Contra san Francisco Javier
Que me perdone don Franc¨¦s de Jasso y Azpilcueta, pero no es santo de mi devoci¨®n. Que me perdone tambi¨¦n la Iglesia Cat¨®lica, que es muy libre de canonizar a quien le parezca y a organizar todos los a?os javieranos que quiera, faltar¨ªa m¨¢s. Quien no me tiene que perdonar es el Gobierno de Navarra, que no se ha enterado de que Espa?a es un estado aconfesional y que una vez m¨¢s ha resultado ser m¨¢s papista que el Papa. "Diputaci¨®n", como siguen diciendo los castizos, va a obligarnos durante un a?o entero a todos los contribuyentes a soportar los fastos por el centenario del nacimiento de un personaje de vida curiosa, pero que s¨®lo significa algo para los navarros de confesi¨®n cat¨®lica. No veo por qu¨¦ los dem¨¢s tienen que pagar un solo euro para promocionar el turismo religioso en nuestra provincia, convertida en flamante Comunidad Foral, y difundir de paso una imagen de ella muy conservadora, desfasada y parcial.
La discusi¨®n en torno al A?o de Javier gira sobre si era vasco o espa?ol o si sab¨ªa o no vascuence, cuestiones interesantes, pero anecd¨®ticas
No tengo nada que objetar a que Francisco de Javier sea el patrono de los cat¨®licos de Navarra. Mucho m¨¢s discutible me parece que un Parlamento que deb¨ªa representar a todos, creyentes y no creyentes, declarara el 3 de diciembre, festividad del santo, D¨ªa de Navarra. Curiosamente con la unanimidad de los partidos, de derecha y de izquierda, espa?olistas y vasquistas. Si unos ve¨ªan en ¨¦l al defensor de las tradiciones m¨¢s sagradas, para otros era el s¨ªmbolo de la soberan¨ªa arrebatada, pues miembros de su familia se encontraban entre los defensores de la independencia del Viejo Reyno en Amaiur en 1522 (aunque no suele incidirse en el detalle de que todos ellos fueron perdonados por el rey Carlos).
La cuesti¨®n nacional, que impregna todo en nuestro pa¨ªs, ha conseguido que la discusi¨®n en torno al A?o de Javier gire en torno a si era vasco o espa?ol o si sab¨ªa vascuence o no, cuestiones interesantes pero anecd¨®ticas. De lo que pocos hablan es de lo fundamental: la falsa separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado en Espa?a, sancionada por el Concordato de 1979, heredero directo del de 1953, firmado en pleno nacional-catolicismo franquista. Si por aquellas fechas la mayor¨ªa de la poblaci¨®n espa?ola era cat¨®lica, hoy s¨®lo lo es de nombre, como lo prueba el que apenas una tercera parte marque la casilla correspondiente a la Iglesia por antonomasia en la declaraci¨®n de la renta. El resto s¨®lo acude a los templos para actos sociales, tales como bautizos, bodas, funerales, procesiones y romer¨ªas.
He preguntado por ah¨ª, incluyendo a alg¨²n cura, y nadie ha sabido explicarme qu¨¦ convierte a Franc¨¦s de Jasso en tan especial, aparte de ser navarro. Y aun as¨ª abandon¨® su querida patria a los diecinueve a?os para no volver jam¨¢s (por eso mismo muchos japoneses lo creen portugu¨¦s, no navarro, ni vasco, ni espa?ol). Lleg¨® hasta el Oriente m¨¢s lejano como punta de lanza de una Iglesia en v¨ªas de Contrarreforma. ?Construy¨® escuelas y hospitales? No consta. ?Se preocup¨® por elevar el nivel de vida de la gente? Tampoco. ?Escribi¨® grandes tratados llenos de tolerancia sobre las costumbres de los pa¨ªses que visitaba? Pues se han debido perder, porque no queda ni rastro de ellos. ?Se distingui¨® por combatir la esclavitud, que conoci¨® de cerca? Pues m¨¢s bien no.
?A qu¨¦ se dedic¨® entonces? A predicar el Evangelio y a bautizar, convencido de que si no lo hac¨ªa ir¨ªan todos al Infierno. Fue un hijo de su tiempo. Llevado de su fanatismo religioso crey¨® que el inofensivo Buda era el mism¨ªsimo diablo. Era un hombre de una fe inmensa, pero ?eso es algo que un Estado democr¨¢tico tiene que rememorar? Lo dudo. ?Qu¨¦ pasa con los navarros de fe budista, que los hay, con los musulmanes, protestantes y ortodoxos (por no hablar de ateos y agn¨®sticos)? Si todos ellos se pusieran a exigir de los poderes p¨²blicos subvenciones para mantener el recuerdo de sus respectivos santos, esto ser¨ªa el caos.
El Estado tiene que garantizar la libertad religiosa de todos sus ciudadanos, por supuesto. Pero tambi¨¦n la igualdad ante la ley. Seguro que muchos cat¨®licos entienden que una cosa es poder celebrar ritos en los hogares y lugares de culto y otra muy distinta subvencionarlos con dinero p¨²blico.
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