Firmeza, mucha firmeza
M¨¢s que programa o convicciones de peso, lo que si tiene el pep¨¦ es un exceso de firmeza, una firmeza arrogante y como de pu?o cerrado, americano tal vez, que le impide imaginar siquiera lo mucho que se le escapa
Vaya tr¨ªo
El anta?o comedido Mariano Rajoy no ha tenido otro remedio que recurrir a los trucos de la gesticulaci¨®n exagerada desde que fue designado sucesor por su jefe, y as¨ª ha venido a quedar en nada, ya que la percepci¨®n de sus expectativas de sensatez se cifraban en su talante m¨¢s bien gallego. ?ngel Acebes hace mucho tiempo que perdi¨® la sonrisa, si alguna vez prendi¨® en su cara, y suele acompa?ar su gesto funerario de una firmeza de ment¨®n que parece una ametralladora por el momento descargada. Y en cuanto a Eduardo Zaplana, el m¨¢s p¨ªcaro de los tres, responde a quienes le preguntan con la media sonrisa del que sabe que no cuela para nada lo que dice pero que, a¨²n as¨ª, debe decirlo, incluso a veces su expresi¨®n facial sugiere que lo mismo podr¨ªa decir todo lo contrario sin perder la cara. El misterio es que este pintoresco tr¨ªo aspire todav¨ªa a gobernarnos a expensas de su devastadora firmeza.
Todos a la c¨¢rcel
Detr¨¢s de cada gran hombre hay una mujer estupenda con la que comparte vida y proyectos, formando una pareja que acostumbra a tener una descendencia tan estupenda y emprendedora como sus progenitores. V¨¦ase, si no, el caso ejemplar de la saga de los Pinochet, donde el fundador salva a su pa¨ªs y de paso se llena los bolsillos por si despu¨¦s vienen mal dados, con el apasionado apoyo de su encantadora esposa y de sus entusiasmados m¨¢s que entusiastas descendientes. Es posible que acaben todos en la c¨¢rcel, pero mientras tanto se han hecho pasar por gente de bien, incluso de esmerada educaci¨®n, al ritmo exacto de sus muchas tropel¨ªas, ganando en apariencia se?orial lo que Chile perd¨ªa en sus miles de j¨®venes desangrados. Como dec¨ªa John Huston, los edificios y las putas se convierten en venerables con el paso del tiempo.
Una finta de post¨ªn
?Pues no qued¨¢bamos en que Rodr¨ªguez Zapatero era un bobo solemne? Puestos a tirar de cintura, hay que reconocer su flexibilidad ali¨¢ndose con Artur Mas para sacar adelante la cosa catalana, dejando poco menos que con la miel en los labios a dos socios tan inc¨®modos como Pasqual Maragall y Carod Rovira. Esta finta de maestro sugiere, entre otras cosas, que no es pragmatismo lo que le falta al l¨ªder socialista a la hora de acelerar la soluci¨®n de un engorroso problema, y de paso a¨ªsla todav¨ªa m¨¢s a un pep¨¦ que, a este paso, se va quedar con lo puesto, as¨ª en el cielo como en la tierra. Raz¨®n ten¨ªa el sustituto de Jordi Pujol para aparecer en las fotos m¨¢s contento que unas pascuas, aunque est¨¢ por ver que su espectacular entrada en juego se acompa?e de esas consecuencias que tanto desea y que quiz¨¢ estar¨ªan ahora m¨¢s lejos que nunca.
Zoolog¨ªa pol¨ªtica
En una de esas graciosas consignas que encabezan su primera p¨¢gina, el peri¨®dico que dirige Pedro Jihad Ram¨ªrez nos obsequiaba hace unos d¨ªas con un supuesto proverbio armenio en el que se asegura que los perros que se pelean entre ellos se unen contra los lobos. Nada tendr¨ªa de particular una ocurrencia de esa clase de no coincidir en el tiempo con una desventura m¨¢s de Josep Piqu¨¦ frente al n¨²cleo duro de su partido, del que el catal¨¢n ha salido seriamente tocado. Ahora bien, si, como cabe suponer, los perros son para el caso los mandamases del pep¨¦ que andan a la gre?a, poca cosa podr¨¢n contra los lobos socialistas, por m¨¢s que traten de unirse en nombre del peligro, ya que el lobo es, si no m¨¢s fiero, mucho m¨¢s astuto, y muy preparado para atacar en manada. Por lo dem¨¢s, es un poco decr¨¦pito (como todo en ese diario) tildar de perros a quienes corren con todos tus gastos.
Jeta democr¨¢tica
No hay indicios fiables de que el gobierno de EE UU est¨¦ preocupado por la salud democr¨¢tica de los pa¨ªses de este mundo m¨¢s all¨¢ de que le interese dar la murga sobre el asunto cuando as¨ª conviene a sus intereses. Embroncar a las autoridades cubanas desde la fachada de la sede en La Habana de la Secci¨®n de Intereses de Estados Unidos con una pantalla electr¨®nica que emite mensajes sobre los derechos humanos ser¨ªa cosa de broma de no ocurrir a muy pocos kil¨®metros de la base de Guant¨¢namo, donde los libertadores mantienen a sus presos secuestrados, isl¨¢micos o no, en condiciones mucho m¨¢s infrahumanas que las que sufre hasta ahora la mayor parte de la poblaci¨®n cubana. Ya que la propaganda norteamericana dispone de los medios, una conducta razonable ser¨ªa que aprovechara igualmente la ocasi¨®n para difundir la buena nueva de toda clase de derechos entre sus oficiales y la tropa, a fin de que reconsideren sus pr¨¢cticas ilegales en esa desdichada base extraterritorial.
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