Cuentos infantiles pervertidos
He aqu¨ª una novela partida por doce y al mismo tiempo una narraci¨®n "cl¨®nica" o "secundaria" de unos relatos en apariencia infantiles -sus argumentos son de Andersen- pero pervertidos por los interlocutores, que son dos "dobles" de sendos "amados monstruos" del protagonista de siempre, que no es otro que el propio Javier Tomeo, que dialoga una vez m¨¢s consigo mismo en su libro posiblemente quincuag¨¦simo, ya he perdido la cuenta. Y para disfrazarse mejor, y parodiando la parodia misma de Juan Benet, quien compar¨® el diluvio de libros con que le sepultaba el autor aragon¨¦s con una colecci¨®n de inteligentes repeticiones y dijo aquello de que eran como croquetas, todas ellas buenas y sabrosas, pero parodias de s¨ª mismas. ?Quieren ustedes croquetas? ?Pues ahora van de doce en doce! (Pues conforme m¨¢s peque?as son mejores, las demasiado grandes resultan incomestibles). Eligiendo hoy las que sus sendos interlocutores, inteligentes y caducos a pesar de su edad, seleccionan entre otros tantos cuentos de Andersen, pues, cansados ya de hablar de pol¨ªtica sin arreglar nada por lo visto, deciden leerse de una antolog¨ªa del autor dan¨¦s en doce sesiones, entre un 15 y un 26 de febrero, en ¨¦poca reciente pues acabamos de celebrar su centenario.
DOCE CUENTOS DE ANDERSEN CONTADOS POR DOS VIEJOS VERDES
Javier Tomeo
Cahoba Ediciones
Barcelona, 2005
184 p¨¢ginas. 12 euros
En realidad, esta novela se
compone de doce di¨¢logos que se encabalgan contando otros tantos cuentos de Andersen. Pero cuyo acento se pone m¨¢s en los narradores que en lo narrado: se trata de dos viejos amigos, que ya han pasado la frontera de los ochenta, que se re¨²nen para hablar en el casino de un peque?o pueblo, que destacan por ser sendos personajes mordaces, cr¨ªticos, solitarios, que viven ambos en dos grandes pisos de veinte habitaciones respectivamente acompa?ados por dos "gobernantas" o mucamas que les mantienen a¨²n en vida. Don "Heriberto" y don "Servando" son en verdad dos interlocutores perfectamente "incorrectos" desde el punto de vista pol¨ªtico, sobre todo por su tendencia al rijo, la irreverencia y la sexualidad, aunque s¨®lo -qu¨¦ remedio- verbalmente. (Adem¨¢s, uno de ellos fuma, aunque cigarrillos bals¨¢micos, y arroja las colillas en un florero de gladiolos). Su lectura de los en apariencia infantiles o al menos inocentes cuentos de Andersen resulta por lo tanto perfectamente pervertida o por lo menos perversa. Bien es verdad que los cuentos infantiles -al menos los buenos- han sido objeto de toda suerte de an¨¢lisis e interpretaciones que han mostrado siempre su perversi¨®n, sobre todo desde el punto de vista psicoanal¨ªtico, y v¨¦ase el caso de Caperucita y el Lobo, como paradigma. Pero los disfraces de Tomeo no van por ese camino, pues sus t¨¦cnicas son m¨¢s "verbales" o "literales", pues ha optado por la sencillez para darle al mundo toda clase de vueltas sin parar.
Los dos amables "mons-
truos" utilizan los argumentos ya sabidos -El abeto, ?Es cierto!, El patito feo, El hombre de nieve- y otros no tanto, como Los cisnes salvajes (el ¨²nico que es verdaderamente irreal o fant¨¢stico, porque Tomeo tiene siempre un trasfondo real, aunque "arreal" en sus trucos) pero est¨¢n amenazados por indeterminados peligros, que no acaban de definirse (?qu¨¦ le ha pasado a uno de ellos cuyo retraso es debido a un posible accidente?), su camarero es vagamente siniestro, una l¨¢mpara oscila demasiado sobre sus cabezas, cada uno de ellos sospecha de la gobernanta del otro, o extra?as manifestaciones inexplicadas circulan al otro lado de la ventana, pero ellos siguen erre que erre buscando la felicidad en unos cuentos que su mirada pervierten, repletos de comentarios, interrumpidos casi siempre por sus irreverentes observaciones que los desvirt¨²an sin parar. Los cuentos resultan as¨ª progresivamente tristes, paras culminar en La vieja l¨¢pida, que es un acercamiento a lo que les convierte de verdad en "monstruos", que no es otra cosa que la cercan¨ªa de la muerte. En vista de lo cual, deciden abandonar de una vez los cuentos infantiles y volver quiz¨¢s a hablar de pol¨ªtica que es algo que ya est¨¢ pervertido de antemano. Aunque estamos lejos de las grandes sorpresas que fueron Amado monstruo y El castillo de la carta cifrada -sus obras maestras-, he aqu¨ª toda una lecci¨®n clara que apuntar a la excelente panoplia de Javier Tomeo, que de manera sencilla y transparente nos sigue hablando de nosotros mismos.
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