Peter Strawson, fil¨®sofo del lenguaje
Salt¨® a la fama a los 29 a?os al polemizar con Bertrand Russell
El fil¨®sofo ingl¨¦s Peter Strawson naci¨® el 23 de noviembre de 1919 y muri¨® el pasado 13 de febrero. En medio queda una larga vida con una serie de obras que han marcado la evoluci¨®n de buena parte del pensamiento filos¨®fico de la segunda mitad del siglo XX, en especial la corriente conocida como filosof¨ªa anal¨ªtica del lenguaje ordinario. Su actividad acad¨¦mica se desarroll¨® sobre todo en Oxford y forma parte del grupo de pensadores vinculados a esta universidad con preocupaciones afines, como John Austin o Gilbert Ryle, a quien sustituy¨® en la c¨¢tedra tras su jubilaci¨®n en 1968.
Strawson salt¨® a la fama (la reducida fama del mundo de los fil¨®sofos) en 1950, cuando public¨® el art¨ªculo "Sobre la referencia", criticando el concepto de "denotaci¨®n" propuesto por Bertrand Russell. Russell se preguntaba si la proposici¨®n "el rey de Francia es calvo" es verdadera, falsa o carece de significado. No puede ser verdadera, dec¨ªa, porque no hay nada que responda a la expresi¨®n "rey de Francia", pero tampoco es falsa. Strawson matiza que la frase, contra lo que sostiene Russell, no implica la existencia de la entidad nombrada y, por tanto, no hay problema para usarla en determinados contextos.
Sus obras han sido abundantemente traducidas y varias de ellas est¨¢n disponibles en lengua castellana, en especial Introducci¨®n a una teor¨ªa de la l¨®gica (Editorial Nova; Buenos Aires, 1969); Individuos: ensayo de metaf¨ªsica descriptiva (Taurus, 1989); Los l¨ªmites del sentido (Revista de Occidente, 1975) y, m¨¢s recientemente, Libertad y resentimiento (Paidos, 1995) y Escepticismo y naturalismo (A. Machado libros, 2003).
Hay cierto acuerdo entre los historiadores en reconocer que la filosof¨ªa del lenguaje llega a Inglaterra de la mano de un volumen provocador, Lenguaje, verdad y l¨®gica, firmado por un muy joven Alfred Julius Ayer. Recog¨ªa buena parte de las preocupaciones del C¨ªrculo de Viena y su inter¨¦s por la posibilidad de un lenguaje preciso en los diferentes ¨¢mbitos del saber, incluyendo la filosof¨ªa. El mensaje de Ayer y del neopositivismo en general fue recibido en las universidades inglesas de modo muy diferente. Mientras que un sector asumi¨® la voluntad de un lenguaje t¨¦cnico y preciso, otros, entre los que se encuentra Strawson, creyeron m¨¢s oportuno prestar atenci¨®n al lenguaje ordinario. No para renunciar a la precisi¨®n, sino para ser conscientes de lo que permite captar el mundo. En definitiva, utilizamos un aparato conceptual sobre el que se puede reflexionar pero que, incluso sin hacerlo por urgencia u otra raz¨®n, no ha dado mal resultado al conjunto de la humanidad.
La atenci¨®n al lenguaje, incluso en el grupo de Oxford, tan atento al lenguaje corriente, llevar¨¢ en algunos casos a asumir la afirmaci¨®n, heredera de Humboldt, de que el hombre es lenguaje (reducida por algunos a que es s¨®lo idioma y que ¨¦ste es la base de determinadas comunidades de convivencia).
No es el caso de Strawson. Para ¨¦l, el lenguaje, siendo el elemento al que el fil¨®sofo debe prestar atenci¨®n preferente, no deja de ser un instrumento de conocimiento de un mundo al cual el lenguaje remite. Es decir: hay un mundo ah¨ª fuera y, por tanto, cabe la posibilidad de que la noci¨®n de verdad aplicada a las proposiciones sea algo m¨¢s que pura forma, como acabar¨ªan defendiendo algunos logicistas.
Strawson no pretend¨ªan romper con la tradici¨®n filos¨®fica, al contrario, procede de ella. Hay dos autores cuya impronta resulta evidente: Kant y Arist¨®teles. En ambos casos, el conocimiento lo es de un mundo real en el que hay cosas y personas que se relacionan entre s¨ª en un marco general espaciotemporal. La aportaci¨®n de Strawson es la insistencia en atender al aparato conceptual que permite dar cuenta de ese mundo, sin desde?ar la correlaci¨®n entre ambos. El lenguaje da cuenta del mundo porque, en el fondo, su estructura se corresponde.
Porque, en definitiva, el inter¨¦s por el lenguaje no es sino el inter¨¦s por el conocimiento del mundo. De ah¨ª que el propio Strawson caracterizase sus escritos como "metaf¨ªsica descriptiva", opuesta a la "metaf¨ªsica revisionista". La primera, para decirlo en palabras de Juan Jos¨¦ Acero (autor de una excelente introducci¨®n a la edici¨®n espa?ola de Libertad y resentimiento) "se preocupa por determinar cu¨¢les son los elementos fundamentales de nuestra estructura conceptual", mientras que la segunda "se ocupa de producir una estructura mejor".
Este ¨²ltimo volumen citado, as¨ª como el ¨²ltimo publicado (Escepticismo y naturalismo) representar¨¢ una sorpresa para quienes hayan asociado la preocupaci¨®n de los fil¨®sofos oxonienses del lenguaje ordinario con aspecto exclusivamente sint¨¢cticos. Ah¨ª est¨¢ una reflexi¨®n sobre la moralidad, que da nombre al volumen, acompa?ada de un texto sobre asuntos de est¨¦tica (La valoraci¨®n est¨¦tica y la obra de arte). Textos que son herederos directos de las preocupaciones anteriores pero que muestran con precisi¨®n lo que ya dejara sentado Kant. La voluntad de certeza exige plantear antes qu¨¦ se puede conocer.
No fue Strawson un fil¨®sofo especialmente polemista. Pese a ello, uno de sus textos, En defensa de un dogma, escrito en colaboraci¨®n con Paul Grice, es una respuesta al escrito de Willard van Orman Quine titulado Dos dogmas del empirismo, donde el ingl¨¦s reclama la distinci¨®n entre proposiciones anal¨ªticas y sint¨¦ticas. Ejemplo de la primera es "el oro es amarillo", en la que el predicado es un puro desarrollo de la noci¨®n del sujeto, mientras que en el segundo caso, el predicado procede de la experiencia, como ser¨ªa el caso de "el oro es un metal maleable". La pol¨¦mica intelectual no empa?¨® nunca la relaci¨®n de amistad entre Strawson y Quine.-
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