Palestina y el juego de la manipulaci¨®n
No existe en la historia un conflicto m¨¢s manipulado y tergiversado que el de Palestina. De nada sirve que todo el corpus jur¨ªdico internacional exponga con una claridad meridiana todas las violaciones que Israel ha cometido sobre unos territorios palestinos que no le pertenecen y un pueblo al que inflige una cantidad infinita de castigos, abusos y humillaciones. La alquimia de las palabras acaba por modificar los conceptos. La ocupaci¨®n se ha ido convirtiendo en "territorios en disputa", el cumplimiento de la ley por parte de Israel en "concesiones" o "gestos", las colonias en "asentamientos" (incluso en "barrios jud¨ªos"), el muro en "valla de seguridad". Y, por supuesto, el terrorismo es un t¨¦rmino del que los palestinos tienen la exclusiva. Esta manipulaci¨®n del lenguaje ha ido transformando la visi¨®n del conflicto: los progresos hacia la paz dependen del comportamiento de los ocupados (la Autoridad Palestina) y no del ocupante (Israel), las presiones y exigencias recaen sobre la v¨ªctima y no sobre el verdugo, y los donantes internacionales pagan los costes de la ocupaci¨®n sin desafiarla. Se dice "el desarrollo econ¨®mico de los territorios palestinos es indispensable para asentar la paz en la regi¨®n" (Banco Mundial), pero no se acompa?a de la voluntad de atacar pol¨ªticamente la causa que genera esa situaci¨®n de crisis humanitaria, de manera que la ayuda internacional se ha convertido en la compa?era de viaje de la ocupaci¨®n. Es m¨¢s, libera econ¨®micamente a Israel de su responsabilidad ante la ley internacional (que como fuerza ocupante tiene que asumir la asistencia a los ocupados), no exige nunca compensaciones a Israel por lo que destruye y una parte considerable de esa ayuda va a programas sobre la "reforma" y la "democracia", creando la ficci¨®n entre los palestinos y la opini¨®n internacional de que existe un proceso pol¨ªtico en marcha para la construcci¨®n del Estado palestino, cuando en realidad no se est¨¢ haciendo nada para evitar que ese Estado palestino sea un bantust¨¢n inviable donde de poco va a servir la democracia.
El ¨²ltimo eslab¨®n de esta cadena de inversiones de la realidad la est¨¢ protagonizando la desaparici¨®n (por ahora pol¨ªtica) de Ariel Sharon. Al que fue toda su vida un "hombre de guerra" (o m¨¢s bien de cr¨ªmenes de guerra) se le califica de "hombre de paz"; a quien nunca reconoci¨® jerarqu¨ªa, leyes, normas, ni ¨¦tica; al que nunca ha aceptado la m¨¢s m¨ªnima idea de negociaci¨®n con los palestinos, al art¨ªfice de la colonizaci¨®n jud¨ªa en tierras palestinas, al hombre del apartheid y la limpieza ¨¦tnica, al que ha hecho territorialmente inviable la existencia de un Estado palestino, el que ha cambiado la paz por el extremismo y la radicalizaci¨®n palestinas, ?se le presupone un "legado" que hay que conservar! Cons¨¦rvenlo, y Oriente Medio no ver¨¢ nunca la paz ni la estabilidad.
La presentaci¨®n de las elecciones palestinas est¨¢ tambi¨¦n sometida a esa din¨¢mica de crear espejismos que ocultan la realidad. Se busca dar sensaci¨®n de normalidad a una situaci¨®n que es profundamente an¨®mala porque se celebran sin ninguna perspectiva de que acabe la ocupaci¨®n y porque dos tercios de la poblaci¨®n palestina no tienen derecho al voto; y el tercio que lo tiene lo hace bajo ocupaci¨®n militar (lo que interfiere en la libertad de movimientos de los votantes y en la de los candidatos para hacer su campa?a). En Jerusal¨¦n Este Israel s¨®lo ha permitido que voten 6.300 palestinos de los 110.000 que deber¨ªan hacerlo (esos "afortunados" han sido elegidos por sorteo), y todos los refugiados que no viven en los territorios vuelven a quedarse al margen del voto "nacional".
