Fan¨¢ticos sin fronteras
Mala racha llevamos con las reacciones suscitadas por el conflicto de intolerancia frente a permisividad suscitado por las caricaturas mahometanas publicadas en un peri¨®dico dan¨¦s. Nuestros mentores ideol¨®gicos estaban un poco adormilados y el estruendo feroz que les ha despertado ha sido tan s¨²bito que no les ha dado tiempo a despejarse. Jean Daniel nos informaba en estas mismas p¨¢ginas de que ¨¦l acepta la blasfemia siempre que vaya acompa?ada de buen gusto y dignidad art¨ªstica: es de los que s¨®lo disfrutan los strip-teases cuando se realizan con m¨²sica de Mozart, que para eso estamos en su aniversario. Sami Na?r se empe?a en que se trata de una provocaci¨®n de la extrema derecha, explicaci¨®n que padece el doble defecto de que no viene a cuento (?acaso debe carecer de libertad de expresi¨®n la extrema derecha?) y de que es falsa (mejor informado, el corresponsal de EL PA?S, Antonio Ca?o, aclara (6 de febrero de 2006) que el Jyllands-Posten es "una publicaci¨®n de centro derecha, seria y respetada"). El presidente Zapatero, junto con el premier turco Erdogan, comunican al universo su reprobaci¨®n de las insultantes caricaturas (por cierto, ?oiremos a nuestro mandatario comentar la excarcelaci¨®n dentro de unos meses del serial killer Henri Parot diciendo que "puede ser perfectamente legal, pero no es indiferente, y debe ser rechazada desde el punto de vista moral y pol¨ªtico"?). El flamante premio Cervantes Sergio Pitol opina que los insultos a Mahoma son enormemente irreverentes y agresivos, lo que me recuerda que John Le Carr¨¦ consider¨® la fetua contra Salman Rushdie como consecuencia de la arrogancia irresponsable del escritor (cuando conozco los dict¨¢menes de ciertos escritores comprometidos sobre problemas concretos, me hago partidario del arte por el arte). Por supuesto, diversos te¨®logos, alg¨²n cardenal y alg¨²n gran rabino, han hecho o¨ªr su solidaridad gremial con los piadosos y feroces ofendidos: todas las iglesias conservan cierta envidiosa nostalgia de las fes que a¨²n tienen fan¨¢ticos como cuerpo de guardia, porque s¨®lo se resignan a inspirar respeto cuando ya no pueden inspirar miedo... ?ah, los buenos tiempos! Etc., etc...
Desde luego, tambi¨¦n hemos escuchado a muchos defender con vehemencia la sacrosanta libertad de expresi¨®n. Y hablar de que no debe utilizarse para faltar al respeto debido al pr¨®jimo. ?Por qu¨¦ lo llaman respeto cuando quieren decir miedo? Uno respeta mucho m¨¢s a otro cuando le hace bromas o cr¨ªticas, incluso de mal gusto, porque le considera un ser civilizado que no va a asesinarle por ello... que cuando guarda p¨ªo silencio y baja los ojos ante quien considera un loco furioso, capaz de partirle la cabeza a hachazos. Pero tampoco tengo claro d¨®nde est¨¢ la falta de respeto de esas caricaturas. Ya s¨¦ -me lo dijo Cioran- que todas las religiones son cruzadas contra el sentido del humor, pero me niego a creer que mil quinientos millones de musulmanes tengan forzosamente que sentirse ofendidos por ellas: ser¨ªa tomarles a todos por imb¨¦ciles, lo que me parece sumamente injusto. Si yo fuera musulm¨¢n, hip¨®tesis ahora improbable pero nunca se sabe, considerar¨ªa el dibujo de Mahoma con una bomba escondida en el turbante como una s¨¢tira contra quienes utilizan b¨¢rbaramente su doctrina para justificar atentados de inspiraci¨®n pol¨ªtica. Y me preguntar¨ªa, como hizo el semanario jordano Shihane, "qu¨¦ perjudica m¨¢s al Islam, esas caricaturas o bien un secuestrador que deg¨¹ella a su v¨ªctima ante las c¨¢maras". Desgraciadamente no tendremos ya respuesta ni debate, porque el semanario fue de inmediato cerrado y su director despedido. Sin embargo, como escribe en Charlie-Hebdo Tewfik Allal, portavoz de la asociaci¨®n del Manifiesto de las Libertades (creada en 2004 por franceses de cultura musulmana), "hay ciertamente mucha gente que piensa lo mismo en tierras del Islam, pero no tienen derecho a decirlo: es a ellos a quienes falta m¨¢s gravemente la libertad de expresi¨®n". Quiz¨¢ esas caricaturas no ofenden ni a todos los musulmanes ni a quienes viviendo en teocracias no comparten esa religi¨®n pero tienen que disimular: al contrario, quiz¨¢ expresan el m¨¢s secreto y sincero pensamiento de tantos que est¨¢n hoy reprimiendo por temor sus ganas de desahogarse intestinalmente sobre los mahomas de pacotilla que les oprimen...
