El otro F¨ªgaro
Toda literatura es teatralizable. Hay comedias escritas a partir de obras narrativas, de antolog¨ªas po¨¦ticas, de epopeyas sagradas... y de cartas. Se ha llevado a escena la correspondencia entre Bernard Shaw y la actriz Stella Campbell, entre Ch¨¦jov y Olga Kniepper, entre Helen Hanff y su librero (84 Charing Cross Road, obra que est¨¢ en cartel, dirigida por Isabel Coixet). De las greguer¨ªas de G¨®mez de la Serna, tan inasibles, Ernesto Caballero hizo Mi querido Ram¨®n, espect¨¢culo alado y enso?ador. Jos¨¦ Ortega ha emprendido un camino no menos dif¨ªcil: con docena y media de art¨ªculos de opini¨®n de Mariano Jos¨¦ de Larra est¨¢ confeccionando Las m¨¢scaras y las palabras, montaje que estrena el 17 de febrero en la sala ?taca, de Madrid.
Ortega (La Roda, Albacete, 1958) tiene olfato de zahor¨ª. Con El casamiento enga?oso y El coloquio de los perros, novelas cervantinas, hizo una obra de teatro dentro del teatro. Repiti¨® ¨¦xito con Wagad¨², adaptaci¨®n de cuentos y leyendas africanas de tradici¨®n oral. Ahora ha enhebrado art¨ªculos de Larra, su cr¨ªtica de la Numancia, de Cervantes; y fragmentos de su novela El doncel de don Enrique el Doliente. No es la primera vez que Larra es motivo de una pieza teatral. En La detonaci¨®n, Buero Vallejo analiza el contenido del instante que precedi¨® a su suicidio. Francisco Nieva, que recibi¨® el encargo de montar para el Teatro Mar¨ªa Guerrero No m¨¢s mostrador, obra suya estrenada en 1831, acab¨® refundi¨¦ndola y entrever¨¢ndola con episodios de su vida. La titul¨® Sombra y quimera de Larra.
"Con Las m¨¢scaras y las palabras quiero ofrecer una panor¨¢mica del paisaje moral de Larra, de sus ideas y de su proyecto pedag¨®gico para la modernizaci¨®n de Espa?a", dice Jos¨¦ Ortega. "He limpiado e hilvanado los art¨ªculos originales, sin poner nada de mi cosecha. A?ado ¨²nicamente un escrito pol¨ªtico de Espronceda, y una carta en la que Fernando de Larra dice que su bisabuelo no muri¨® por desamor de una mujer: le mat¨® Espa?a. ?sa es la tesis del espect¨¢culo. Estaba absolutamente desencantado. Su ¨²ltimo intento de encontrar sentido a su vida fue presentarse como candidato a las Cortes por ?vila". Obtuvo un esca?o, pero no lleg¨® a ocuparlo: en media Espa?a se produjo una revuelta contra el Gobierno moderado de Ist¨²riz y, tras sublevarse la guarnici¨®n de La Granja, donde estaba la reina regente, las elecciones fueron anuladas. "Los art¨ªculos que Larra escribe desde ese momento indican que ha perdido toda esperanza".
En el titulado El d¨ªa de difuntos de 1836, uno de los m¨¢s significativos de ese periodo, F¨ªgaro cuenta que Madrid es un gran cementerio: "Cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada coraz¨®n la urna de un deseo". Y a?ade: "Aqu¨ª yace media Espa?a, muri¨® de la otra media". Este art¨ªculo y Yo y mi criado, publicado un mes m¨¢s tarde, anuncian que el periodista est¨¢ dispuesto a lo peor. Transcribo el final: "A la ma?ana, amo y criado yac¨ªan, uno en el lecho, el otro en el suelo. El primero ten¨ªa todav¨ªa abiertos los ojos y los clavaba con delirio y con delicia en una caja amarilla donde se le¨ªa: 'Ma?ana'. ?Llegar¨¢ ese 'ma?ana' fat¨ªdico? ?Qu¨¦ escond¨ªa la caja?".
"Esa caja estaba realmente
en la habitaci¨®n de Larra, y dentro, la pistola con que se mat¨®", recuerda Ortega. Su montaje arranca con Yo y mi criado: "He dividido el texto entre cuatro personajes que reaparecen a lo largo de la obra: el sirviente, Larra, F¨ªgaro (el autor desdoblado) y Dolores Armijo, su amante. Enlazamos Yo y mi amo con Nadie pase sin hablar al portero. Este di¨¢logo entre un franc¨¦s y un espa?ol que cruzan la frontera y son detenidos en Vitoria por una partida de curas carlistas nos sirve para explicar metaf¨®ricamente la llegada de Larra a Espa?a: pas¨® su ni?ez al otro lado de los Pirineos. Estuvo tanto tiempo internado que casi olvid¨® nuestra lengua". Otros art¨ªculos que Ortega pone en escena son Todo en la vida es m¨¢scaras, Cuasi, Yo quiero ser c¨®mico y F¨ªgaro de vuelta, esperanzada declaraci¨®n de confianza en el gobierno liberal progresista de Mendiz¨¢bal. En Los barateros pone un ejemplo de que la igualdad ante la ley es s¨®lo te¨®rica: dos presos se baten a navaja, y el superviviente es ajusticiado. Mendiz¨¢bal e Ist¨²riz se baten a pistola, y no sufren castigo alguno.
Las m¨¢scaras y las palabras. Madrid. Sala ?taca. Desde el 17 de febrero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.