Las elecciones se celebran para elegir un Consejo Legislativo y, en consecuencia, un nuevo gobierno que no tendr¨¢ ning¨²n Estado que gobernar, sino mantener un esqueleto institucional que permita plantear que todo el proceso hacia la paz depende del comportamiento de los palestinos y no de Israel. Las elecciones crean la ilusi¨®n de que existe un proceso pol¨ªtico que eventualmente llevar¨¢ al Estado palestino y mientras exista esa ilusi¨®n Israel puede continuar con su pol¨ªtica de apropiaci¨®n de territorio para llegar a una "soluci¨®n" que ning¨²n l¨ªder palestino puede aceptar. Por ello, ha impuesto el unilateralismo y ha ignorado a cualquier interlocutor palestino. Primero, el problema era Arafat, pero Abu Mazen no ha corrido mejor suerte y en el futuro el pretexto ser¨¢ que Ham¨¢s est¨¢ presente en las instituciones palestinas. Mientras tanto, se sigue con el muro que invade el territorio palestino, se intensifica la colonizaci¨®n de Cisjordania, la judeizaci¨®n de Jerusal¨¦n Este, e incluso se sitia a los n¨²cleos de poblaci¨®n palestina israel¨ª levantando otros muros que la a¨ªslan y le van haciendo imposible la subsistencia. Objetivo: apropiaci¨®n de territorio cuando quede limpio de palestinos. Y todo ello con el benepl¨¢cito de EE UU y el conformismo de los europeos.
Para los palestinos las elecciones tienen otra lectura. Son una b¨²squeda desesperada de poner en orden su propia casa, acabar con el caos y reforzar su liderazgo pol¨ªtico. Mientras la popularidad de Ham¨¢s ha crecido, la de la OLP (y su principal grupo, Al Fatah) ha descendido. Pero el propio Mahmud Abbas necesita a Ham¨¢s en el juego pol¨ªtico para conseguir imponer el orden. El ¨¦xito de Ham¨¢s le debe mucho a Ariel Sharon (recomiendo el art¨ªculo de Bradley Burston, "Hamas 'R' Us" en Haaretz 19 de enero de 2006). Despreciando cualquier nivel de negociaci¨®n con Mahmud Abbas, Sharon no ha hecho absolutamente nada para que ganase un m¨ªnimo cr¨¦dito ante su poblaci¨®n; por el contrario, ha invertido en la radicalizaci¨®n y la violencia. Pero tampoco nadie se ha interesado por supervisar el comportamiento honesto y democr¨¢tico de los actores e instituciones palestinas que nacieron al calor de la comunidad internacional en el marco de Oslo. La consecuencia es que la corrupci¨®n y la fragmentaci¨®n cl¨¢nica de Fatah, junto a su incapacidad por mejorar en algo la situaci¨®n draconiana de ocupaci¨®n, le pasan recibo hoy d¨ªa. Tambi¨¦n hay que decir que la falta progresiva de perspectivas de un Estado palestino genera una din¨¢mica viciosa: ha promovido las estrategias de supervivencia personales en busca de prebendas, desv¨ªos de fondos y el "s¨¢lvese quien pueda" en las elites dirigentes palestinas. As¨ª, Ham¨¢s se va a beneficiar, adem¨¢s de sus propios votantes, de muchos que ven en ¨¦l una imagen de marca anticorrupci¨®n, lo cual es cierto, y del voto de castigo a Fatah. ?sa es la realidad, y ante la misma ?qu¨¦ posici¨®n habr¨ªa que tomar?
La integraci¨®n de Ham¨¢s en el sistema pol¨ªtico palestino es un factor positivo y la mejor manera de garantizar el mantenimiento del cese el fuego, que ha respetado a pesar de las provocaciones constantes israel¨ªes. Y no hay que ignorar que el uso del terrorismo de Ham¨¢s es la otra cara de la moneda del terrorismo de Estado que practica Israel. En los ¨²ltimos meses, su direcci¨®n en las municipalidades constata que Ham¨¢s ha apostado por el buen gobierno (lo que facilitar¨ªa mucho la gesti¨®n de la ayuda internacional) y el pragmatismo, dejando de lado, salvo en alg¨²n caso excepcional, la imposici¨®n de normas isl¨¢micas. Otro s¨ªntoma es que su discurso en la campa?a electoral ha dejado de lado los aspectos m¨¢s radicales de su carta constitucional con respecto a Israel. Y, adem¨¢s, su incorporaci¨®n en el gobierno local y nacional es la mejor v¨ªa para marginar la v¨ªa militar, porque la realidad es que la Autoridad Palestina no tiene ninguna capacidad de desarmar a Ham¨¢s.
Frente a esta realidad, EE UU y la UE est¨¢n manteniendo una posici¨®n carente de sentido (aceptar y facilitar su participaci¨®n pero amenazando contra su ¨¦xito electoral) con el riesgo de no aprovechar un hecho inevitable que puede tener un impacto positivo, porque es claro el deseo de Ham¨¢s de obtener reconocimiento internacional. Cortar la interlocuci¨®n con ellos, y no aceptar los resultados democr¨¢ticos de las elecciones, les llevar¨ªa a perder la ocasi¨®n de condicionar y alentar una refundaci¨®n de Ham¨¢s que fuese gradualmente dimitiendo de su estrategia militar y aceptando la negociaci¨®n con Israel. Claro est¨¢ que eso significar¨ªa tambi¨¦n presionar con firmeza a Israel para que negocie. Quiz¨¢ sea ¨¦se el verdadero problema que no quieren afrontar.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.