Complicidades
?Qu¨¦ sab¨ªan realmente los distintos Gobiernos europeos de los vuelos de la CIA para detener o transportar ilegalmente a presos para luego interrogarles, sospechosamente bajo tortura, en c¨¢rceles secretas en territorio europeo o fuera de ¨¦l? Es necesario esclarecerlo. Est¨¢ en juego no s¨®lo la moralmente devastada presidencia de Bush, sino tambi¨¦n la credibilidad europea, pues no cabe reclamarse de la defensa de los derechos humanos y de la legalidad internacional, para luego mirar hacia otro lado en estos casos, que han involucrado algunos secuestros de personas en Europa, adem¨¢s de otros lugares, para llevarlas a Afganist¨¢n u otros lugares sin ley.
Desde que el 2 de noviembre pasado The Washington Post desvel¨® este turbio asunto -aunque ya hubo vuelos que pasaron por Mallorca (y Canarias) m¨¢s que sospechosos sobre los que llam¨® la atenci¨®n la prensa y la judicatura local-, no pasa semana sin nuevas revelaciones. La ¨²ltima, la del The New Statesman, al sacar a relucir un memor¨¢ndum del 7 de diciembre del Foreign Office al gabinete de Blair sugiriendo que, estuviese o no informado de las supuestas entregas de prisioneros, la administraci¨®n s¨ª era consciente de que eran ilegales si hab¨ªa "un riesgo real de tortura". A la vez, se recomendaba ahogar el debate p¨²blico. La afirmaci¨®n del ministro brit¨¢nico de Exteriores, Jack Straw, de no tener conocimientos de casos posteriores al ataque del 11-S de 2001, aunque s¨ª anteriores, resulta poco cre¨ªble.
Hay en todo caso dos asuntos significativos, que conducen ambos a la sospecha de que pudo utilizarse la estructura de bases norteamericanas en Europa y de que no cabe descartar complicidades por parte de servicios secretos europeos. Se trata de los secuestros de Jaled Al Masri, de doble nacionalidad alemana y libanesa, en Macedonia, para su posterior traslado a Kabul; y del im¨¢n radical egipcio, Abu Omar, acusado por la CIA de contactos con Al Qaeda, en Mil¨¢n, para su traslado a la base de Aviano, y luego a la de Mannheim (Alemania), desde donde vol¨® en un reactor civil alquilado por la CIA hasta El Cairo.
El ruido que se empez¨® a organizar en las capitales sobre todo este asunto ha sido casi acallado tras la visita de la secretaria de Estado americana, Condoleezza Rice, a Bruselas el pasado diciembre, como si hubiera solicitado un pacto de silencio, no s¨®lo para no embarazar a EE UU, sino a sus aliados. El Parlamento Europeo ha abierto una comisi¨®n de investigaci¨®n para averiguar la posible complicidad de Gobiernos europeos en estas entregas y la existencia de c¨¢rceles secretas, pero no concluir¨¢ hasta dentro de un a?o y su mandato es menos amplio de lo que cab¨ªa desear.
El Consejo de Europa, por su parte, tambi¨¦n ha abierto una investigaci¨®n, como varios Parlamentos en la UE, a comenzar por el de Polonia, uno de los pa¨ªses a los que se ha apuntado que pod¨ªan haber albergado c¨¢rceles secretas de la CIA. De probarse, podr¨ªa llevar a sanciones de la UE contra los pa¨ªses infractores. Pero, ?cu¨¢ntos pa¨ªses podr¨ªan estar implicados? Adem¨¢s, hay diversas investigaciones judiciales en curso. La maquinaria pesada se ha puesto en marcha, y es necesario que no se detenga, caiga quien caiga.
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