Pero lo que me extra?a, lo que no he le¨ªdo ni o¨ªdo a nadie aunque est¨¦ impl¨ªcito en bastantes comentarios, es que lo amenazado en nuestras democracias no es s¨®lo ni a mi juicio principalmente la libertad de expresi¨®n. No, lo que nos estamos jugando es precisamente la libertad religiosa. Y ello por una doble v¨ªa. En primer lugar, porque la libertad religiosa en los pa¨ªses democr¨¢ticos se basa en el principio de que la religi¨®n es un derecho de cada cual pero no un deber de los dem¨¢s ciudadanos ni de la sociedad en su conjunto. Cada cual puede creer y venerar a su modo, pero sin pretender que ello obligue a nadie m¨¢s. Tal como ha explicado bien Jos¨¦ Antonio Marina en su reciente Por qu¨¦ soy cristiano, cada uno puede cultivar su "verdad privada" religiosa pero estando dispuesto llegado el caso a ceder ante la "verdad p¨²blica" cient¨ªfica o legal que debemos compartir. La religi¨®n es algo ¨ªntimo que puede expresarse p¨²blicamente pero a t¨ªtulo privado: y como todo lo que aparece en el espacio p¨²blico, se arriesga a cr¨ªticas, apostillas y tambi¨¦n a irreverencias. Hay quien se muestra muy cort¨¦s con todos los credos y quien se carcajea al paso de las procesiones: cuesti¨®n de car¨¢cter, cosas del pluralismo.
En segundo lugar, hay personas cuya convicci¨®n en el terreno religioso no es una fe en algo sobrenatural, sino un naturalismo racionalista que denuncia como nefastas para la humanidad las supersticiones y las leyendas convertidas en dogmas. Tienen derecho a practicar su vocaci¨®n religiosa como los dem¨¢s y son tan piadosos como cualquiera... a su modo. Voltaire o Freud son parte de nuestra historia de la religi¨®n ni m¨¢s ni menos que Tom¨¢s de Aquino. Con el valor a?adido de que sus creencias racionalistas han colaborado con el fundamento de la democracia moderna, la ciencia y el desarrollo de los derechos humanos en mucha mayor medida que los art¨ªculos de fe de cualquier otra iglesia. Las algaradas multitudinarias en las teocracias isl¨¢micas est¨¢n prefabricadas sin duda por sus dirigentes, como las manifestaciones por un Gibraltar espa?ol que organizaba cada cierto tiempo el r¨¦gimen de Franco. Pero lo que pretende el im¨¢n Ab¨² Lab¨¢n en Dinamarca, o los feligreses de la mezquita de Regent Park londinense, que se manifiestan con pancartas en las que se lee "Prepararos para un verdadero holocausto" o "Liberalism go to hell!", es acabar con la libertad religiosa de las de
mocracias y sustituirla por una especie de-politeocratismo en el que deber¨¢n ser "respetados" (l¨¦ase temidos) los integristas intocables de cada una de las doctrinas y no tendr¨¢n sitio los que se oponen por cuesti¨®n de honradez intelectual a todas ellas. Es algo de lo que no faltan signos inquietantes tambi¨¦n en las reclamaciones intransigentes de otras confesiones.
Quienes hemos tenido que convivir con fan¨¢ticos de tendencias criminales (valga el pleonasmo) nacionalistas, sabemos por experiencia que no hay peor pol¨ªtica que darles la raz¨®n a medias. Por supuesto, ello no es ¨®bice para que no deba recomendarse la prudencia y la delicadeza en las relaciones con los dem¨¢s: no es recomendable zaherir a los vecinos, ni re¨ªrse del peluqu¨ªn del jefe si se le va a pedir aumento de sueldo. Para los casos litigiosos est¨¢n las leyes y los tribunales, a los que puede acudirse cuando alguien considera que el ultraje sufrido va m¨¢s all¨¢ de lo tolerable. Pero por lo general nada es m¨¢s imprudente que seguir las atemorizadas reglas de una prudencia meramente temblorosa. De modo que, mientras me dejen, me atengo mejor al credo propuesto por el ex situacionista Raoul Vaneigem: "Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, a burlarse, a ridiculizar todas las religiones, todas las ideolog¨ªas, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos. Tenemos derecho a poner a parir a todos los dioses, mes¨ªas, profetas, papas, popes, rabinos, imanes, bonzos, pastores, gur¨²s, as¨ª como a los jefes de Estado, los reyes, los caudillos de todo tipo...". Am¨¦n.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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