Salvar Hait¨ª
Lo que le faltaba a un pa¨ªs tan provisional como Hait¨ª es la sospecha de fraude electoral, atizada por el hecho de que despu¨¦s de una semana sigan sin hacerse p¨²blicos los resultados definitivos de los comicios presidenciales. El candidato al que todos, incluidos los observadores internacionales, daban hace unos d¨ªas como ganador indiscutible, el ex presidente Ren¨¦ Preval, campe¨®n de los m¨¢s desheredados, parece que habr¨¢ de disputar una segunda vuelta el mes pr¨®ximo, al no alcanzar el 50% de los sufragios. Sus partidarios se han echado a las calles y manten¨ªan anoche Puerto Pr¨ªncipe al borde del estallido.
Hait¨ª es un enfermo comatoso, m¨¢s atribulado que nunca dos a?os despu¨¦s de que fuera depuesto el presidente Jean Bertrand Aristide con el visto bueno de Washington. Nueve mil soldados y polic¨ªas de la ONU, entre ellos 200 infantes de Marina espa?oles, intentan con escaso ¨¦xito ayudar a estabilizar la mitad occidental de La Espa?ola y alejar el fantasma de la guerra civil del pa¨ªs m¨¢s miserable y socialmente fracturado de Am¨¦rica. Hait¨ª no tiene instituciones pol¨ªticas dignas de tal nombre y su espectro pol¨ªtico est¨¢ tan fragmentado como es imaginable. En zonas enteras de la capital, donde florecen secuestros y asesinatos, pistoleros de toda laya est¨¢n frecuentemente asociados con la polic¨ªa, mientras las criticadas fuerzas de pacificaci¨®n de la ONU bastante tienen con protegerse a s¨ª mismas. En este dram¨¢tico contexto, la pr¨®xima retirada de nuestro contingente, anunciada por el ministro Bono, ha ca¨ªdo como un jarro de agua fr¨ªa en Naciones Unidas, que ha solicitado al Gobierno espa?ol que reconsidere su decisi¨®n.
Hait¨ª nunca ha conocido una segunda vuelta electoral. No ha sido necesaria en un lugar donde se llega al poder mediante un golpe o a trav¨¦s de mayor¨ªas tan abrumadoras como irreales. Hace seis a?os, las acusaciones de fraude liquidaron la credibilidad de los comicios que llevaron a Aristide al poder con m¨¢s del 91% de los votos. Pero con o sin segunda ronda, las recientes elecciones, celebradas despu¨¦s de cuatro aplazamientos, tan ca¨®ticas como pac¨ªficas, deber¨ªan ser el punto de partida para reconstruir el tejido pol¨ªtico-social del pa¨ªs caribe?o y acelerar la ayuda internacional que permita a este Estado fallido escapar a la desintegraci¨®n. En este empe?o, el papel de la ONU es tan insustituible como decisivo, y Espa?a deber¨ªa formar parte del reparto.
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