Derechas
No se sabe si en la derecha espa?ola queda algo de lo que se llam¨® derecha civilizada. En el Pa¨ªs Valenciano est¨¢ claro que no. He recordado, con cierta nostalgia de aquel tiempo, algunas personas, pertenecientes a sectores de la burgues¨ªa, cultas y democr¨¢ticas. Hab¨ªa quien se situaba pr¨®ximo o inscrito en una d¨¦bil democracia cristiana valenciana, otros simplemente eran liberales de centro derecha. Han desaparecido del panorama pol¨ªtico y de la convivencia c¨ªvica, barridos probablemente por quienes, tambi¨¦n en ¨¦pocas pasadas, se conoc¨ªan como los carcas o los fachas, que parecen volver impetuosamente, vestidos de dem¨®cratas y constitucionalistas de toda la vida. Liberales realmente liberales aparecieron ya en la oposici¨®n a la dictadura y en tiempos de la transici¨®n. Recuerdo su presencia directa o indirecta en las primeras cenas pol¨ªticas, plataformas unitarias, debates cr¨ªticos o tambi¨¦n, encabezando papeles de protesta. Muchos de ellos proced¨ªan del bando vencedor, hab¨ªan colaborado o apoyado, en la guerra y en la inicial posguerra, el r¨¦gimen de Franco, seguramente motivados, vete a saber, por su formaci¨®n religiosa, por temor a situaciones revolucionarias, por el ambiente anticomunista donde cab¨ªa todo, o por su posici¨®n social y tradici¨®n familiar. Se puede suponer que las barbaridades cometidas por el r¨¦gimen chocaron pronto con el sentido cr¨ªtico y la honestidad liberal de un sector relevante de aquella derecha que se vino a llamar civilizada o democr¨¢tica, a veces hostigada por los dos bandos.
Entre nosotros suenan nombres ilustres, personalidades cuyas posiciones fueron manifiestamente favorables a la recuperaci¨®n cultural y ling¨¹¨ªstica de nuestro pa¨ªs, o contribuyeron, en mayor o menor medida, a apoyar o reforzar la oposici¨®n democr¨¢tica clandestina. Por m¨¢s que solamente llegu¨¦ a conocer superficialmente a alguno de ellos, he tenido noticia de episodios en los que mostraron su resistencia al autoritarismo y he podido comprobar algunas de sus actuaciones decidida y claramente comprometidas con este Pa¨ªs. Nombres como Joaquim Reig, Adolf Pizcueta, Nicolau Primitiu, Mart¨ª Dom¨ªnguez, Noguera de Roig, Joseph Ll. Barcel¨®, Mu?oz Peirats, o, aun en activo, Joaquim Maldonado, junto con muchos otros, pueden justificar mi reconocimiento, a pesar de no coincidir con sus posiciones ideol¨®gicas e incluso a pesar de haberme considerado adversario pol¨ªtico en algunas ocasiones. Como ya digo, no conozco muchos detalles de sus respectivas trayectorias, pero s¨¦ que en muchos momentos mostraron unos criterios dignos y fieles a sus convicciones respecto a su Pa¨ªs, sin tener en cuenta el riesgo o el perjuicio que pudiera acarrearles.
Tambi¨¦n debe influir en mi ¨¢nimo la actual ausencia de equivalentes, ya que la gente joven liberal de la ¨¦poca est¨¢ callada o quiz¨¢ reconvertida. Los prohombres de la derecha que tenemos ahora: pol¨ªticos, empresarios, presidentes de entidades varias, profesionales de alta consideraci¨®n, podr¨ªan figurar, con escasas excepciones, entre aquellos carcas que tambi¨¦n vuelven a mi memoria. Deb¨ªan estar agazapados, aunque se les ha incorporado mucha gente nueva que se introduce en la derecha m¨¢s dura procedente de todas las tendencias: desde el blaverismo, ahora en el PP, que siempre estuvo en la m¨¢s activa y extrema; recogiendo parte del centro derecha que ocup¨® un gran sector del socialismo; sumando el izquierdismo radical de pol¨ªticos tr¨¢nsfugas; hasta llegar, apoyando o encubriendo el poder de esa derecha, a intelectuales progresistas arrepentidos. La involuci¨®n neofranquista, reconocida ya por bastantes comentaristas, toma fuerza en el Estado con la mayor¨ªa absoluta del PP, se acelera con la p¨¦rdida de las ¨²ltimas elecciones y se hace imparable con el proyecto de estatuto catal¨¢n. En nuestro Pa¨ªs la fauna cavern¨ªcola aumenta de manera espectacular con el triunfo del PP, que cree haber aterrizado en Jauja. Los tr¨¢nsfugas de diverso linaje se arriman a los mandatarios para convertirse en promotores o c¨®mplices de los desastres del patrimonio y del paisaje unos, propagandistas de la ignorancia otros, dedic¨¢ndose todos, con gran entusiasmo y euforia, a borrar todas las expectativas creadas al final de la dictadura, haci¨¦ndolas todav¨ªa m¨¢s ilusorias de lo que parec¨ªan. Nada de normalizaci¨®n cultural, liquidaci¨®n progresiva de nuestra lengua, nada de recuperaci¨®n m¨ªnimamente identitaria de un Pa¨ªs Valenciano transformado, por fin, en el pueblo m¨¢s descafeinado y m¨¢s espa?ol de Espa?a.
Doro Balaguer es escritor.
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