La horca del inca
Evo Morales se quit¨® el arco iris de pelo de alpaca, con el que hab¨ªa colocado entre el desconcierto y la pol¨¦mica a tantos figurines y m¨¢s solemnes protocolos, y se ci?¨® un traje negro de chaqueta, sin el siniestro nudo de la corbata, en el acto de su investidura. Jefes de gobierno, delegaciones oficiales y cientos de periodistas certificaron el prodigio que se oper¨® en la Paz: un indio aimara tom¨® posesi¨®n de la presidencia de Bolivia, con una mano en el coraz¨®n y la otra resuelta en un pu?o de entereza. La historia se rejuveneci¨®: a¨²n era hora de rectificar y de poner cada cosa en su sitio y a cada quien en su lugar. Toda Am¨¦rica respiraba en lo m¨¢s alto de su espl¨¦ndida civilizaci¨®n, devastada, cinco siglos antes, por las agresivas ambiciones de ultramar, y era tan poderoso aquel aliento, que un apache en una reserva o conserva de Arizona, so?¨® que alg¨²n d¨ªa alguno de sus nietos sacar¨ªa a patadas del despacho oval al impostor anglosaj¨®n, para devolverles el aire y las aguas a los pueblos de aquellos territorios. Pero en lo m¨¢s alto de su espl¨¦ndida civilizaci¨®n, en las ruinas de la ciudad santuario de Tiahuanaco, en el templo de Kalasasaya, en la Puerta del Sol, en la pir¨¢mide de Akapana, hace pocos d¨ªas, Evo Morales, llev¨® a cabo los rituales de la tradici¨®n y la memoria, y fue proclamado c¨®ndor supremo de altiplano y cordillera, en medio de una multitud de aimaras, quechuas, uros y otras etnias. El cronista, hace a?os, recorri¨® aquellos parajes, cercanos al lago Titicaca, una vez y otra, con un arque¨®logo amigo y pace?o, y la soledad y el rumor incesante del seco y fr¨ªo viento que baja de los nevados. En una de aquellas incursiones, entre el lago y unos acantilados, el arque¨®logo se?alo una curiosa formaci¨®n rocosa: "Le llaman, dijo, la horca del inca, imag¨ªnate por qu¨¦". Y mostr¨¢ndole una escondida senda, le invit¨® a seguirle: "Ser¨¢s el primer espa?ol que la pisas". Y el cronista ech¨® escr¨²pulos por delante, y dijo que no, que ya eran muchos los espa?oles que hab¨ªan pisado y pisoteado aquella tierra y a aquellas gentes. Evo Morales lo ense?a a tanto despose¨ªdo: ni m¨¢s conquistas, ni m¨¢s oligarqu¨ªas, ni m¨¢s expolios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.