Antropocentrismo radical y anacronismo
El profesor G¨®mez Pin public¨® en este peri¨®dico, el d¨ªa 11 de enero de 2006, un desacertado art¨ªculo titulado Ecologismo radical y antihumanismo. Comienza estereotipando el ecologismo radical y concentrando sus cr¨ªticas sobre la presa f¨¢cil de Brigitte Bardot y sobre una foto que, de una forma un tanto sensacionalista, protesta contra la matanza de focas para la obtenci¨®n de pieles (acto cruel e innecesario, por cierto), lo cual es poco representativo del ecologismo radical.
A continuaci¨®n arremete contra quienes se atreven a postu-
lar que el hombre podr¨ªa ser equiparable a otras especies, considerando poco menos que absurda la tesis seg¨²n la cual las especies no humanas podr¨ªan presentar un valor per se, es decir, un valor intr¨ªnseco m¨¢s all¨¢ del que puedan tener para el hombre. Muestra as¨ª cierta estrechez de miras al no ser capaz de concebir el "valor" m¨¢s all¨¢ de la noci¨®n utilitarista del mismo.
Pese a los batacazos sufridos por la visi¨®n antropoc¨¦ntrica del universo (primero, con Cop¨¦rnico; luego, con Darwin, y actualmente, con los descubrimientos en el genoma humano), esa teor¨ªa parece contar a¨²n con fervientes defensores que afirman que la naturaleza no presenta valor alguno m¨¢s all¨¢ del hombre, pese a que en la actualidad todos sabemos, una vez superado el antropocentrismo eclesi¨¢stico, que el hombre no ha presenciado m¨¢s que una ¨ªnfima parte de la existencia de la naturaleza.
El autor advierte a continuaci¨®n del peligro de que se produzca "una inversi¨®n de la jerarqu¨ªa por la cual no se valorar¨ªa la naturaleza en raz¨®n de que sirve al hombre, sino que m¨¢s bien se valorar¨ªa al hombre en raz¨®n de que sirve a la naturaleza". Pasa desapercibido ante el autor que, frente a estos extremos, existe tambi¨¦n una noci¨®n m¨¢s ecocentrista del mundo, la cual, lejos de las relaciones de subordinaci¨®n que ¨¦l plantea, considera al hombre como una especie m¨¢s que hasta tiempos recientes ha vivido en equilibrio con la naturaleza.
Por ¨²ltimo plantea su inefable tesis seg¨²n la cual la renuncia a una noci¨®n antropoc¨¦ntrica del mundo nos lleva autom¨¢ticamente por la v¨ªa del antihumanismo. Nada m¨¢s lejos de la realidad que la conclusi¨®n a la que llega el profesor. La renuncia al antropocentrismo en pro del reconocimiento de los valores intr¨ªnsecos de la naturaleza no supone un alineamiento antihumanista, sino todo lo contrario. El humanista moderno ha dejado de considerarse el ombligo del mundo, planteamiento obsoleto y anacr¨®nico; respeta y venera la naturaleza por la simple raz¨®n de que es consciente de que forma parte de ella, y sabe que al proteger la naturaleza est¨¢ protegiendo a la vez a la humanidad.
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