Reaparici¨®n
Sobre el horizonte partido de la ¨²ltima escena de El perro negro, la pel¨ªcula de P¨¦ter Forg¨¢cs sobre la Guerra Civil, aparecen los cr¨¦ditos, y en ellos, el agradecimiento a Mercedes Salvans por su colaboraci¨®n. Mercedes se llamaba la ni?a que el mediod¨ªa del 24 de julio de 1936 vio c¨®mo unos hombres irrump¨ªan en la casa familiar de Terrassa y se llevaban con ellos al padre y al abuelo. Entonces acababa de cumplir los cinco a?os. Ahora tiene 70 m¨¢s y vive en una casa, como decimos los periodistas, de la parte alta de Barcelona. Problemas con las rodillas, pero s¨®lo con las rodillas.
-?Recuerda a su padre?
-Tengo im¨¢genes. Van y vienen. Lo veo acarici¨¢ndome el pelo, dici¨¦ndome: "?Qu¨¦ guapa est¨¢s!".
Joan Salvans era un hombre feliz. La vida que llevaba estaba a una distancia terrible de la vida que llevaba el hombre que lo mat¨®
-?Y el d¨ªa en que lo mataron?
-Estaba comi¨¦ndome un huevo frito. Entraron unos hombres que llevaban unos gorros con la borla roja.
-?Eso es todo?
-Eso es todo lo que recuerdo. S¨ª..., y una mujer gritando, una amiga de la familia que estaba en la casa, que cay¨® al suelo, desmayada supe luego.
-?D¨®nde lo mataron?
-En un bosque cercano a la casa. Mataron a mi padre, a mi abuelo y a varias personas m¨¢s.
-?La misma tarde?
-S¨ª, fue de inmediato.
-Seis d¨ªas despu¨¦s del comienzo de la guerra. No le dio tiempo a huir.
-Por lo que s¨¦, no pens¨® en hacerlo, al contrario que sus hermanos, que s¨ª escaparon. Mi madre estaba embarazada de mi hermana y supongo que no quer¨ªan correr riesgos. ?l parec¨ªa convencido de que nada iba a ocurrirle, claro.
Su padre era un joven burgu¨¦s del textil con una gran curiosidad por la vida. Rod¨® muchas pel¨ªculas, cuyos fragmentos ha cosido Forg¨¢cs. Alguna es muy curiosa, como la llamada Diarios, que hizo en los a?os treinta. Salvans film¨® los diversos tratamientos que recib¨ªan las noticias seg¨²n fuera el peri¨®dico que se ocupara de ellas. Film¨® las grandes exclamaciones de los m¨ªtines pol¨ªticos, de las consignas, la circunspecci¨®n editorial ante alg¨²n tr¨¢gico suceso, vio muy r¨¢pido, en fin, el mundo como representaci¨®n. Viaj¨® tambi¨¦n. Su hija hace un esfuerzo y se levanta en busca de alguno de sus cuadernos de ruta. Hay dom¨¦sticas excursiones pirenaicas, pero tambi¨¦n ins¨®litos desembarcos en las costas de Noruega. Las fotograf¨ªas son muy buenas y los textos est¨¢n bien cortados. En los cuadernos destacan las cr¨®nicas de la segunda edici¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno, que se celebraron en Saint Moritz. Salvans amaba el fr¨ªo, la nieve y las monta?as. "No hi ha res al m¨®n com les muntanyes", dec¨ªa Josep Maria de Sagarra.
Sentada en el sill¨®n, una tarde de perros, en un peque?o saloncito caliente y muy acogedor, forrado de maderas nobles y teniendo enfrente un bello retrato de su juventud que pint¨® Albert R¨¤fols, casi ya m¨¢s conocido por ser el padre de R¨¤fols Casamada, Mercedes Salvans consigue hablar de su padre como si lo viera en un libro de historia.
-Cuando le dej¨¦ las pel¨ªculas a Forg¨¢cs s¨®lo le puse como condici¨®n que dijera la verdad. Que no volviera a matar a nadie.
-Qu¨¦ bien dicho est¨¢ eso.
-Le toc¨® a mi padre. Como a otros tantos. Un crimen. Yo creo que mi padre fue un hombre feliz, los a?os que pudo vivir. Esa felicidad era ostentosa. Se ve muy bien en las pel¨ªculas. Enti¨¦ndame: no digo que mi padre fuera un presumido ni que alardeara, ni nada de eso. Pero el simple hecho de ser feliz era una afrenta para muchos. Todo est¨¢ en sus pel¨ªculas. La vida que llevaba, ¨¦l y los que eran como ¨¦l, estaba a una distancia terrible de la vida que llevaba el hombre que lo mat¨®.
-Por cierto, ?qu¨¦ sabe de ¨¦l?
-Lo que se dice en la pel¨ªcula. Nada m¨¢s. De hecho, yo me enter¨¦ de qui¨¦n era el asesino por la pel¨ªcula.
-?C¨®mo?
-S¨ª, un familiar se lo dijo a Forg¨¢cs. Todo esto se llev¨® siempre con mucho silencio en nuestra casa.
-Perm¨ªtame: eso que dice sobre la miseria de los asesinos...
-S¨ª, la situaci¨®n nada tiene que ver con la vida de ahora. Hay que hacerse cargo de que la esperanza de aquella gente era nula. Esto es dif¨ªcil de entender en seg¨²n qu¨¦ ambientes, claro. Yo misma tengo muchas veces problemas con los amigos. Discutimos de pol¨ªtica, de aquellos a?os, de los nuestros.
-?No la entienden?
-Les cuesta. A veces incluso hay situaciones de tensi¨®n. Hay noches que tengo que salir y recordarles que a m¨ª me mataron al padre... Pero que la vida, entonces, era lo que era.
A prop¨®sito de la recuperaci¨®n de la llamada memoria hist¨®rica, el escritor Xavier Pericay ha establecido una l¨²cida reivindicaci¨®n. No es cierto que las v¨ªctimas del terror republicano hayan sido debidamente honradas. S¨®lo recibieron la honra de la dictadura y es la democracia la que debe honrarlas. Esto se ve muy bien en los recuerdos de Mercedes Salvans. Durante a?os, cada 24 de julio se ofici¨® en la casa familiar una ceremonia por los muertos. Veo a la ni?a, a la adolescente, a la mujer, a?o tras a?o, con su tragedia ¨ªntima aplastada por la cruzada, el terror rojo y el c¨¢liz. El padre doblemente enterrado. Y ahora, en cambio, muerto, y la pena irremediable, pero reaparecido. El aspecto liberador de la pel¨ªcula de Forg¨¢cs y su hermoso ejemplo democr¨¢tico. Ah¨ª est¨¢ el padre: el ¨¢vido, el creativo, el luminoso Joan Salvans. Ahora se oye mucho mejor el tiro.
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