Cine
Hace muchos a?os el cine era un medio de expresi¨®n en el que converg¨ªan nuestra concepci¨®n de la realidad y nuestros sue?os. En este sentido era un arte. Brillaba con luz propia y era un fin en s¨ª. Naturalmente, como en todo arte, hab¨ªa un peque?o porcentaje de autenticidad, bastante morralla y muchos ejemplares fronterizos que participaban por igual de las dos categor¨ªas. Por esto, para evitar confusiones dentro y fuera de la profesi¨®n, los profesionales del cine, constituidos en gremio, se conced¨ªan a s¨ª mismos unos premios anuales. No los cr¨ªticos, ni el p¨²blico, ni un estamento oficial, sino la propia profesi¨®n decid¨ªa y expresaba sus propios criterios de excelencia y de ¨¦tica. Este proceso culminaba en una ceremonia p¨²blica, solemne y vistosa, que aunaba el reconocimiento de la calidad, el esplendor de la empresa y la quintaesencia del glamour.
Decir que esto pas¨® es tan t¨®pico como cierto. Hoy el cine no es un arte, sino un sector de la industria donde el arte y el artista tienen lugar, pero no son ni el motor ni la meta. A caballo entre un infantilismo sin paliativos y una seriedad pl¨²mbea, el cine es como estos autobuses urbanos a los que s¨®lo suben los ni?os y los viejos, mientras que la poblaci¨®n ¨²til va en coche. Trastos grandes, semivac¨ªos, subvencionados.
No obstante, por inercia, por nostalgia, pero tambi¨¦n por resistencia heroica, la profesi¨®n contin¨²a organizando peri¨®dicamente sus galas: pronto, los Oscar; hace poco, a nuestra humilde escala, los Goya. No lo digo con sorna ni desd¨¦n, sino al contrario: es necesario mantener los antiguos criterios, los juicios de valor, el est¨ªmulo y el orgullo y la fe en lo que se hace. Pero creo llegada la hora de cambiar el formato. O sea: abandonar los reflectores, el vestir de tiros largos, la marcha triunfal y el desparpajo fingido, y unos guiones jocosos en los que no parece creer ni quien los concibe ni quien los act¨²a, y conceder los premios en oscuros despachos mal iluminados, con archivadores met¨¢licos, personal desganado y f¨®rmulas rutinarias: "S¨ªrvase por la presente recibir el premio a la mejor actriz, y que Dios se la depare buena". Un acto breve, austero, como corresponde al buen soldado, consciente de que se acab¨® el desfile, pero no la guerra.
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