Edificar
?Viva la LUV, muera la LRAU! La irrupci¨®n de la nueva Ley Urban¨ªstica Valenciana se ha planteado como el triunfo de una norma que enmienda los errores y los abusos de la anterior Ley Reguladora de la Actividad Urban¨ªstica. ?Qui¨¦n aprob¨® aquella LRAU con resultados tan desastrosos y qui¨¦n consinti¨® que siguiera en vigor? No sabemos lo que hubiera ocurrido si los organismos comunitarios y el Parlamento Europeo no hubiesen hecho o¨ªr su voz ante una situaci¨®n extrema a la que ninguna Administraci¨®n espa?ola -ni auton¨®mica ni estatal- plant¨® cara. Ha sido necesario que se manifestara la C¨¢mara europea y que se hicieran eco de este desm¨¢n urban¨ªstico los m¨¢s prestigiosos diarios americanos y europeos, con el coro de editoriales y art¨ªculos de opini¨®n, firmados por magistrados, jueces, expertos e intelectuales, para que nuestros responsables pol¨ªticos hayan reaccionado con la promulgaci¨®n de la LUV. No est¨¢ claro que la reci¨¦n estrenada Ley Urban¨ªstica Valenciana vaya a ser la soluci¨®n a un problema que los partidos pol¨ªticos con aspiraci¨®n de poder no quieren atajar de ra¨ªz. Es una verg¨¹enza que varios Ayuntamientos, algunos de ellos organizados con premeditaci¨®n, se hayan apresurado a poner en marcha planes urban¨ªsticos al calor de la LRAU, cuando sab¨ªan que con la LUV les iba a resultar imposible.
Las principales empresas y entidades de representaci¨®n empresarial deber¨ªan ser las primeras interesadas en salvaguardar el territorio, como patrimonio de un pa¨ªs para las pr¨®ximas generaciones. La Carta de Atenas, cuya primera edici¨®n es de 1942, dec¨ªa en su art¨ªculo segundo: "Si las empresas del grupo son acertadas, la vida del individuo se ensancha y se ennoblece por ello. Pero si predomina la pereza, la necedad y el ego¨ªsmo, el grupo, presa de anemia y de desorden, s¨®lo proporciona rivalidades, odio y desencanto en cada uno de sus miembros". M¨¢s adelante, en su art¨ªculo 40, a?ad¨ªa: "Se trata no solamente de preservar las bellezas naturales todav¨ªa intactas, sino tambi¨¦n de reparar los ultrajes que algunos hayan podido sufrir".
Ante estos hechos bochornosos, al calor de los que se han fraguado m¨²ltiples negocios de naturaleza irregular, caben dos actitudes: la connivencia con los hechos consumados o la resistencia combativa para acabar con la degradaci¨®n del territorio. Ya han surgido voces que alertan sobre las consecuencias de la ambici¨®n desmedida a cuenta del entorno. Cuando las pr¨®ximas generaciones hagan balance de su desgracia, ?a qui¨¦n le pedir¨¢n explicaciones? Habr¨ªa que preguntarse, ?qui¨¦n y c¨®mo restituir¨¢ el territorio en su configuraci¨®n original? Se ha esgrimido el pretexto de generar beneficio econ¨®mico y puestos de trabajo, cuando se est¨¢ aniquilando la ¨²nica riqueza perdurable que es la integridad del territorio.
Como no conviene ser demasiado ingenuos hemos de aceptar que conocemos la respuesta, que se resume en un g¨¦lido silencio. No es la primera vez que se alude a la responsabilidad plural y an¨®nima, para justificar un desm¨¢n o una retah¨ªla de desprop¨®sitos. Es la c¨ªnica filosof¨ªa de Fuenteovejuna. Todos a una lo hicieron, todos lo consintieron y todos tendremos que expiar nuestras culpas.
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