?Un se¨ªsmo salvador?
La victoria de Ham¨¢s constituye un aut¨¦ntico se¨ªsmo en Palestina y en el mundo ¨¢rabe musulm¨¢n. Tiene una profunda importancia hist¨®rica: pone fin a los ¨²ltimos restos del nacionalismo laico, cuyos fundamentos pol¨ªticos e ideol¨®gicos estaban ya irremediablemente da?ados por el autoritarismo antidemocr¨¢tico de los propios nacionalistas y la pol¨ªtica de las potencias occidentales e Israel en Oriente Pr¨®ximo.
Ahora bien, en Palestina, la victoria del islamismo sobre el nacionalismo laico es tambi¨¦n consecuencia de la descomposici¨®n interna de la OLP. Esta organizaci¨®n se ha convertido, desde la desaparici¨®n de Yasir Arafat, en el s¨ªmbolo de la sumisi¨®n al ocupante israel¨ª, la corrupci¨®n y el mercantilismo de una nueva burgues¨ªa palestina, seg¨²n el modelo de las clases dirigentes en el mundo ¨¢rabe. Su duplicidad, desde la llegada de Mahmud Abbas, ante los servicios de seguridad estadounidenses, que quieren controlar indirectamente a la Polic¨ªa y el Ej¨¦rcito palestinos, acab¨® por desacreditarla.
La UE tiene que conceder a Ham¨¢s una categor¨ªa acorde con su representatividad
La victoria de Ham¨¢s es, sobre todo, una especie de revoluci¨®n social democr¨¢tica en el interior de la sociedad palestina contra los grupos dirigentes responsables de la regresi¨®n econ¨®mica y social. El islam militante se ha convertido en la ideolog¨ªa de resistencia de los pobres, los excluidos, los que no tienen derechos, los humillados y los ofendidos.
Adem¨¢s, este triunfo de Ham¨¢s constituye un viraje fundamental en la tragedia palestino-israel¨ª. No va a alterar los aspectos esenciales del problema, que sigue estando dominado, sobre todo, por la negativa de Israel a reconocer el derecho a la independencia del pueblo palestino. Pero la llegada de Ham¨¢s, probablemente, servir¨¢ para dar m¨¢s credibilidad a la postura del Gobierno israel¨ª, que exigir¨¢ la rendici¨®n total de los islamistas. Cosa que, por supuesto, no va a producirse.
La pregunta que se hace todo el mundo, desde George W. Bush hasta las autoridades europeas, es si Ham¨¢s va a dejar las armas para negociar. Una pregunta que, aunque es leg¨ªtima, no est¨¢ exenta de cierta ambig¨¹edad. Los palestinos piensan que deber¨ªa hac¨¦rsele tambi¨¦n a Israel. ?Van a terminar la colonizaci¨®n, los asesinatos "dirigidos", la humillaci¨®n cotidiana a la que se somete a los trabajadores palestinos? Por eso es poco previsible que Ham¨¢s acepte, como hizo Al Fatah, ser dominado militarmente sin recibir ninguna compensaci¨®n pol¨ªtica a cambio. Su victoria parece, ante todo, un castigo del pueblo palestino a la estrategia de sumisi¨®n practicada por la OLP bajo los auspicios de estadounidenses e israel¨ªes. Lo m¨¢s probable es que Ham¨¢s no renuncie a la lucha armada hasta que Israel no renuncie a su lucha, igualmente armada, contra los derechos del pueblo palestino. Es dif¨ªcil que los islamistas hagan las mismas concesiones que Al Fatah: perder¨ªan cualquier legitimidad. El elector palestino ha votado por un movimiento cercano a la gente, preocupado por la solidaridad social, que luche contra la corrupci¨®n y resista mediante la fuerza y los sacrificios -por aberrantes e inhumanos que sean- contra el ocupante israel¨ª.
Es evidente que esta actitud no va a favorecer a las fuerzas palestinas moderadas. Pero podemos afirmar tambi¨¦n que ha llegado la hora de la verdad para todos los protagonistas de esta tragedia. Para Israel (que, en los a?os ochenta, apoy¨® el ascenso del islamismo palestino con el fin de debilitar a la OLP de entonces, laica y moderna), la negociaci¨®n con Ham¨¢s es indispensable y razonablemente inevitable, salvo que quieran encerrarse en una actitud negativa que ser¨ªa gravemente perjudicial para el pueblo israel¨ª.
Israel tiene derecho a la existencia y a la seguridad, pero Ham¨¢s no estar¨¢ dispuesto a reconocer esos derechos si, al mismo tiempo, Israel no se compromete de manera m¨¢s concreta a reconocer la existencia de un Estado palestino independiente y con verdadera continuidad territorial. ?sa es la diferencia radical con Al Fatah, que renunci¨® a luchar por medios militares contra la colonizaci¨®n y acept¨® el desarrollo de bantustanes en los territorios ocupados, sin obtener m¨¢s contrapartida que la de permitir a las clases palestinas parasitarias que prosperasen gracias a la corrupci¨®n, el nepotismo y el mercantilismo desenfrenado. Ham¨¢s s¨®lo puede aceptar la negociaci¨®n si existe un reconocimiento mutuo. Y tampoco va a intentar destruir por completo Al Fatah; preferir¨¢ dominarlo para servirse de ¨¦l en futuras negociaciones.
?Qu¨¦ puede hacer la Uni¨®n Europea? Tiene que revisar su actitud respecto a Ham¨¢s y concederle una categor¨ªa acorde con su representatividad democr¨¢tica, pero sin dejar de exigir a todos los protagonistas que acaben con el ciclo infernal de asesinatos dirigidos y atentados terroristas. En realidad, de lo que se trata no es de saber qu¨¦ hacer con Ham¨¢s, sino de preguntarse: ?qu¨¦ debe hacer la comunidad internacional ante la tragedia palestino-israel¨ª? La respuesta la sabemos desde hace tiempo: imponer la paz. Es urgente la convocatoria de una Conferencia internacional a la que asistan los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, las potencias ¨¢rabes beligerantes con Israel, los palestinos y los israel¨ªes, para proponer un plan de paz basado en las resoluciones pertinentes de la ONU. La Uni¨®n Europea tiene que poder encargarse de esta tarea. Porque, mientras la "comunidad" internacional se niegue a actuar en este sentido, Estados Unidos, Israel y los islamistas seguir¨¢n utilizando este territorio y estos pueblos como chivos expiatorios y v¨ªctimas de sus intereses.
La victoria de Ham¨¢s ha sido democr¨¢tica y es preciso respetarla. Tal vez es el detonante que hac¨ªa falta para que el mundo se d¨¦ cuenta de que es preciso actuar con rapidez en Oriente Pr¨®ximo.
Sami Na?r es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas y profesor invitado de la Universidad Carlos III de Madrid. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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