Las madres suplen la falta de educadores
Decenas de alumnos con discapacidad dependen de su familia para ir al colegio
Hoy es viernes y Carlos Rachadell, de siete a?os, deber¨ªa estar en el colegio p¨²blico del Puerto de Sagunto. A su madre, Pilar P¨¦rez, los psic¨®logos siempre le han dicho que a Carlos, que padece par¨¢lisis cerebral, le conviene acudir a un aula normal con chavales de su edad, porque eso estimula su desarrollo. Carlos padece par¨¢lisis cerebral, pero seg¨²n su madre parece m¨¢s bien un chico hiperactivo. No le gusta nada estarse quieto; camina, va en bicicleta y este curso se ha soltado definitivamente a hablar.
Hoy es viernes, pero esta ma?ana Pilar P¨¦rez ha conducido en direcci¨®n contraria, y en lugar de dirigirse al colegio La Pineta ha llevado a su hijo al San Crist¨®bal, que est¨¢ en Sagunto y es s¨®lo para alumnos con necesidades especiales. Madre e hijo prefieren el otro centro. En el San Crist¨®bal, dice P¨¦rez, los alumnos son mayores, muchos se desplazan en silla de ruedas y no hablan.
Dolores no ha podido ir ni un d¨ªa a la escuela de adultos en la que se matricul¨®
Pilar P¨¦rez ha pasado dos meses pidiendo permisos a los jefes y favores a compa?eras
Hasta la semana pasada, Carlos alternaba ambos centros. Martes y viernes iba a La Pineta y el resto de d¨ªas al San Crist¨®bal. En noviembre la educadora especial del primer colegi¨® consigui¨® un empleo mejor pagado y dej¨® el Puerto de Sagunto. Pilar P¨¦rez y la direcci¨®n de La Pineta solicitaron a la Consejer¨ªa de Educaci¨®n que se cubriera el puesto. Les dijeron que se har¨ªa despu¨¦s de Navidades. Ahora temen que no se cubra en todo el curso.
Carlos necesitaba a la educadora especial en clase, y tambi¨¦n para ir al ba?o y para comer. Cuando se fue, comenz¨® para Pilar P¨¦rez, empleada en la secci¨®n de pescader¨ªa de Carrefour, un eslalon que le exig¨ªa cambiar continuamente los turnos, pedir permisos a los jefes y favores a las compa?eras para poder ir al colegio y ayudar a su hijo. "Todo el curso as¨ª es imposible aguantar", pens¨® P¨¦rez. De modo que contra el criterio de los psic¨®logos, contra su intuici¨®n y contra los deseos de Carlos, su hijo ha dejado de ir al colegio La Pineta.
El caso de Carlos Rachadell y Pilar P¨¦rez parece de otro tiempo pero est¨¢ ocurriendo ahora. Y no es el ¨²nico. El PSPV ha calculado que faltan profesionales de educaci¨®n especial en m¨¢s de 40 centros valencianos. El m¨¢s conocido es el Misteri d'Elx, porque el 13 de enero sus 1.200 alumnos secundaron una huelga para solidarizarse con los 10 chavales que necesitan ayuda de los educadores especiales.
Uno de ellos es Pablo, un joven ilicitano de 19 a?os que cursa cuarto de Secundaria. Pablo va a clase gracias a su madre, Mar¨ªa Dolores D¨ªaz, y gracias a otras madres de otros j¨®venes como ¨¦l, que padecen una discapacidad f¨ªsica o ps¨ªquica. Pablo es paral¨ªtico cerebral desde que a los 13 meses de edad en un postoperatorio de una hernia del diafragma, sufri¨® una parada respiratoria que le afect¨® el cerebro. Desde entonces su lucha y la de su familia ha consistido en intentar hacer las mismas cosas que un chico de su edad y desarrollarse y evolucionar como persona hasta donde sus limitaciones le permitan.
Pablo tiene una hermana, Elena, de seis a?os, y un padre, camionero, que le ayuda todo lo que su trabajo le permite. "Cuando nos dijeron lo que le hab¨ªa pasado a nuestro hijo se nos vino el mundo encima", asegur¨® Mar¨ªa Dolores, "tard¨¦ mucho en quedarme embarazada de nuevo, m¨¢s que por miedo a que volviera a pasar lo mismo, porque atender a Pablo absorb¨ªa todo mi tiempo". Cuando, al principio, intent¨® escolarizarlo, le pusieron muchas trabas y le dec¨ªan que lo llevara a un colegio para ni?os especiales. El psic¨®logo, sin embargo, le recomendaba que lo llevara a un centro normal donde su hijo pudiese integrarse con el resto de ni?os. "Pero hace 15 a?os no hab¨ªa medios para que el ni?o pudiese asistir a clase y yo me pas¨¦ a?os pidiendo y pidiendo", se lamenta Mar¨ªa Dolores, que afirma: "Me llegaron a decir que si mi hijo nunca se iba a sacar la EGB, ?para qu¨¦ quer¨ªa yo ir dando la lata? Me sent¨ªa muy sola".
Ahora Pablo va al instituto y saca sus cursos a buen ritmo. Su principal impedimento en la actualidad es que el centro no dispone de los educadores necesarios para atenderlo, a ¨¦l y a sus nueve compa?eros de educaci¨®n especial. Sus madres, a turnos, suplen esta falta y acuden al instituto para ayudar a estos estudiantes a subir y bajar de clase, a llevarlos al cuarto de ba?o o a darles el almuerzo. Esta situaci¨®n influye en el desarrollo de los j¨®venes, pero tambi¨¦n de sus familias, cuya vida gira s¨®lo en torno al hijo afectado, restando atenci¨®n a los otros hijos o a ellos mismos.
Mar¨ªa Dolores se hab¨ªa matriculado este curso en una escuela de adultos y hab¨ªa decidido retomar los libros y obtener el certificado de estudios primarios; sin embargo, no lleg¨® a poder asistir a clase ni un solo d¨ªa. La falta de personal en el instituto de su hijo le impide dedicar tiempo a sus clases. A otras madres les pasa algo similar; si trabajan fuera de casa, tienen que ir siempre pidiendo favores y arriesg¨¢ndose a perder el empleo en muchos casos, para poder hacer los turnos de atenci¨®n a estos alumnos. A veces las fuerzas les fallan y en alg¨²n caso el final de la historia ha sido claudicar y simplemente no sacar al chico de casa.
Mar¨ªa Dolores teme que sea lo que le pase a ella y a Pablo el curso pr¨®ximo. El joven termina secundaria y aunque le gustar¨ªa estudiar alg¨²n m¨®dulo de inform¨¢tica de Formaci¨®n Profesional, si no lo ponen en este instituto no podr¨¢ cursarlo.
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