De Buchenwald, Peroutka y la palabra
Este a?o la efem¨¦ride no tiene fecha redonda, pero resulta igual de imprescindible recordar que tal d¨ªa como ayer, hace 61 a?os, fue liberado el campo de exterminio de Auschwitz. Con tal motivo se present¨® ayer en el Instituto Franc¨¦s y el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid un librito que puede tener m¨¢s importancia para la calidad moral de nuestras nuevas generaciones que cientos de seminarios, investigaciones eruditas y grandes compendios sobre el crimen m¨¢s especial jam¨¢s ideado. El historiador franc¨¦s Georges Bensoussan, autor de la exhaustiva y excepcional Historia intelectual y pol¨ªtica del sionismo (1860-1940), ha escrito una brev¨ªsima Historia de la Shoah que convendr¨ªa hacer lectura obligada en nuestras escuelas. Es sabido que no hay nada m¨¢s pedag¨®gico que la informaci¨®n sobre los mecanismos del odio y el desprecio hacia el crimen absoluto, cierto, hecho, consumado, habido e incontestable.
No por capricho es delito en muchas democracias occidentales cuestionar el Holocausto, como tampoco es casual que fanatismos y totalitarismos de todo tipo lo hagan, como ahora el presidente iran¨ª, un tal Ahmadineyad, que asegura querer concluir el genocidio nazi borrando a Israel del mapa al tiempo que acusa a los jud¨ªos de haberse inventado el Holocausto. Bien dec¨ªa Hanna Ahrendt, en un comentario de su Viaje a Alemania citado aqu¨ª por Patxo Unzueta, que "el aspecto probablemente m¨¢s destacado, y tambi¨¦n m¨¢s terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. (...) La conversi¨®n de los hechos en opiniones no se limita ¨²nicamente a la cuesti¨®n de la guerra; se da en todos los ¨¢mbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opini¨®n (...) De hecho, este es un problema serio, no s¨®lo porque de ¨¦l se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas sino, sobre todo, por que el alem¨¢n corriente cree con toda seriedad que esta competici¨®n general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del r¨¦gimen nazi".
Aqu¨ª, en Espa?a, lo l¨®gico es deducir que el "relativismo nihilista" lo heredamos del franquismo, pero resulta curioso que las primeras generaciones de dem¨®cratas en el poder eran en gran medida inmunes a esta ponzo?a intelectual. No ¨¦stas. Desde que aquella gran mujer que fue Violeta Friedman call¨® al criminal de Le¨®n Degrelle, ya nadie puede pretender p¨²blicamente que el Holocausto no existi¨®. Pero todo lo dem¨¢s parecen ser opiniones y palabras tan moldeables como los intereses de los prestidigitadores requieran. El relativismo de valores deviene indigencia moral, como vemos. Aplicado a la palabra es violencia, porque es mentira y, por ello, agresi¨®n totalitaria.
Ferdinand Peroutka, el maestro m¨¢ximo del periodismo checoslovaco, escribi¨® sus primeros art¨ªculos a¨²n bajo el emperador Francisco Jos¨¦, fue el gran amigo y aliado -aunque no acr¨ªtico- del presidente Thomas Garrigue Masaryk, preso seis a?os en Pankrac, Dachau y Buchenwald y, como buen antinazi, pronto una v¨ªctima de la represi¨®n comunista en Checoslovaquia, y despu¨¦s el m¨¢s ilustre exiliado y m¨¢s odiado enemigo del r¨¦gimen estalinista de Praga. Peroutka hab¨ªa dirigido los diarios Protomnost, con la Milena Jesenska adorada de Kafka, y Lidove Noviny. Fue en el exilio el alma de Radio Free Europe en checo, la radio que infund¨ªa esperanzas en un futuro en libertad, dignidad y democracia. Su cuartel fue la verdad y su arma la palabra. Muri¨® en 1978 en Nueva York antes de que un disc¨ªpulo suyo, Vaclav Havel, hiciera realidad su sue?o.
Pero dej¨® su gran Manifiesto democr¨¢tico, tortura del r¨¦gimen comunista al saberlo escuchado en los hogares de Praga, un canto al humanismo. "La lucha de la democracia por devolver a las palabras su significado decente, de darle de nuevo su clara definici¨®n a los t¨¦rminos, es m¨¢s que una lucha pol¨ªtica. Es una lucha en defensa de la gran herencia de pasadas generaciones que unen a la gente con las palabras que corresponden a la realidad". Hora es de leer a Ferdinand Peroutka.
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