En silla de ruedas a Bruselas
'La ni?a de cristal' entrega 800.000 firmas por una ley de cr¨®nicos
Vanessa Jim¨¦nez no puede contener la alegr¨ªa; se le escapa la risa floja. La ni?a de cristal, a la que se le rompen los huesos al m¨ªnimo apret¨®n, estaba ayer feliz, despu¨¦s de haber llevado hasta el Parlamento Europeo en Bruselas 800.000 firmas de apoyo a una ley que mejore las ayudas para los ni?os que, como ella, sufren enfermedades cr¨®nicas. "El viaje ha sido muy cansado, pero es como cumplir un sue?o", cuenta Vanessa, de 23 a?os, en una estaci¨®n de servicio, de camino a casa.
Lleg¨® a Bruselas en furgoneta, con su madre, una amiga, y su hija, tambi¨¦n enferma cr¨®nica. Y ahora vuelven a Vic¨¢lvaro, en Madrid "de un tir¨®n", sin parar a dormir para que no les cobren un d¨ªa m¨¢s en el alquiler de la furgoneta. "Peleamos por los ni?os enfermos y que no tienen dinero", explica Vanessa. La madre, Margarita Garc¨ªa, comenz¨® la lucha hace casi 15 a?os, cuando su pareja la dej¨® "tirada con la ni?a y sin un duro". Pidi¨® limosna en el barrio y vendi¨® sacos de patatas casa por casa. Pero el dinero no alcanzaba y comenz¨® el peregrinaje por plat¨®s de televisi¨®n y emisoras. "S¨ª, la gente te daba algo de ayuda. Pero me di cuenta que hab¨ªa que luchar por una ley que nos diera ayudas econ¨®micas", dice Margarita. La enfermedad de Vanessa, el s¨ªndrome de MacCuna Albright, le da derecho a cobrar 300 euros al mes por ser mayor de edad -hasta los 18 cobran 48 euros-. Pero s¨®lo las necesidades diarias -pa?ales, cremas para las ¨²lceras y para los m¨²sculos- superan los 700 euros mensuales. Estas matem¨¢ticas impulsaron a Margarita a llamar a todas las puertas: Federico Trillo, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero -al que intent¨® ver sin ¨¦xito en sus vacaciones en Menorca- y al ministro de Justicia, Juan Fernando L¨®pez Aguilar, que seg¨²n ella, no le ofreci¨® respuesta satisfactoria. Ayer lleg¨® hasta la comisi¨®n de peticiones del Parlamento donde entreg¨® las firmas y fue recibida por los eurodiputados del PP Jaime Mayor Oreja y Carlos Iturg¨¢iz. Margarita compagina la lucha con el cuidado de su hija, que s¨®lo deja que la toque su madre. Desde que unos chavales empujaron su silla y se rompi¨® la cadera, Vanessa teme cualquier contacto.
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