto no se dedicaba nadie. Haces cuentas, y no te salen. Es mucho esclavo". "S¨ª, s¨ª, si no fuera por las subvenciones, ?pero y el papeleo que lleva todo?! Que a veces parece que hay que tener una secretaria, que cada vez lo ponen m¨¢s dif¨ªcil todo, y con m¨¢s exigencias. Y el tiempo que tienes que perder con tanto papel? Ning¨²n d¨ªa de fiesta. A esto no quiere dedicarse nadie, hombre".
En Borobia, pr¨¢cticamente todo el pueblo anda ahora preocupado por los planes de una empresa vasca y la Junta de Castilla y Le¨®n de abrirles una descomunal mina a cielo abierto en la sierra de Tablada para extraer magnesio. La explotaci¨®n romper¨ªa la belleza, limpieza y tranquilidad del entorno del pueblo, los pastos del ganado y los manantiales y acu¨ªferos del r¨ªo Manubles, que afectar¨ªan a una docena de pueblos. Tienen miedo de que la opini¨®n de quienes all¨ª viven no cuente para nada.
Fuera hace fr¨ªo y comienza a llover. Los balcones est¨¢n llenos de pancartas con el lema: "Mina, no". En la ventana de la casa rural, un paisaje de gotas de agua nieve. La hilera de chopos desnudos se desdibuja.
M¨¢s informaci¨®n en: www.artzainmundua.net.
Escuelas y congresos mundiales
Algunos se niegan a ver a los ganaderos-pastores como algo caduco, meramente buc¨®lico, como una estampa deste?ida que no encaja en los ritmos econ¨®micos y sociales actuales. Es el caso de Jes¨²s Garz¨®n, presidente de la asociaci¨®n Concejo de la Mesta y el gran animador en Espa?a de las reivindicaciones de la ganader¨ªa extensiva y la recuperaci¨®n de las v¨ªas pecuarias. ?l es quien da el dato de que quedan 90.000 pastores en Espa?a (65.000 de ovino y 25.000 de cabras), porque las estad¨ªsticas del Ministerio de Agricultura no distinguen entre ganader¨ªa extensiva e intensiva. "En los ¨²ltimos 15 a?os se ha mantenido estable este n¨²mero, y ha aumentado el n¨²mero de cabezas, porque los reba?os cada vez son m¨¢s grandes". Pero frente a esas cifras que miran al optimismo, Garz¨®n se?ala como punto inquietante la alta edad media de los pastores: "El gran problema es el relevo generacional, hay mucha gente a punto de jubilarse. Habr¨ªa que montar escuelas de ganader¨ªa, al menos una en cada comunidad aut¨®noma. Hay que reconocer que el trabajo de pastor es una profesi¨®n que requiere una cualificaci¨®n alta: son ganaderos, son veterinarios, son ec¨®logos, manejan inversiones de 300.000 euros nada m¨¢s empezar? Son grandes profesionales. La mejor garant¨ªa para el turismo de interior, el mantenimiento de los n¨²cleos rurales, frente a los grandes incendios forestales".
Ahora hay un centro de formaci¨®n de este tipo, la Escuela de Pastores, que el Gobierno vasco mont¨® en O?ati (Guip¨²zcoa) hace nueve a?os, y que les orienta en las cada vez m¨¢s dif¨ªciles tareas del ganadero europeo (el papeleo derivado de la normativa de la UE). Desde ese germen ha crecido el Foro Mundial del Pastor (Artzain Mundua), que ha organizado ya tres congresos mundiales. Miren Elgarresta, veterinaria y coordinadora de Artzain Mundua, explica la filosof¨ªa de ambas iniciativas: "Se trata de crear estrategias y proyectos para que esta profesi¨®n no desaparezca, pues es ¨²til social y econ¨®micamente, necesaria para el futuro sostenible del planeta". Por la escuela pasan unos 17 alumnos cada curso, que dura seis meses, con una edad media de 25 a?os. "Queremos acabar tambi¨¦n con el desprestigio social", a?ade Elgarresta. "Es algo que ha llegado pr¨¢cticamente inalterado hasta el siglo XXI desde muchos siglos atr¨¢s; por algo ser¨¢. Eso s¨ª, hemos visto que el futuro del pastoreo pasa por la formaci¨®n y el apoyo de las administraciones".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.