'El arca de las palabras'
Poes¨ªa: una verdad indemostrable.
Del yo, el menos.
La verdad no se vota. Y mucho menos, la Belleza. Sabedlo vosotros, artistas con cargo a los Presupuestos Generales.
Lo no visible no es lo invisible.
Entre las habilidades del chamariz, un p¨¢jaro com¨²n, como el jilguero, est¨¢ la de imitar los cantos de los otros p¨¢jaros. Lo hace tan bien que consigue hacerse pasar por ellos, y nadie habla de plagio, porque a nosotros, ?qu¨¦ m¨¢s nos da todo eso de la originalidad? ?Y qu¨¦ si no somos m¨¢s que chamarices? ?Nos quitar¨¢n por ello la inmortalidad de la alondra, del ruise?or, del jilguero? ?Pero qui¨¦n le quita al chamariz la gloria de haber cantado?
Lo conmovedor del sabio es c¨®mo baja la cabeza y camina mirando las piedras del camino, al tiempo que piensa en las estrellas.
S¨ª, no sabemos por qu¨¦ los llamamos 'sinsabores', cuando son tan amargos
El cuerpo es como el estilo: m¨¢s sano cuanto menos se nota.
El gusto de dar es muy superior al de recibir; por eso la mayor¨ªa prefiere recibir.
Si s¨ª es la palabra m¨¢s bella, no, entendida la vida como la entiende uno, ha de ser la m¨¢s dif¨ªcil y la m¨¢s necesaria, y por ello doblemente bella. Y recordar lo que dec¨ªa Paul Celan: "Habla / Pero no separes el No del S¨ª. / Y da sentido a tu decir: / dale sombra".
El fuerte es siempre el que hace las cosas m¨¢s suavemente.
Algunas definiciones no hay que tocarlas. Son pura poes¨ªa virgiliana.
Enjambre "Rep¨²blica de abejas con su maestra". El diccionario de la RAE es mucho m¨¢s vulgar: "Multitud de abejas con su maestra". He aqu¨ª la distancia entre la poes¨ªa y la sinecura, y entre un diccionario republicano y otro de una Academia que es Real.
S¨ª, no sabemos por qu¨¦ los llamamos sinsabores, cuando son tan amargos.
Nadie elige pertenecer al club de los dif¨ªciles, pero una vez dentro, es incre¨ªble lo f¨¢cil que se lleva la gente, con no tratarse.
Cuando se escrib¨ªa wag¨®n los trenes iban m¨¢s lentos, pero mucho m¨¢s lejos.
De cerca el semen es muy decepcionante, teniendo en cuenta la notoriedad con la que suele salir a escena.
La arquitectura es el arte de meter entre cuatro paredes la vida sin destruirla ni adulterarla.
La cremallera s¨®lo pod¨ªa ser un invento del siglo XX: dos mundos separados unidos por mano de hierro.
Leo estos d¨ªas, para hacer de ellos una rese?a, en los diarios de Tolst¨®i, una frase en la que dice, citando a un tal K¨®lescha, que "la cr¨ªtica es cuando los tontos hablan de los inteligentes". Y eso lo dec¨ªa alguien como Tolst¨®i, tan cristiano.
Les pasa a los molinos lo que a los relojes, con los que tanta relaci¨®n guardan: no hay ninguno feo, sean de viento o de agua, que por ellos el tiempo se humaniza en harina, y luego en hostia de comulgante y, al fin, en aliento. En cuanto a los molinos quijotescos, cabe decir que los hizo c¨¦lebres no la locura de un solo hombre sino, el haber sido acometidos por quien los cre¨ªa superiores enemigos de todos.
Hay que desconfiar de las verdades que caben en una pancarta. Por principio.
En la calle de Atocha hay una vieja ferreter¨ªa especializada en bombas de agua. El hecho de que se llame "Bombas El Ideal" (r¨®tulo que no superar¨ªa ni la imaginaci¨®n de Gald¨®s) le da al asunto un cariz anarquista muy conveniente y nost¨¢lgico que en esa calle es casi una reliquia.
"S¨ªlabas son las estrellas", dec¨ªa San Agust¨ªn, mucho antes del surrealismo y de G¨®mez de la Serna.
El pr¨®jimo suele ser la parte d¨¦bil de nosotros mismos, por eso solemos tratarlo con tanta sa?a.
Como los hoteles de lujo, el elogio no es hospitalario y suele salir adem¨¢s car¨ªsimo.
A lo que queda de vida despu¨¦s de la vida lo llamamos novela. Y a lo que le sobra a la novela despu¨¦s de la novela, noveler¨ªa.
El optimismo es siempre gimn¨¢stico.
El pobre imb¨¦cil suele ser, como el cornudo, el ¨²ltimo en enterarse.
El salto de los felinos aboceta al p¨¢jaro, su presa.
Es una de esas palabras que van cayendo del diccionario como los viejos de un asilo, y es preciosa y expresiv¨ªsima, fil¨¢utico, en el sentido de vanaglorioso y enamorado de s¨ª mismo. Covarrubias la utiliza para explicar la voz fantas¨ªa. Y es lo que resulta m¨¢s hermoso, porque no hay yo que no acabe siendo una exageraci¨®n de la fantas¨ªa.
Es muy graciosa y escueta la definici¨®n que Covarrubias, en un tiempo que viv¨ªa con tanta seriedad esos asuntos, da a la palabra m¨ªstico: "vale tanto como figurativo". Y en eso ha parado "la jod¨ªa m¨ªstica", que dec¨ªa Maruja Mallo, en unas como figuraciones que se hacen unos fantasiosos que sue?an con pintar cuadros o escribir poemas que curen a los enfermos. Porque por vueltas que d¨¦ la vida, no se habr¨¢ visto hoy m¨¢s m¨ªsticos que los abstractos, hablemos de artistas pintores o de poetas.
La m¨®rbida brisa de primavera besa con los labios abiertos.
La calumnia se va con cualquiera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.