Cuando el mentiroso grita socorro
La libertad de expresi¨®n no es suficiente para la democracia del siglo XXI. Hora es ya de reivindicar la igualdad de expresi¨®n, aunque suene a chino a los que est¨¢n como pez en el agua en este trucado debate social que padecemos basado en la amenaza y el insulto, son los que lo controlan todo pero no tienen bastante. Llevamos semanas oyendo cr¨ªticas apocal¨ªpticas contra la nueva ley catalana del Consejo Audiovisual. Dicen que es un peligro para la democracia, cuando, en realidad, es todo lo contrario. La ley significa cesi¨®n de poder; el gobierno cede sus competencias administrativas al organismo regulador. El Consejo pasa a ser el responsable de velar por la veracidad y el pluralismo informativo, el respeto a la dignidad de las personas, la protecci¨®n de la infancia y, en general, el cumplimiento de todas las leyes que afectan al audiovisual, cosa que no debe espantar. El nuevo organismo controla, por ejemplo, que el gobierno de turno no pueda conceder las licencias de televisi¨®n digital con la arbitrariedad y favoritismo con que lo hizo el pasado 30 de diciembre el Consell que preside Francisco Camps. Ning¨²n Consejo Audiovisual, por perverso que fuera, tendr¨ªa un comportamiento tan sectario y tan poco plural.
El reproche m¨¢s reiterado que se ha o¨ªdo es que el Gobierno catal¨¢n pretende recortar la libertad de expresi¨®n, implantar la censura y eludir la intervenci¨®n de los tribunales. Mienten. Veamos: la potestad que se da al renovado organismo regulador de, llegado el caso, retirar temporalmente la concesi¨®n a una empresa que use sus emisoras para ir contra la ley no tiene nada de antidemocr¨¢tico. Las leyes vigentes ya contemplan esta posibilidad, no hay nada nuevo. Objetan alarmados que el Consejo dictaminar¨¢ qu¨¦ es informaci¨®n veraz y qu¨¦ no, cuando en realidad lo ¨²nico que se exige es la comprobaci¨®n profesional de las noticias que se ofrecen. Actualmente el poder sancionador est¨¢ en manos de los gobiernos y con la nueva ley ser¨¢, por delegaci¨®n, responsabilidad del grupo de expertos no partidistas que conformen el organismo regulador. No veo d¨®nde est¨¢ el retroceso democr¨¢tico. En cuanto a que se prescinde de los tribunales, nada de nada. Toda decisi¨®n del Consejo Audiovisual puede ser recurrida ante la justicia. Faltar¨ªa m¨¢s. A?¨¢dase que as¨ª funciona en toda Europa.
Adem¨¢s, lanzarse contra este organismo al grito de que la libertad de expresi¨®n est¨¢ en peligro y de que podemos caer en casos de censura ser¨ªa cosa de risa sino viniera de quien viene. Hablan, los que protestan, como si fueran inocentes ciudadanos de un pa¨ªs angelical donde todo es libertad y armon¨ªa en los medios de comunicaci¨®n. La censura no puede venir, porque ya est¨¢. Ya hay abusos. Abundantes abusos. Y la mayor¨ªa los cometen los mismos que ahora se rasgan las vestiduras. Gente como Ans¨®n o Pedro J. Ram¨ªrez que, como reconoci¨® el primero, usaron los medios para acabar con Felipe Gonz¨¢lez aunque eso pudiera poner en peligro el sistema democr¨¢tico; grupos como la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa, presidida por Fernando Gonz¨¢lez Urbaneja, que propone sus premios al dictado de los propios directivos de las televisiones privadas; periodistas como los que en tiempos del PP llevaron a RTVE a ser condenada por manipulaci¨®n. Y, claro, los empresarios del sector que viven mejor en la total impunidad. Se lanza a la cr¨ªtica incluso Esteban Gonz¨¢lez Pons, portavoz de un gobierno que lleva una d¨¦cada usando Canal 9 como simple vocero y que sabe perfectamente que los silencios de nuestra televisi¨®n p¨²blica sobre el caso Fabra, los cobros de Julio Iglesias o las facturas del Ivex no son pura casualidad, ni fruto de la libertad de los profesionales. La antidemocr¨¢tica reacci¨®n del gobierno valenciano a un reciente reportaje de Informe Semanal que no les gust¨® y el hecho de que sea un mercader de voluntades como Zaplana el que anuncie un recurso de inconstitucionalidad del PP contra la ley catalana ahorra m¨¢s comentarios.
No, la futura ley del Consejo Audiovisual de Catalu?a no amenaza la libertad de expresi¨®n, ni es anuncio de censura. Justamente se trata de una garant¨ªa de pluralismo en contra de la desinformaci¨®n imperante, de la mentira a sabiendas. Mal har¨ªa el gobierno Zapatero si, impresionado por tanta bulla hip¨®crita, cediera en su compromiso de crear un potente Consejo a nivel estatal. Consejo que, dicho sea de paso y como alguna otra vez ya he planteado, deber¨ªa tener su sede en Valencia, que falta nos hace.
Acabo por donde empec¨¦. Son los sectores sociales m¨¢s conservadores los que se oponen a que se regule adecuadamente el sector audiovisual. Siempre hacen lo mismo. No se dan cuenta de que tienen la batalla perdida. Espa?a llega tarde a los Consejos Audiovisuales. Hoy el debate sobre las garant¨ªas de democracia informativa ya est¨¢ en otro lado. Est¨¢ en lo que dec¨ªa al comienzo: la libertad de expresi¨®n no garantiza la democracia del siglo XXI. Hoy disfrutan de verdadera libertad de expresi¨®n los poderosos, los empresarios de la comunicaci¨®n, los que tienen medios potentes para hacerse o¨ªr. Estamos en r¨¦gimen de monopolio. Oligopolio, en el mejor de los casos. El com¨²n de los ciudadanos, periodistas incluidos, estamos simplemente a la escucha. Por tanto, la reflexi¨®n se mueve en torno a la idea de libertad de expresi¨®n como concepto social, como igualdad de expresi¨®n, y en c¨®mo se pueda regular constitucionalmente.
Juli¨¤ ?lvaro es periodista.
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