Recordando a Aranguren
En abril har¨¢ diez a?os que mor¨ªa Jos¨¦ Luis L. Aranguren. A prop¨®sito de ello, Antonio G. Santesmases ha tenido la arriesgada idea de publicar los art¨ªculos pol¨ªticos publicados en el diario EL PA?S entre 1982 y 1996, entre la llegada de Felipe Gonz¨¢lez al Gobierno y su derrota catorce a?os despu¨¦s.Idea arriesgada porque nada hay tan ef¨ªmero como la fecha de un peri¨®dico y si se publican dos lustros despu¨¦s es porque se presume que han aguantado el paso del tiempo.
?Es ¨¦se el caso? Una mirada al ¨²ltimo de los aqu¨ª recogidos nos da una pista. Habla de la transici¨®n pol¨ªtica. Reconoce su valor pues ha permitido aterrizar en democracia pac¨ªficamente. Pero tambi¨¦n apunta dos sombras. Por un lado, ha alumbrado una "Constituci¨®n ambigua...
LA IZQUIERDA, EL PODER Y OTROS ENSAYOS
Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren
Edici¨®n de Antonio
G. Santesmases
Trotta. Madrid, 2005
141 p¨¢ginas. 12 euros
una democracia vigilada por el Ej¨¦rcito por lo menos hasta despu¨¦s del 23-F". Por otro, "un Estado de las autonom¨ªas, otorgadas para faire avaler las dos genuinas". Ni transici¨®n mod¨¦lica, ni Constituci¨®n perfecta o, dicho de otra manera, una transici¨®n y una Constituci¨®n lastradas por los condicionantes de unas circunstancias que hoy resultan evidentes. Vistas as¨ª las cosas, se entiende perfectamente que quienes entonces m¨¢s limitaron la libertad constituyente sean hoy los que menos se presten a cambios, como se est¨¢ poniendo de manifiesto con el Estatuto catal¨¢n.
La frescura que respiran to-
dos estos escritos se debe a una extra?a qu¨ªmica entre agudeza a la hora de analizar el d¨ªa a d¨ªa y solidez en los criterios a partir de los cuales lo enjuicia. Detectan, bajo la capa del consenso que presid¨ªa toda la pol¨ªtica de la transici¨®n, desencanto y desmoralizaci¨®n, dos palabras inequ¨ªvocamente arangunianas: desencanto porque el realismo pol¨ªtico supuso el abandono de las ilusiones con las que se esperaba la llegada de la democracia, y desmoralizaci¨®n porque hubo que sacrificar entusiasmo creativo por resignaci¨®n ante los poderes f¨¢cticos. Si Aranguren se permit¨ªa tanto rigor cr¨ªtico con la pol¨ªtica de aquellos tiempos era por la idea que ¨¦l ten¨ªa de la democracia. No se reduc¨ªa ¨¦sta en efecto a unas meras reglas de juego, sino que era una moral, esto es, "una democracia en la cual todos y cada uno de los ciudadanos asumieran, personal, participatoria y comunitariamente sus responsabilidades ¨¦tico-pol¨ªticas". La democracia como moral es el horizonte desde el que juzga el desarrollo de la pol¨ªtica.
Aranguren encarna mod¨¦licamente la figura del intelectual que no es alguien que mira por encima del hombro el quehacer del pol¨ªtico, sometido a los rigores del posibilismo, sino un ciudadano convencido de que la ¨¦tica forma parte de la pol¨ªtica. Es perfectamente consciente de que son dos maneras distintas de enfrentarse a la acci¨®n, pero no acepta que se las declare opuestas, contradictorias o incompatibles. Son dos enfoques en tensi¨®n permanente. Y si comprende que el pol¨ªtico tenga en cuenta el principio de realidad, exige que la moral denuncie las insuficiencias, de ah¨ª la necesidad "del di¨¢logo siempre dif¨ªcil y con frecuencia crispado entre los intelectuales y el poder". Se entiende su machacona insistencia en la dimensi¨®n pol¨ªtica de la ¨¦tica si tenemos en cuenta que el intelectual no es el defensor de purezas ¨¦ticas cuanto el portavoz de los sin voz, esos que el poder no suele tener en cuenta porque no dan votos.
Consciente de la debilidad
pol¨ªtica de los m¨¢s desfavorecidos, Aranguren no deja de preguntarse por el lugar de la izquierda, que es quien se presenta en la sociedad como su valedor. Santesmases, en su breve y atinada introducci¨®n, llama la atenci¨®n sobre una serie de art¨ªculos en los que "parece como si Aranguren estuviera a la b¨²squeda de una izquierda distinta a la gubernamental... un partido antipartidos y sin aspirar a gobernar". Si llega a la conclusi¨®n de que la izquierda s¨®lo puede estar fuera del poder y contra el poder es porque el socialismo en el poder se ha derechizado -tan s¨®lo Mor¨¢n, Ledesma y Maravall "son de centro"-. El ensayo demuestra que el ejercicio del poder fagocita los ideales de la izquierda de ah¨ª que haya que inventar otra forma de ser, inspirada en nuevos movimientos sociales.
En la presentaci¨®n de este libro, El¨ªas D¨ªaz, con quien Aranguren dialoga en algunos art¨ªculos, llamaba la atenci¨®n sobre la ligereza con la que despacha a la derecha de verdad, a la de AP y luego PP, que considera una reliquia del pasado sin futuro alguno. Aznar lleg¨® cuando ¨¦l se fue y no pudo ver la diferencia entre un socialismo "derechizado" y una derecha heredera de ese Fraga al que ¨¦l ya en 1982 daba por desaparecido en el t¨²nel del tiempo por su "fascismo visceral". Volvieron sin complejos.
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