Burla de Enron

El esc¨¢ndalo financiero de la empresa estadounidense Enron ha dado pie este a?o no s¨®lo a un documental candidato al Oscar de la categor¨ªa (Enron: the smartest guys in the room), sino tambi¨¦n a una ficci¨®n como Dick y Jane, ladrones de risa, pel¨ªcula que hace su agosto c¨®mico a costa de las grandes compa?¨ªas que utilizan la tecnolog¨ªa financiera para enmascarar p¨¦rdidas y evadir impuestos. De hecho, y a pesar de tratarse de una nueva versi¨®n de la olvidada (con raz¨®n) Roba bien sin mirar a qui¨¦n (Ted Kotcheff, 1977), el ¨²ltimo chiste de Dick y Jane... est¨¢ dedicado a la multinacional el¨¦ctrica que ha desenmascarado la perversi¨®n de ciertos sistemas econ¨®micos.

Veh¨ªculo al servicio de la presunta comicidad gestual de Jim Carrey, la cinta tiene una primera mitad m¨¢s que decente gracias a ocurrentes pu?ales burlescos centrados en algunas de las lacras de la sociedad occidental contempor¨¢nea: el culto al cuerpo y a la cirug¨ªa pl¨¢stica; la descuidada educaci¨®n de los hijos, y las marionetas ejecutivas (ilusas y penosamente aduladoras de los que realmente tienen el poder) de las empresas. Sin embargo, desde el momento en que el matrimonio formado por Dick y Jane comienza a ejercer la delincuencia, la pel¨ªcula se viene abajo por culpa de una segunda mitad tan p¨¢nfila como trivial y de la habitual sobredosis de muecas de un Jim Carrey que, como productor que es, se permite a s¨ª mismo un nuevo cap¨ªtulo de su habitual colecci¨®n de sobreactuaciones.